x Alejandro Baroni
“Los uruguayos se asustaron tanto, tanto, tanto, que se llevaron la plata de los bancos….los uruguayos tienen tanto dinero fuera del Uruguay como toda la deuda externa uruguaya” [1]
“Por fin, el mercado mundial. La sociedad burguesa domina al Estado…” [2]
En el 2001 y 2002, el gobierno del Presidente Jorge Batlle se enfrentó al descreimiento empresarial: no invertían a pesar de sus promesas electorales de baja de impuestos. Además fue testigo de una fuga masiva de dinero depositado en los bancos[3] cuyos propietarios lo enviaron al exterior o simplemente pusieron bajo el colchón de sus camas. Los ajustes fiscales ensayados - insuficientes para los neoliberales que tocaban su mantra del achique del estado y para el Fondo Monetario Internacional- sí consideraban las condiciones sociales y políticas que podían agravarse abruptamente si se recortaban gastos en medio de la crisis. Las exhortaciones públicas de Batlle para que frenaran el drenaje de la plata fueron completamente inútiles hasta que, ya en los botes salvavidas del buque, con unos dólares flacos - comparados con los ya perdidos - prestados por intermedio de George W. Bush, con un Ministro de Economía de consenso político partidario como Alejandro Atchugarry y una cierta convicción generalizada de que se iba hacia una debacle mayor en desocupación, hambres y perjuicios diversos, que ya ni había espacio para colocar el dinero en la Isla Caimán o en el sistema financiero local, que los propulsores del cambio de Presidente o quienes pujaron hacia un gobierno de otro tipo se dieron cuenta de que había que parar la mano. No había condiciones ni impulsos sociales para otra cosa.
Batlle había llegado a ser Presidente luego de mucho esfuerzo y fracasos y decidió que no se iba a ir en helicóptero desde la azotea de la casa de gobierno como había hecho el argentino De la Rua. Terco en sus ideas económicas, no las iba a cambiar ahora en el gobierno, confiaba en la autorregulación del mercado financiero (de los dueños de la plata), y al mismo tiempo fue un pertrechado de olfatos y política, ensayista de diálogos de todo tipo y color, resistente a presiones locales e internacionales, renuente a aplicar la dura represión policial que le exigían. Así capeó la tormenta que igual dejó desastre. Fue el último presidente liberal sin recetas.[4]
En el libro Con los días contados [5] reeditado en estos días luego de la muerte de Batlle, Claudio Paolillo relata las circunstancias y las acciones del gobierno uruguayo y sociedad en momentos de la crisis del 2002.
Es un libro importante que debe releerse.
Paolillo escribe: “en aquel momento arreciaban los reclamos al gobierno… para que metiera un ‘hachazo’ al gasto público como forma de equilibrar las cuentas del Estado y devolver la confianza a los ahorristas. Pero en el gobierno predominaba la idea de que la corrida bancaria no se producía porque hubiera un elevado déficit fiscal sino que tenía ‘vida propia’”.
Esta es una cuestión clave que deseo subrayar aquí: la “vida propia” de los poseedores del dinero. Resultó ajustado lo que dijo el gobierno de entonces y no lo que parece sostener Paolillo reclamando el ineficiente achique del déficit fiscal y del “costo del Estado” como remedio para la fuga.
Lo que nos trae el libro, con la multiplicidad de fuentes y el entretejido informativo que presenta, permite sospechar algo más relevante. Permite plantearse una conjetura sobre quiénes condicionan al gobierno y al resto de la sociedad, en tiempos de enormes excedentes financieros que buscan su renta, preguntarse quiénes permiten fijar rumbos estables o inestables, quiénes terminan, junto con una suma de circunstancias forjando las crisis que explotan hacia el resto. Obliga a pensar en los mecanismos que puedan controlar y evitar esas explosiones destructivas. Conduce a pensar en las últimas responsabilidades sociales, en dónde se producen las génesis de las crisis financieras.[6]
¿Podía gobernar Batlle? ¿pudo Bensión manejar la economía? ¿fue el FMI el gobernante? ¿ J.P.Morgan? ¿Duhalde? ¿Carlitos Rohm?
¿los de los Pobres & el Medio (Standard & Poor’s)? ¿los inefables reincidentes Peirano? ¿Bush? ¿las hordas que nunca avanzaron hacia Montevideo? ¿las “asociaciones” militares para robar perfumería? ¿los financistas que conspiraban contra Batlle? ¿el círculo neoliberal de Búsqueda?
