En primer lugar, el libro pretende ser una visión transdisciplinaria que no hay de procesos políticos. Estos procesos están comúnmente analizados desde un ángulo muy simplista, muy ignorantemente político donde las dimensiones están separadas de las otras, lo que lleva al análisis de un país desde una ciencia sola. Los politólogos piensan que se puede. Lo otro que creo es que el siglo 21 no se puede gobernar como en el siglo 20 y apunto algunas cosas que pueden provocar sorpresas en aquella gente que piensa que se está en el siglo 20. Primero en una división del electorado sui generis que no se toma en cuenta. La inminencia de la construcción de fetiches y su transformación inmediata en chivos expiatorios en lo que no se hace suficiente énfasis, un asunto de antropología religiosa que no manejan los científicos políticos. La tercera es que sepan que no estamos más en el Estado de bienestar, que el pulirlo puede ser un tiro por la culata. Habermas les dijo hace treinta años miren que la legitimidad se termina por este lado. No le creen. Las políticas de bienestar tienen que evaluarse con vocabulario económico, según la utilidad marginal decreciente, en que por cada peso que ponés, tenés un retorno menor y cada vez menor. Cuándo es negativo no lo sabemos, si es positivo ahora no sabemos, ahora si te jugás todos los boletos a Estado de bienestar mejorado, podés fracasar extraordinariamente, y el plan de Emergencia es una prueba.
Los que hicieron análisis semiótico no saben nada de política y entonces hicieron análisis que son una masturbación semiótica. Era semiología sola del fenómeno político sin análisis político. La semiología tiene contenidos, no son significantes con significados arbitrarios...
Cualquier solución que implique más sociedad política dentro de la sociedad civil está condenada a deslegitimarse seguro. Hay un juego perverso por el cual la sociedad política no conoce la sociedad civil, por lo tanto no la satisface, por lo tanto la sociedad civil no cree en la política y se distancian sin fin.
Hay, ellos se han dado cuenta y el que más fue Ehrlich, que pidió el libro autografiado y hoy fue a reunirse con las Juntas Locales para ver cómo asignan el presupuesto.
El menos antiguo
Claro, está del otro lado y eso cambia radicalmente. Si no sabían eso...
Bueno, para eso es el libro. Si siguen así, le ponen la banda presidencial a Pedro Bordaberry.
Entonces, ya está candidateado.
Totalmente, hecha por mí e inducida por Trilce, bien, en forma respetuosa, en buen tono diciéndome qué me parecía, no puedo ignorar lo que ellos piensan. Si puedo llegar a una formulación que satisface a ellos y no me traiciona a mí, tengo que hacerlo. El libro está con un pie en el freno, no sabés lo que era al comienzo.
Sí, pero no hubiera salido por Trilce. Un amigo de siempre, jugador de fútbol, egresado de Stanford como yo, me dijo que el libro es muy bueno, pero es psicológicamente perverso. Pero estas son minucias internas del talante del libro. Y la última tarea, para terminarte con el resumen, es que me parece que el gobierno ignora que gobernar no es gobernar sino comunicar, mucho más.
No, creo que al revés.
Las sociedades tienen "empowerment", la uruguaya no lo tiene. Por ninguna maldad intrínseca de los gobiernos ni de la gente.
No lo va a hacer, porque está metida en el juego. Es una mezcla de pedigüeña y alcahuete. Tiene que dársela la política. Si no se la da, no la va a tomar.
El gobierno tiene que darse cuenta que debe revertir el proceso a que contribuyó durante ciento cincuenta años.
Puede ser, pero eran programas retóricos, resúmenes de la izquierda histórica, no eran programas que tuvieran en mente un gobierno real que iban a ejercer, para nada. Eran declaraciones de principios, torneos de oratoria.
Puede ser.
Está bien, se puede ver desde ese lado también. Yo lo ví nada más que desde el lado de la retórica pura, no desde el otro componente constructivo de los sofistas.
Sí, también, pero viéndolo de un lado distinto al que yo me estaba refiriendo, de gente capaz de construir hiperrealidad, contruir un disenso con una cosa que no tiene sustancia detrás, que ése era el miedo de Platón.
Bueno, pero lo pongo en esos términos porque esa es la parte que puede entender el lector no filosófico de la discusión. Está esta otra discusión que da para más profundidad. El libro se mete con cincuenta millones de cosas que no agota y da para discutir muchísimo, como esto con lo que estaría totalmente de acuerdo. En realidad, lo que estoy diciendo es: miren, si supieran argumentar aunque no hagan nada, ganan, pero ojo que el que sepa hacer eso también gana.
