Cuando las nuevas reglas ya no alcanzan

x  Alejandro Baroni

 Comentarios sobre el libro de Mario Bergara Las nuevas reglas de juego en Uruguay – Incentivos e instituciones en una década de reformas.
IdeECON, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República, Montevideo, noviembre de 2015.

Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre,
pero no más justicia que las informaciones del rico;
procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico,
como por entre los sollozos e importunidades del pobre.
Cervantes, De los consejos que dio Don Quijote a Sancho Panza antes que fuese a gobernar la ínsula
[1]

Este enredarse en nuestras reglas es lo que queremos entender, es decir, ver sinópticamente.
Ludwig Wittgenstein[2] .

Breve reseña del libro
(Si leíste el libro, ver Comentarios, si querés saltearlos las conclusiones están al final, y una opción es leer exclusivamente las excesivas notas al pie de página, que pueden divertirte. La sinopsis breve te la debo)

La publicación es una presentación del punto de vista político y económico del actual Presidente del Banco Central del Uruguay y ex Ministro de Economía de José Mujica, a la que se suma un conjunto de colaboraciones en temas específicos en línea con su orientación teórica general. Los textos más relevantes de Bergara pueden encontrarse en la Introducción, el capítulo siguiente Nuevas reglas de juego tras una década de reformas estructurales  y en el Anexo I, titulado Fundamentos conceptuales de economía institucional. El libro es la aproximación teórica explícita de Bergara y de su entorno político y técnico a la teoría económica y política institucionalista.
Entre las colaboraciones que recorren confluyentes andariveles teóricos se encuentra el aporte de Sergio Milnitsky[3] presentando una interpretación complementaria desde la “teoría regulatoria francesa” así como el aporte de Daniel Buquet y Rafael Piñeiro[4] desde la ciencia política institucionalista.
Creo que el libro es importante, aunque pasó desapercibido en su relectura teórica excepto para algunos especialistas. En el campo de la izquierda fue ignorado o bien despedido con dos o tres esquemas perimidos, actitud facilitada por el autor por su lenguaje técnico aséptico[5] . Pero este denso y extenso libro no es o no debería ser para especialistas aunque haga esfuerzos por serlo, tiene rico contexto histórico, obliga a un estudio teórico e histórico y no merece ser comentado desde la zona de confort de la izquierda vigente en los siglos 19 y 20.
Con tres premios Nobel logrados por sus sustentadores Ronald Coase, Douglass North y Oliver Williamson[6] en Estados Unidos, la tradición económica institucionalista surge en el último cuarto del siglo 20 en Estados Unidos, en debate con la entonces poderosa tradición liberal y neoliberal y en medio del acomodo de piezas que siguió a la caída del muro de Berlín. Con matices propios, contemporánea  y complementariamente de la corriente norteamericana, se desarrolla la “teoría de la regulación económica francesa” con referencias en la dialéctica y el materialismo histórico de inspiración marxista[7] . En esta última versión mencionada destaca la obra de Michel Aglietta y otros. En primer término, y en todas sus variantes, es una tradición teórica que se enfrenta y ofrece opciones alternativas a la teoría neoliberal, esa posición que sostiene que la desregulación de los mercados y la libertad del humano económico asegura un buen porvenir y cuya sobrevivencia se explica por la persistencia inevitable de decisiones burocráticas inadecuadas del Estado y por ser el mercado la estrella orientadora más común de las galaxias financieras y empresariales. Algo así como si el sentido común del propietario de algo tienda a ser neoliberal sin teoría alguna, así el neoliberalismo tiende a ser un sentimiento recurrente[8] . Un primer mérito del institucionalismo es oponer reglas ante el sentimiento neoliberal. En segundo término es una respuesta posible al fin del socialismo real del siglo 20 y es otro mérito haberlo hecho, aunque en este libro no se reconozca.