En la crisis del 2002 los limitadores de la política, los que determinaban el rumbo al gobierno y a la vida de los uruguayos eran los que fugaban su capital de los bancos. Eran los dueños del dinero, no el dinero, eran los dueños del dinero, chicos, medianos y grandes. Les importó un caramelo el déficit fiscal, el pago de la deuda, si Batlle se caía, si democracia, si robaban supermercados, si aumentaban los suicidios, si había elecciones anticipadas, si las reservas se evaporaban, si se le pagaba o no al Morgan, o el investment grade. Ellos/as limitaron con una sola preocupación: defender su dinero[7] . Lejanos de las teorías inspiradoras de La riqueza de las naciones [8] , fueron humanos rentistas con poder estratégico sin estrategia, cambiantes y desconfiados, ciegos y videntes, un poder sin centro que fugaba defensivamente. Poder que pagó/paga hábiles consejeros erráticos de la ingeniería financiera[9] , seducido por tales consejos pero severos calculistas del riesgo, la conveniencia y la seguridad. En parte banales, parte sutiles tácticos del corto plazo y la renta variable. Nunca víctimas. ¿Eran los Peirano sus dirigentes? ¿los del medio & los pobres? No, apenas sus vehículos, los bancos eran “nada sin ellos”[10] y el riesgo lo recalculaban por sí mismos ¿Puede denominarse política a sus acciones? Sí, en sentido amplio. El de una parte de la sociedad, no estrictamente minoritaria. El partido de acción global por la renta, del movimiento de excedentes que una y otra vez causa desastre.
En cambio, nosotros podríamos pensar en el partido global de la renta ciudadana[11] , en un ingreso que traiga una buena vida y una mejor para los que huyen de la guerra, la pobreza, el racismo y las dictaduras. Es importante pensar qué hacer con todos esos excedentes/valores que siguen intentando crecer sin rumbo, que la buscan igual con tasas de interés nulas o negativas[12] y con cada vez menos opciones. Y preguntarse más: ¿Cómo hacer para que alguna institución global trabaje y canalice ese dinero? ¿Cómo podrían los ciudadanos del mundo con sus luchas ingenuas o contundentes alcanzar esos excedentes?
Me interesa ahora comentar el libro Con los días contados, según su primera edición del 2004.
Danilo Arbilla prologa sosteniendo que el “enfoque periodístico se sujeta a los hechos… que no tienen tendencias ni ideología…”, “con este libro vamos a saber cómo fueron las cosas” y elogia en ese entorno de expresión. Paolillo sigue a su maestro, le cree y se la cree que está contando los hechos “como fueron”. No lo logra, no lo puede lograr, pero este es un libro particularmente cargado de prejuicios que prefiguran las cosas.
Algunos ejemplos prejuiciosos:
Sobre el “populismo marxista” y “nosotros los liberales”: “El (Frente) muchas veces caía en el populismo y la demagogia”. Paolillo reiteradamente lamenta en el libro la “inacción” de los partidos tradicionales, que parecían “estar en retirada”, que no habían “podido” o “no habían querido corregir el problema estructural del Uruguay”: un “Estado carísimo, insoportable”.
El autor se afilia sin freno, consideraciones históricas o argumentaciones a la insustentable teoría de las “familias ideológicas” enunciada por Sanguinetti: la familia “liberal” de un lado, de centro derecha, y la familia de “raigambre marxista” de centro izquierda, por otro.
Batlle no era populista o demagogo para Paolillo cuando dijo fundamentando un aumento impositivo: “Aquellos que estamos ganando más que el resto de la comunidad, en una situación de dificultad como la que estamos viviendo, tenemos una obligación- si se quiere hasta una obligación moral- de aportar más que el resto de aquellos que están percibiendo sueldos bajos”.
Generoso en categorías y adjetivos, el autor escribe: “La crisis había abierto paso a una suerte de ‘fascismo uruguayo’….decidido … a derribar por la fuerza … al gobierno con actitudes patoteriles de todo tipo y bloqueos de calles …”
En el libro no se detecta aquí “actitudes patoreriles”: “Los clientes del Banco Montevideo presentaban … denuncias contra sus propietarios, los ‘escrachaban’ en sus domicilios con ruidosas manifestaciones, arrojaban huevos y basura contra las puertas, desplegaban carteles del tipo ‘Opus Dei, nido de ladrones’ y saturaban sus teléfonos exigiendo que les devolvieran sus ahorros”[13] .
No eran golpistas para Paolillo: un “grupo de ciudadanos”… “en contacto con el sector financiero”… “que no coordinaba entre sí” creía que había que cambiar rápidamente al presidente y así se lo plantearon a Sanguinetti, que comenzó a evaluar el golpe contra Batlle. Le transmitió a Hierro que podía transformarse en Presidente. Finalmente ambos desestimaron el golpe.
Un misterio “insondable”: “La gente era toda del barrio. Acá no saquearon por hambre; esto fue un destrozo brutal planificado y anunciado…¡la policía estaba otra que avisada!” (entrevista a empleada de un supermercado) Cuando el autor comenta los saqueos a supermercados, parece ser que no entrevistó a alguien que supiera, o que hubiera estudiado, sospechado o vivido por qué los artículos de perfumería y pelo son codiciados por las mujeres y hombres que viven en la periferia de la ciudad. Que le explicara que ser pobre no es sólo comer mal. Es probable que no haya experimentado la diferencia entre comprarse un champú de marca y uno genérico en envase de dos litros. Sólo con mirar dos tapas de Galería habría observado la diferencia de pelos y tinturas entre las cover girls y las clientas del supermercado de Camino Lecocq. Probablemente no anduvo cerca de instituciones públicas o privadas o escuelas y liceos, caminado o hablado con gente que recorre las calles periféricas para registrar impulsos, violencias, alegrías, dolores y aromas. No investigó, entrevistó limitadamente y no nos ayuda a entender ni a aproximarnos a “la génesis de aquellos dos días y medio de desmanes y rumores”. La denominó “un misterio insondable”[14] .
