CAPITALISMO DE PLATAFORMAS Y GOBIERNO DE LA SOCIEDAD
LA “COMUNIDAD GLOBAL” DE FACEBOOK
x Tiziana Terranova [1]
Hace unos días, el presidente y fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, publicó en su página de Facebook una carta que contiene algunas declaraciones programáticas muy interesantes sobre el futuro de la plataforma, tales como las prioridades y visión que sostendrán los próximos desarrollos de programación. Este es un documento muy importante, en la medida que forma parte del debate más general sobre las grandes compañías estadounidenses que administran los servicios en línea más grandes y los procesos políticos que las involucran. Pensamos, por ejemplo, en algunas de las acusaciones más frecuentemente dirigidas a las redes sociales gigantes por politólogos americanos y otros, es decir, que el medium crea los filter bubble que dejan pasar sólo opiniones similares a la nuestra (lo que Zuckerberg llama “reducción de la diversidad informativa” y por lo tanto, del riesgo de polarización) y eso no permite distinguir las verdaderas noticias de las falsas (las famosas fake news), definidas por el multimillonario estadounidense como el riesgo del "sensacionalismo". Teniendo en cuenta estos riesgos y “errores” tal como se definen, Facebook promete una mayor inversión en sus tecnologías de inteligencia artificial (AI), prefigurando algoritmos capaces no sólo de distinguir lo verdadero de lo falso, sino de gestionar el feed (suministro de datos, Trad.) de los usuarios tanto para evitar la burbuja filtro como la polarización de opiniones, seleccionando una variedad de puntos de vista desde los cuales se puede construir una opinión más equilibrada. Por lo tanto, Facebook se coloca explícitamente en la posición inédita de gobernador de la información social y, por lo tanto, como una nueva infraestructura de la sociedad (post) civil global.
Comparando con los días en que la compañía rechazó firmemente, siguiendo el ejemplo de Google, la idea de ser una media company, definiéndose a sí misma principalmente como una empresa orientada a la tecnología, se trata de un cambio importante anunciado ya hace unos meses. De esta manera, la plataforma comienza a colocarse explícitamente en el dominio de los medios, parangonándose así con los medios como la televisión y la prensa, y como consecuencia también asumiendo las responsabilidades políticas de la gobernanza. Si, desde otro punto de vista, las grandes compañías de Silicon Valley han establecido la gobernanza a través de plataformas de informática [Internet de las cosas, smart city (ciudad inteligente, eficiente, sostenible) y smart government, (gobierno inteligente, basado en capacidades de las tecnologías informáticas-TIC), sharing economy (economía de transacciones online), gig economy (economía del trabajo puntual y temporal) etc. Notas del traductor.] como su campo de acción, Facebook es la única que mueve la aguja en esta intervención de la regulación algorítmica de los flujos logísticos, una regulación directa de lo que el documento de la carta define como “tejido social”, es decir, la modulación de los procesos asociativos y de los "valores colectivos” que surgen de ellos.
Hemos visto en los días de la victoria de Trump, una toma de posición política por parte de los gigantes de Silicon Valley, que, con la excepción de Uber (que de hecho ha sido boicoteado por el #deleteUber hashtag), por lo general se han puesto del lado de la oposición, convirtiéndose en el buque insignia de la tradición liberal americana y sus valores (ejemplificado por la cita de Lincoln con que la larga carta de Zuckerberg no es coincidencia que cierre), sino también de la globalización contra la amenaza ultranacionalista del populismo de Trump.
Si el lema que resume la misión de Facebook es "hacer que el mundo sea más abierto y conectado", esto va mal con el cierre nacionalista de eventos como el Brexit y la elección del empresario estadounidense. La carta muestra a Facebook como el gobernador de un tejido social global conectado que se individualiza en ambientes y regiones específicas (de Alemania a la India, de Egipto a Nepal) que producen ''normas culturales” heterogéneas, no gobernables a partir de una única norma. La curva de la normalización que Foucault describió en relación a los mecanismos de seguridad, variable y diferenciada, reemplaza la “normalidad”, mientras que la apertura y la conexión dan cuenta de la continuidad del proceso de valorización.