Resumiendo mucho, los argumentos básicos que expone Bergara son que Uruguay necesitaba  aplicar unas nuevas “reglas de juego” (estas son las instituciones de que hablamos) transparentes y conocidas por empresas, Estado e individuos, y abandonar un conjunto de prácticas “clientelísticas” vigentes en el pasado destinadas a favorecer a determinados actores con poder e influencias en desmedro de otros[9] .
En el Anexo teórico[10] , Bergara expone acerca de la “economía de los costos de transacción” siguiendo a Oliver Williamson. Defiende que un sistema de reglas transparentes de juego entre los humanos unido a mecanismos de transacción o negociación para que los costos de contratos, asociaciones, acuerdos y disputas puedan ser mínimos es la mejor combinación. Para esta teoría los contratos serán siempre incompletos e imperfectos y la resolución de disputas será importante por lo que las reglas de juego son ¿definitorias? Le preocupa la adaptación a los cambios inesperados y disputas y no piensa como Hayek[11] que los precios del mercado necesariamente harán esa adaptación en un mediano o largo plazo.

Comentario
Uno -  es un modelo

La teoría económica que sigue Bergara modeliza y postula una idea del comportamiento humano: “el conocimiento humano está sujeto a racionalidad limitada” y la conducta humana es “oportunista” al buscar la mejor estrategia para el interés propio. Extraen de allí que en las relaciones humanas ocurrirán “fallas” inevitables y disputas, que deberían resolverse contando con instituciones eficientes. Difiere del modelo liberal clásico, el que establece casi exclusivamente el segundo- el que los humanos buscarían su interés propio postulando que el mercado por sí lograría el equilibrio[12] . Aparece sin disimulo el sobreentendido de que los comportamientos humanos básicos están figurados por las  transacciones de bienes, servicios, valores, según una fuerte determinación de esas actividades humanas sobre los actos afectivos, cognitivos, creativos, productivos, corporales y  más que no son transables necesariamente.
El camino de “modelar” el comportamiento económico y moral humano se ha adoptado comúnmente en la disciplina económica (y en otras) según ciertos preceptos filosóficos. El objetivo “científico” de simplificar “la realidad” aislando algunas variables para analizar otras no ha dejado de traer problemas diversos. Uno es la imposibilidad comprobada- aún en un momento histórico dado- de reducir lo humano a una cantidad de características y luego formular matemáticamente su comportamiento; otra dificultad es su formulación fuera de consideraciones históricas- pues no parece que los comportamientos económicos y sentimientos morales hayan sido estables y menos equilibrados a lo largo de los siglos. No valen aquí los análisis coyunturales o de corto plazo, estamos hablando de plazos históricos largos.
En línea con las suposiciones comportamentales que se hacen, van hermanados ciertos supuestos acerca de la sociedad. El enfoque de Bergara transparenta una visión de la sociedad como un espacio (¿como un mercado?) de empresas, asociaciones, corporaciones y personas que buscan, con reglas de juego explícitas y conocidas por todos, una manera eficiente de transar las dificultades, negocios, contratos, convenciones y acuerdos. Esas transacciones incumben al Estado, empresas privadas, sindicatos y personas. La convergencia y adaptación de los negocios a tales reglas de juego se supone que resultará en las más convenientes para las