Hay que estudiar cuánto, pero soy partidario de ello, porque la ciudadanía no se impone. Esto termina con los problemas de legitimidad. No se podrá reclamar al Estado que no cumplió con sus obligaciones en educación, salud, al sustento mínimo.
Regulados por el Estado. El libro habla sobre la legitimidad de la sociedad moderna. Ese es el centro. Como creo que el principal problema uruguayo es la legitimidad, en toda sociedad contemporánea, si le creemos a Habermas y yo le creo. Das una plata a alguno, lo publicitás mal y corrés el riesgo del descontento en los que no reciben, soltás algunos presos y generás una enorme frustración entre los que no salen. Corrés el riesgo de generar el efecto contrario. Y si alguno roba..
Sí, pero acá nada, la opinión pública se mueve por golpes emocionales, en definitiva la gente no quiere que los suelten, la izquierda intelectual sí, la gente no, no está a favor de las garantías, de los derechos humanos, es una población autoritaria, pedigüeña, de lo peor que hay en el planeta, de las peores cosas que han generado los humanos han sido los uruguayos, de lo peor que yo conozco, pésima gente, mala. Y vos tenés que lidiar con todo eso. No van a perdonar una mala por quinientas buenas.
Tuvimos un debate amistoso con Faroppa (Subsecretario, Ministerio del Interior) El decía que no se podía hacer determinadas cosas de "empowerment" y Rosadilla (Diputado por el MPP en la presentación del libro) decía que si vos soltás cosas a la sociedad civil se lo agarra la gente que ya está organizada y coopta las cosas. Los que tienen que organizarse están pisoteados por los que ya están organizados ¿cómo rompés eso? No, hay que hacerlo igual, pero hay que tener en cuenta que eso es un obstáculo más que yo reconozco mucho. Y Faroppa decía que todas las comisiones que hemos constituído para este tipo de cosas no han dado resultado. Bueno, pero lo han hecho mal, no es que no se pueda hacer, en el libro hay planteados algunos caminos.
¿Cuáles?
Y bueno, si no los generás, tendrás siempre esto. Un desastre.
No le doy ninguna en cuanto a la legitimidad pública del gobierno. Se votó amarillo en su momento y ahora votaría triple amarillo. No le importa ese tema a la gente, sí le importa mucho que los militares los estén jodiendo, que jueguen a la mosqueta.
Es totalmente desfavorable al gobierno. Están perdiendo la guerra. A la gente no le importa mucho el asunto derechos humanos, sí le importa mucho que los estén jodiendo, que los cuerpos están acá o allá, y no hay nada. Y tiene razón la gente que sea así, eso le importa mucho más que a alguno le estén mintiendo sus subordinados. Esta es una problemática que si la agarraban en serio ahí podrían tener resultados.
Dar la orden al Fiscal de Corte, la Suprema Corte de Justicia, los magistrados, adelante con todos los procesos y todos para adentro. Si hacen eso, tienen la gente a favor, y no por los desaparecidos, sino porque están dando imagen de un gobierno que manda. La gente quiere eso, le encanta que Tabaré Vázquez vaya y diga: 'acá va la cruz de Juan Pablo II'. Si hacen eso, no sé cómo les va, pero con la gente les va bien. Estas medias tintas, le va a ir horrible, no van a resolver el problema, no van a contentar a los afectados y van a quedar mal con todos los no afectados, que es lo que está pasando.
No, no me importa esa discusión. Creo que es problema de nombres y no es una discusión muy sustantiva. Si está pasando esto, si es una reacción a un concepto de modernidad, si es a un concepto, la gente no sabe qué es la modernidad. Entonces la discusión es absolutamente bizantina, porque el concepto se originó después.
Sí, claro, ahora que está agotada. Rescato simplemente de las vanguardias iluministas de la modernidad el que tengan la capacidad de darse cuenta que tienen que entregar la posta, el último gran gesto iluminado que podrían hacer, suicidarse como vanguardia iluminista. Si lo hicieran, ahí yo me saco el sombrero. Como bien querría la Escuela de Frankfurt. Ahí sí: verdaderamente fueron vanguardias iluministas, condujeron al mundo cuando se las necesitaba, se dieron cuenta iluminada, moderna y vanguardístamente que ahora, eso no se puede hacer más. Yo me considero un hiperiluminista, comme il faut, que entrega la posta a la sociedad civil, como último gran gesto iluminista. Pero por ahora, van siendo malos iluministas. Este iluminismo en su momento construyó el Uruguay, lo pacificó, lo modernizó, lo homogeneizó culturalmente, aprovechó las coyunturas del mundo para hacerle un lugar. Me doy cuenta que no se puede ser más así.