Si como lo señalaron diferentes autores como Celia Lury y Maurizio Lazzarato hace unos años, la empresa posfordista no produce mercancías en primer lugar, sino mundos en que vivir, aquí es que Zuckerberg presenta la misión de su empresa, su “viaje” como “la creación de un mundo” naturalmente “abierto y conectado” que lleva adelante el proceso expansivo de socialización que lleva a la humanidad, en palabras de la carta, "de la tribu, a la ciudad, a la nación", hacia una dimensión inevitablemente global. Es una nueva imagen del viejo concepto eurocéntrico de progreso, que en la visión de Zuckerberg conduce a un proceso cada vez mayor de socialización planetaria. Al igual que todos los de Silicon Valley, Facebook se presenta como un representante de una fuerza de globalización que implícitamente se opone al cierre nacionalista del Brexit y Trump. Por lo tanto, la misión de Facebook es facilitar y expandir el proceso de globalización en la medida en que éste último presenta los "desafíos", los "riesgos" y las "oportunidades" que solo pueden ser captados por lo que la carta describe como una “comunidad global”.
Por lo tanto, la carta hace explícitos cuáles son los desafíos de la construcción de nuevas "infraestructuras sociales" que permitan a la comunidad global organizar y reforzar ese "tejido social" comprometido por la globalización misma. Es interesante observar cómo este impulso para construir una comunidad global se encuentra en el contexto de los problemas de gobernanza encontrados por los gerentes de la plataforma y que esta nueva visión se centra en los “grupos”. Zuckerberg, a continuación, mueve el foco de las redes sociales interpersonales (como las acumuladas por un perfil personal) a las “páginas” (que constituyen el motor de la explotación económica de la plataforma con su 'me gusta') para “grupos” como foco de inversiones futuras, paradójicamente colocándose junto al inventor de la sociometría, el psiquiatra Jacob Moreno , en el problema de la regulación psicosocial de la vida de las poblaciones.
Es en la cuestión de los grupos que emerge la visión y el modelo de sociedad que Facebook presenta como una solución a la crisis de gobernanza global (pero significativamente no a la crisis económica).
Estoy convencida de que no es casualidad que la cuestión de la infraestructura social, como la llama Zuckerberg, haya surgido en torno a la popularidad de los “grupos” en la plataforma, identificados como un área para la cual construir nuevos servicios. En particular Zuckerberg se refiere a aquellos que están definidos como “grupos muy significativos”, es decir, grupos que se convierten rápidamente en lugares de apoyo y cuidado de individuos aislados a partir de una condición específica (una enfermedad rara, por ejemplo, o incluso la novia y el novio de militares forzados a mudarse de ciudad en ciudad sin poder construir una red social real). A diferencia de las redes interpersonales (amigos, familiares y conocidos), los grupos no sólo resucitan la vieja imagen de virtual community centrada en el cuidado de que hablaba Howard Rheingold en los primeros años noventa, sino integrados en un 'tejido social global', que se identifica con la plataforma como un todo. La comunidad de Facebook o grupos realizan todas las funciones que incluso hoy permiten otros servicios en línea (pensamos en la plataforma Slack o en los foros anónimos para víctimas de violencia), pero lo realiza al interior de una única network (red) privada con una arquitectura centralizada servidor/cliente (o nube) que alberga una población de miles de millones de usuarios modelada a través del diagrama del grafo social y los métodos de social network analysis. La socialidad para Zuckerberg no es, como sostienen muchos críticos del social, una socialidad hecha de individuos aislados y conectados (juntos pero solos como dijo Sherry Turkle), sino una socialidad formada por grupos y subgrupos en la medida en que es el grupo, no la comunidad, el referente tecnosocial que subyace en la plataforma y en la medida en que el individuo no existe, excepto como miembro de un grupo, no importa lo pequeño que sea. La sociedad evocada por Zuckerberg con el nombre de comunidad es un conjunto de subconjuntos conectados, esto es conjunto topológicamente discontinuo y continuo que restituye la imagen de un globo heterogéneo pero conectado. Evocando implícitamente los primeros estudios de social network analysis, Zuckerberg describe la sociedad como un tejido granulado de pequeñas redes que unen y diferencian, pero componen después de todo una sola meseta (plateau). Es esta composición específica que permite, para Zuckerberg, que la red social se convierta en la infraestructura a través de la cual responder a las crisis globales, identificadas significativamente y principalmente con el terrorismo y el cambio climático.