partes que transan[13] . Dicho de otra manera, la superación de un “orden natural” proclive a favorecer a los poderosos y las élites dará lugar a un “orden abierto” que “contribuye a erosionar rentas y privilegios”. La confianza está depositada entonces en las “buenas” reglas y regulaciones, autonomizando a los reguladores- por ejemplo al Banco Central- de las políticas económicas. Según el modelo, existirá entonces neutralidad técnica respecto a los grupos e intereses de la sociedad. Han surgido críticas a esta cosa de la neutralidad, con razón: la técnica no puede ser neutral[14] .
La “transparencia informativa de los mercados” es otro pilar del planteo. El conocimiento público de la información contable y financiera de las empresas es requerido para un mejor conocimiento del mercado y desde luego resistido por los empresarios en general. De igual manera es resistida la aplicación de impuestos como el IRPF a los dineros que fugan al exterior y optan por permanecer ocultos. Estos desarrollos propuestos por Bergara están en disputa.
Más concretamente, vale plantearse otra “suposición” más o menos empírica del modelo no dicha, y es una conjetura que cae encima pesadamente: Bergara y colaboradores no creen demasiado en las aptitudes de los dueños de capital autóctono. Piensan, extrayendo desde el pasado, que son más bien rentistas que empresarios, más clientelistas que laburantes, que gustan más de gastar que invertir. Perciben las avanzadas y delicadas aptitudes rentísticas de los locales que han probado ser buenos en las transacciones financieras, aunque sean de bajo riesgo en su mayoría. Y en consecuencia, han confiado y buscado las inversiones mayores en la inversión extranjera, aplicándole las regulaciones más parecidas a las de un capitalismo de tipo europeo sin recibir por ello mayor rechazo por parte de esos inversores. Veremos sobre esto más adelante.
Alternativa a esta tendencia “modelística” es la aparición con destaque de la corriente económica “serial” cuyo exponente contemporáneo más conocido es Thomas Piketty. Esta forma de trabajar no formula modelos de comportamiento, o supuestos de partida, sino que trata de descubrir leyes económicas seriales y nos invita “a salir de los esquemas simplistas y abstractos sobre la infraestructura económica y la superestructura política”[15] . El recientemente fallecido Anthony Atkinson, involucrado con los trabajos de Piketty escribió luego After Piketty (Después de Piketty) sobre el “qué hacer”, mencionando oportunamente con humor a Lenin en lugar de Marx: detalló doce medidas reformistas radicales[16] .
Al momento del siglo 21, es oportuno dejar modelos, de abandonar el estudio de los comportamientos humanos con procedimientos model driven, cuyo punto de partida es el modelo. Con las enormes masas de datos disponibles, se abren paso los procedimientos data driven, cuyos insumos son los datos, no las suposiciones. No es que los datos y su manera de conseguirlos no carezcan de técnica e ideología, opera aquí la ley de los grandes números, los datos, (el big data) son abundantes y existen computadoras para procesarlos[17] . No sólo facebook, google, snapchat o netflix pueden localizar gustos, tendencias y ubicaciones. Las historias económicas, la información tributaria, ingresos, las historias, encuestas, la literatura, las descripciones, los relatos de las crisis, el cine, tienen pistas y datos para aportar sobre comportamientos con el dinero que pueden ser incorporados al big data sobre el dinero.