El lema de contratapa de Búsqueda recoge uno de los pocos momentos humildes de Platón (o más bien de Sócrates) cuando dice “Lo que digo no lo digo como hombre sabedor, sino buscando junto con vosotros”. El lema está casi olvidado en el libro, pero estamos a tiempo para seguir buscando.
25 de enero de 2017
[1] Expresiones de Jorge Batlle durante la crisis económica del 2002. Los dueños de la plata (nopertenecientes al sector financiero) retiraron unos 7.000 millones de dólares de los bancos entre setiembre del 2001 y diciembre del 2002
[2] Carlos Marx, Grundrisse (Elementos para la crítica de la economía política) borrador escrito en 1857-58 y recién publicado en 1939-41) Observación premonitoria del siglo 19, sus intuiciones están aún en juego.
[3] emblemáticos fueron el Banco de Galicia, el Comercial y Montevideo.
[4] “Póngase al frente de una corrida bancaria. Hay dos formas de pararla: o tiene dinero para pararla o la corrida termina con Usted” cita del Ministro de Economía Alberto Bensión durante el auge de la corrida. La concepción de política económica se evidencia: sostenía la desregulación de los bancos que terminaba protegiendo a los dueños del dinero y a los banqueros en perjuicio del Estado. Carlos Rohm del Comercial y Dante Peirano del Banco Montevideo habían sido presidentes de la Asociación de Bancos del Uruguay. Renunciaron cuando las papas quemaron. Bensión fue Director Ejecutivo de la ABU antes de ser Ministro.
[5] Colección Búsqueda, Editorial Fin de Siglo, Montevideo, 2004
[6] En un libro insuficientemente comentado, Las nuevas reglas de juego en el Uruguay, de Mario Bergara y colaboradores, IDECON, Universidad de la República, noviembre 2015, se explicita en lenguaje técnico oscuro el nuevo marco legal e institucional para la superintendencia del Banco Central, y un esquema de fondo de garantía de depósitos, basándose en la experiencia del 2002 que estiman fue desregulada y regida por la concepción de la autorregulación.
[7] El cambio de reglas de juego financiero promovido por los gobiernos del Frente Amplio ha alejado los riesgos que se corrieron en el 2002, pero no ha logrado bajar el monto de depósitos de uruguayos residentes en el exterior. Hoy está oscilando alrededor de los 9.000 millones de dólares según el Banco Internacional de Pagos -seguramente subvaluado- a cuyas rentas se intenta aplicar hoy el impuesto del IRPF recibiendo gran resistencia. El estudio de abogados CPA Ferrere (cuyo fundador Daniel Ferrere fue el abogado de los propietarios extranjeros del Banco Comercial) y otros como Posadas, Posadas & Vecino han asesorado a sus clientes al respecto. A mediados del 2016, los depósitos de las familias y empresas uruguayas fuera y dentro del país había crecido hasta unos 35.000 millones de dólares, el equivalente de la deuda pública (soberana) del Estado. Hoy el conjunto de depósitos en monedas y las colocaciones financieras suma unos 60.000 millones,10% superior al producto interno bruto del país en 2015. Las reservas del banco Central alcanzan a unos 7.000 millones.
[8] Libro de Adam Smith, referente para liberales y neoliberales
[9] 2016 fue un año olvidable para los que pronosticaron el precio dólar a fin de año. CPA Ferrere, Price Waterhouse Coopers, Fitch, BBVA, Equipos Consultores y más erraron feo con la cotización al final de 2016, induciendo mal a sus clientes.
[10] Expresión de Jorge Batlle. Cierto a medias, estando decididos los inversores a colocar sus dineros, recibían información, influencia y consejos oportunistas de los agentes bancarios y financieros.
[11] En el Financial Times también se consideran opciones a la regulación y autorregulación del sistema financiero. Martin Wolf habla del “dinero helicóptero” en referencia a una renta ciudadana. http://economistasfrentealacrisis.com/tipos-negativos-y-eutanasia-del-rentista/
[12] Estamos en un momento óptimo en el cual la renta financiera es baja, nula o negativa. Es ilustrativa la esperanza que los rentistas depositan en Trump y su esperada e incierta influencia en una suba de las tasas de interés.
[13] Registra el autor: Una comisión del Banco Central que investigó a los inversores en el banco de Isla Caimán (a través del Banco de los Peirano) concluyó: “ sólo en siete de los 1.372 casos analizados no había documentación con la autorización (de los depositantes) para hacer la inversión respectiva. No parece haber existido tampoco, pues, una política sistemática de engaño hacia esos ahorristas”
[14] Según el Ministro del Interior Stirling, los saqueos obedecían a un operativo militar perfecto. Paolillo dice que Stirling no tenía pruebas de esto.