SAN FRANCISCO, CA - 22 de septiembre: el CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, pronuncia el discurso principal durante la conferencia de Facebook el 22 de septiembre de 2011 en San Francisco, California. (Foto de Justin Sullivan / Getty Images)
Hace un año ya, la antropóloga y activista estadounidense del movimiento Occupy Joan Donovan me contó cómo fue que el movimiento Occupy utilizó por primera vez de manera significativa y orientada políticamente la capacidad logística de las redes sociales, es decir, su capacidad de transformarse de redes de opinión en redes capaces de coordinar acciones a gran escala. Cuando el huracán Sandy se abatió sobre Nueva York, el movimiento Occupy demostró ser capaz de movilizar un proceso de recolección y movimiento de recursos que demostró una capacidad de “autogobierno de emergencia” que los gobiernos locales y nacionales, agotados por los recortes apenas podían dar más. La mayor parte de los usos innovadores de la plataforma facebook contados por la carta provienen de los usuarios, de la inteligencia de aquella general sociality capturada por estos nuevos medios. En su trabajo más reciente, Donovan ha comenzado a definir “ipercomune” (o hypercommon) la capacidad de cooperación social, hecha posible por las redes que permiten nuevas formas de auto-gobierno y modelos de producción, que se diferencian tanto desde el modelo estatal como del empresarial.
De manera significativa, Zuckerberg no inserta entre las prioridades políticas de la nueva comunidad global, la crisis de la deuda, la precariedad, la explotación, o la tragedia de las migraciones, pero se detiene en pandemias, el terrorismo y el cambio climático. La plataforma se convierte en la forma en que la sociedad se defiende del daño y lo previene. El cambio social está todo en la capacidad de los individuos (la “abuela” que habría iniciado el movimiento de la marcha de las mujeres contra Trump es el ejemplo más significativo) de viralizar la red social como la infraestructura de la movilización. Si la plataforma está proponiendo una alternativa al proteccionismo hipernacionalista de May o Trump o de la nueva derecha, lo hace permaneciendo firmemente dentro de lo que Nick Srníček ha llamado el capitalismo de las plataformas tema del importante encuentro organizado por EuroNomade y Macao en Milán a principios de marzo.
En resumen, el documento de Zuckerberg aclara aún más cómo Silicon Valley está formulando lo que Foucault describiría como una nueva "racionalidad política", que asume el legado del liberalismo y del neoliberalismo al identificar el problema principal del gobierno de las "poblaciones" (miles de millones de usuarios), en la maximización de su vida social, política y cultural, y la protección de los “riesgos” y “errores” de los flujos de información (de la falsa noticia, el sensacionalismo, la polarización, terrorismo, el cambio climático y pandemias) dentro de una economía de mercado global y nunca cuestiona las relaciones de propiedad o la acumulación de valor económico. Junto al movimiento de Silicon Valley por la smart city (fuertemente criticado entre otros por ejemplo, por Evgeny Morozov, el capitalismo de las plataformas intensifica su vocación de ser el gobierno de la sociedad. ¿Qué formas de tecnopolítica y no solo ella pueden responder a esta nueva configuración?
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