Comentario
Dos- de otras colaboraciones

Milnitsky presenta una “teoría de la regulación francesa en el capitalismo”[18] que plantea un desarrollo dialéctico inspirado en Hegelentre un “régimen de acumulación”, con sus modos de inversión, producción, consumo, y el “modo de regulación” que es el conjunto de las reglas que siguen los agentes económicos. Ambos actúan en el marco de un modo de producción dado (capitalismo por ejemplo) hasta que encuentran contradicciones que señalan sus “límites de funcionamiento” generando crisis y su sustitución por otro modelo “de acumulación”, para lo cual será indispensable nuevas reglas, otro “modelo de regulación”. En línea con lo expuesto por Bergara, dice que se está en tránsito desde el “modelo de regulación clientelista” a un nuevo modelo según el lenguaje de su descripción teórica. No se plantea la interrogante de si la “crisis del (viejo) régimen de acumulación” y la adopción de nuevas regulaciones pudo haber dado lugar a un nuevo “régimen de acumulación”. Fue el más claro cuando escribió “se ha aprendido que el mercado por sí solo no garantiza su funcionamiento competitivo y eficiente, sino que, por el contrario, tiende a generar núcleos de poder oligopólico y monopólico, por lo que varias reformas de este tipo se pueden ver como intentos de aggiornamento del país a los modos de regulación del capitalismo avanzado”.
Buquet y Piñeiro usan las expresiones “régimen de acceso discrecional” por el “clientelista” y “régimen de acceso abierto” o “universalista”. A la vez, plantean abstractamente que se produjo “el cambio desde una competencia (electoral) en base a la oferta clientelar a otra en función de la oferta programática” privándose de ver cómo cambian los resultados electorales en cada departamento cuando se eligen intendentes para el interior del país y juegan allí los intereses particularistas y clientelistas. Sin embargo, no debería haber nada criticable en que cada partido mantenga una base social de apoyo, su electorado, relacionándose con ella a través de sus ideas programáticas, pero también por sus afectos y necesidades varias. En la acepción que manejo, un partido es una opción que se le ofrece a la ciudadanía, y por más que pretenda captar a todos, su permanencia está en ser la opción elegida por una parte de los ciudadanos[19] . Esa opción no es solamente intelectual. El Frente ha perdido reiteradamente en Carrasco este, donde cotizan y votan bien Bordaberry y Lacalle Pou.
La expresión de Buquet y Piñeiro (se) “transitó el camino del particularismo al universalismo” (de oportunidades supongo) es generalizante y problemática. Vale anotar también la coincidencia también generalizante de los dos politólogos con la teoría de las “familias ideológicas” “opuestas”, una de “centro izquierda” (el Frente) y otra de “centro derecha (colorados y blancos) sin lograr comprender e interactuar con procesos más complejos de luchas y cruzamientos políticos, cuando no se juega la segunda vuelta de la elección presidencial, y aún en ese juego[20] .
El pase de una convivencia “clientelística” a una “transparente” con reglas y regulaciones conocidas, es el objetivo básico del relato por parte de los restantes colaboradores del libro sobre sus aplicaciones concretas en el sistema financiero, tributario, relaciones laborales, sistema de salud y otras. El capítulo sobre educación es el de texto más corto.

Comentario
Tres – la cartelera de películas más vistas
 
La primer película con dirección desconocida que guía a Bergara y colaboradores puede titularse “La finanza en fuga del 2002” conocida pero poco vista en sus aristas futuristas. Esto no nos puede pasar de nuevo, pensaron. El guión que coescribieron Jorge Batlle, Bensión, Atchugarry, el FMI y reguionaron los miles de depositantes bancarios ofreció enseñanzas invalorables para quien la mire bien. Y Bergara la vio varias veces. Vio quién invertía y quién no. Vio los muchos que fugaban y comprometían sin considerar a nadie excepto su pequeña o gran inversión financiera. La segunda película sin dirección unipersonal fue “La finanza tóxica de 2008”. También la vio repetidamente. La tercera fue “El FMI es mal consejero”[21] Esa ya la había visto de joven[22] . Con tales documentales nada distópicas no necesitó más, se libró de las condiciones del FMI, ató al sistema financiero por todos lados, lo reguló lo más que pudo hasta que casi lo hizo mal negocio[23]. Y esperó. No logró que volviera el dinero fugado al exterior pero sí que no creciera mucho por ahí afuera y creciera más en los bancos locales. Mientras tanto, como la plata en los bancos no producía, bajó impuestos con reglas para atraer inversores que entendieran esas reglas. Contenido el dinero, se multiplicó la inversión extranjera directa en pasta de celulosa y construcción empujando al producto para arriba como nunca[24]. Debe mencionarse aquí la posición discrepante de Alberto Couriel, antiguo adversario de las políticas fondomonetaristas desde un sustento teórico clásico de los economistas frenteamplistas, hoy abandonado por el equipo económico que integra Bergara, que objeta el manejo del tipo de cambio: para Couriel hay un enorme atraso cambiario que conduce a la desaparición de industrias y empleo[25] .

Comentario
Cuatro – el dinero

La regulación del manejo del dinero es la llave del enfoque regulatorio. Bergara asegura haber introducido un “enfoque regulatorio de acuerdo a mejores prácticas” en bancos, mercado de valores, fondos de pensiones, seguros, intermediarios no bancarios, administradores de crédito etc., “han sido los fondos de pensiones los inversores institucionales que más han contribuído y más peso tienen en el desarrollo de los mercados mundiales de valores y en cada mercado local”, “el riesgo de la inversiones en valores locales (en el pasado)… llevó a los clientes y a los intermediarios a buscar inversiones en el exterior.. a operar en el mercado global en detrimento del mercado local”. Es correcta la observación, los grandes operadores y esta situación riesgosa de los clientes e intermediarios no parece haber cambiado hasta la fecha.
Dice Michel Aglietta: “El enfoque de la regulación asigna un papel importante al dinero, que, desde la publicación de Regulación y crisis del capitalismo, se ha visto constantemente reafirmada. El dinero es el lazo social primordial en las economías de mercado”[26].

Comentario
Cinco – el empresariado local y otros asuntos

La publicación que comentamos es un libro cuyo texto se alinea con las reglas de juego “universales” y “transparentes”: su lenguaje es aséptico, aún técnicamente aséptico.
Entre las colaboraciones, hay un capítulo destinado a la reforma tributaria, donde se dice que la anterior situación no respondía a un “enfoque integral” ni existía “equidad horizontal”. ¿Ahora sí? ¿El peso del IVA que pagan todos se debe interpretar como “equidad horizontal? Sin duda, el IVA es equitativo, carga por igual a ricos y pobres. ¿Se considera “integral” a un sistema que grava los ingresos y no la renta personal y encima grava escasamente al capital? Tendrá sus motivos coyunturales, tal vez, pero la estrategia no se objetiva “integralmente” en el “que pague más el que gana más”.  En el libro se considera “inconveniente el aumento del impuesto a la renta empresarial para empresas de mayor dimensión económica, (pues) previsiblemente va a haber una retracción al acceso de capitales a nivel internacional…(lo que deteriora) la rentabilidad de los proyectos y compromete inversión y empleo”. En 2017, en plena discusión sobre la Rendición de cuentas, y con el producto frenado respecto a su crecimiento anterior, está replanteado y vigente el debate sobre este juicio[27] .
Nuevamente el lenguaje que denota al regulador: por la reforma laboral “se asignaron nuevos roles a los diferentes actores sociales”. Prefiero describir esto como el logro de una vieja lucha sindical: la de los consejos de salarios, frente a la resistencia de las cámaras empresariales. Similar lenguaje se presenta respecto a la reforma de la salud, como acto político del FA. Sin embargo, es una concreción de largas luchas y reivindicaciones desde la sociedad civil y la Federación de la salud.
Sobre el empresariado de operación local no había opinión ambigua y no aparece opinión explícita actual sobre si hubo cambios: “el conjunto de empresas del país no se caracterizaba por someterse fácilmente a los procesos de divulgación de información y evaluación que suponía transformarse en un emisor de bonos corporativos…(también había) “renuencia a abrir el capital de las empresas, en muchos casos familiares, al ahorro público”….(presentaba) “una inversión en I+D (Investigación y Desarrollo) muy baja (inferior al 0,3% del PBI) mayormente realizada por el sector público”…“una estructura productiva y empresarial poco propensa a la innovación y la asociatividad”…”débil articulación público privada y escasas redes de innovación”. En el capítulo destinado a las Políticas de Innovación y la Agencia Nacional (ANII) el autor detalla un plan en ciencia y tecnología con objetivos plausibles pero no evalúa sus resultados. Particularmente no aparecen registros de una mayor I+D en las empresas privadas. Se puede conjeturar un avance en la comunidad de investigadores en cantidad y calidad pero no registra un balance de su trabajo. Los indicios empíricos que aparecen en el mercado muestran que se avanzó más bien en algunos campos de investigación académica sin vinculación o sinergia con el sistema productivo. La tecnología productiva aplicada a inversiones se ha comprado, no desarrollado endógenamente, salvo ejemplos puntuales. Es un balance pendiente.
Pero ha habido esfuerzos impositivos y adecuaciones legales para mejorar la inversión productiva privada. Se implementó una promoción de inversiones según “objetivos generales del desarrollo económico: incremento de empleo, aumento del valor agregado en las exportaciones, incorporación de tecnología, fortalecimiento del encadenamiento y desarrollo de regiones y localidades de menor desarrollo relativo”. La reglamentación de la Ley establece que la ponderación y puntaje que otorgan la utilización de las tecnologías limpias y el incremento de la investigación y desarrollo es inferior al puntaje de la generación de empleo, descentralización y suma de valor agregado a las exportaciones. La ley de inversiones de 1998 había sido aplicada basándose “en la dominancia fiscal, el énfasis en el sacrificio tributario y la desconfianza hacia el sector privado... desde 2005 (se reglamentó un)…. conjunto coherente de políticas transversales y sectoriales para … (y) el régimen transversal se complementó con la promoción de actividades específicas..”
En el libro creo que está confundida la práctica de hacer “clientelismo” con la de hacer política económica positiva con reglas claras  y transparentes favoreciendo a determinados sectores estratégicos definidos, dos cosas bien diferentes. La evaluación negativa, sin matices, que hace el equipo económico sobre el período “clientelístico” de sustitución de importaciones tira el niño por el caño junto con el agua sucia de la bañera. La renuncia a elegir campos de inversión prioritarios o sustentables ajenos a los ciclos de auge y caída de los commodities y a las opciones inversoras privadas es evidente, argumentando que en el pasado hubieron prácticas que favorecieron a privados en perjuicio del estado.
Según el modelo propuesto, las políticas promocionales de inversión industriales, comerciales, turísticas, tecnológicas también se remiten básicamente a la renuncia fiscal, agregando ahora una lista de condicionantes que se puntúan. Esto es, si se invierte por parte del privado generando fuentes de trabajo, exportando, cuidando el ambiente, se instala en el interior, si suma tecnología, exportación,  se exonerarán tales y cuales impuestos, según una prolija matriz “transparente” de puntajes. Pero quiere ser neutral: es lo mismo si se incorpora tecnología para las grandes superficies comerciales que si se incorpora para la producción de papel. Sería lo mismo si es para ampliar una flota de camiones o para financiar el tren. Para fabricar celulosa o papel. No será diferente si se incorpora tecnología en servicios turísticos o en tecnología energética. O si la tecnología proviene de desarrollo local o si fue comprada fuera. No importa para esa prolijidad si se fabrican alambrados, o se compra la malla de alambre, o si se invierte en tecnología para la construcción de nuevos complejos de apartamentos destinados a estar desocupados, un mercado elegido alegre y especulativamente para resguardar dinero acumulado. Para acceder a las exoneraciones impositivas te va a regir una planilla de cálculo con parámetros que no son ciegos, solamente tuertos ordenadores. En 2006, el economista José Manuel Quijano sostenía que “Todo este mundo tecnocrático que se define por no ser desprolijo, tiene mucho miedo a producir, porque producir es creación, hacer cosas distintas, romper equilibrios, arriesgar más allá tomando deuda... El país no tiene capitanes de la industria, incluso algunos que podrían hacerlo no quieren asumir ese papel, tienen el deseo del bajo perfil, quizás porque es costoso tenerlo alto, el deseo de no decir nada que sea políticamente incorrecto en la visión tecnocrática y de organismo internacional. Es un disciplinamiento incluso de los empresarios que se han ido fundiendo y ninguno ha dicho o interpretado por qué se fundió. Así tenemos un discurso de letanía de cámaras empresariales, más de lo mismo siempre”[28] . Esto no ha cambiado hasta hoy.
La situación es como una tenaza: neutralidad estatal y empresariado sin capitanes aprietan cada cual por su lado.
Esa doble renuncia (programática y fiscal) lleva por ejemplo a sectores productivos que resulten beneficiados por  algunas de esas exoneraciones fiscales a enfrentar una salvaje competencia inevitable – se argumenta que debe ser así- por la transparencia que debe observar un país chico sobre las reglas de juego del comercio internacional (muchos países no hacen bien estos “deberes”). A esta transparencia se suman las compras estatales que, si bien cuentan con reglamentaciones que favorecen a pequeñas empresas y productos nacionales, no se aplican en la mayoría de los casos, según una mezcla de inducción política, aversión a promover y burocracia[29] . Sin embargo, no pueden sostenerse empresas tecnológicas con algunos productos exonerados de IVA o con deducciones del impuesto a la renta frente a una libre importación sin restricciones de productos competitivos de calidad baja o aceptable, y con competencia asiática de precios cercanos al dumping. Este programa conduce a transformar fabricantes tecnológicos en importadores. A que gire el dinero y cierren capacidades. Ahora bien, debe decirse que el procedimiento que reguló la ley de inversiones sí permitió aumentar la inversión cuantitativamente, aunque se desconocen evaluaciones convincentes: en materia tecnológica, si la producción fue limpia o contaminante, si hubo creación de fuentes de trabajo sustentables, si trabajos de calidad, etc. Es un balance pendiente[30] .

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Seis – Cuando unos supuestos no son compartidos

Durante el gobierno del Pepe Mujica se habló de que existieron dos “políticas económicas”, la del Ministerio de Economía (Bergara y Astori) y por otro lado, la de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto y asesores del Presidente (Pedro Buonomo y Gabriel Frugoni). Pues sí existieron y fueron más que matices. Los supuestos de que la burguesía local y sus similares no eran fiables y que la regulación con buenas instituciones alcanzaría para una buena actividad económica no fue compartido por el entorno del Presidente Mujica. Varias empresas de distintos sectores (vidrio, cerámicas, curtiembres, imprentas, caucho, transformadores eléctricos, transporte aéreo de pasajeros) quebraron. El FONDES (Fondo de Desarrollo) financiado con la rentabilidad del Banco República se inició con un decreto del Ejecutivo y luego se institucionalizó por Ley, sumándose luego la ANDE (Agencia Nacional de Desarrollo Económico) para nuevos emprendimientos. El fin del FONDES fue apoyar a esas empresas fundidas ahora “recuperadas” por sus trabajadores, organizados en cooperativas, siguiendo  una tradición ya existente en el país. Sin mayor demanda, esa política activa industrial fue extendida a nuevas cooperativas, en la prensa, por ejemplo. El impuesto a la concentración de inmuebles rurales (ICIR)- finalmente declarado inconstitucional por la Suprema Corte de Justicia- fue otra importante diferencia entre esas dos orientaciones. Las críticas desde el entorno de Astori y Bergara hacia la OPP de Mujica por descontrol y manejo ineficiente de las empresas públicas fueron permanentes y objeto de un debate que aún hoy continúa.
El “prender una velita al socialismo” según expresó Mujica se entrelazó, debatió y matizó diferencias con el “aggiornamento del país a los modos de regulación del capitalismo avanzado” según Sergio Milnitsky. La oferta de oportunidades de sobrevivencia y el mantenimiento de fuentes de trabajo en empresas capitalistas fundidas confiando en la gestión colectiva y cooperativa fue un énfasis frente al subrayado de la regulación del manejo del dinero de nuevos inversores con su capital dispuesto.
“Divididos nos mantenemos” fue la idea sustentable. ¿Por qué buscar una única avenida? ¿Son contradictorias? No. Aunque retiró luego la expresión de su discurso, quedó en la memoria de todos cuando Mujica dijo que necesitábamos “un capitalismo en serio”, lo que entronca con la idea institucionalista de la superación de “un capitalismo en broma”, rentista y clientelista. Una velita al “socialismo” y el resto- no sabemos cuántas- al “capitalismo en serio”. Pero el “socialismo” no es mantenimiento de puestos de trabajo y “capitalismo en serio” no aparece sólo por voluntad política.
Debe decirse que ninguna de las dos vías, la regulación institucional o la cooperación productiva significó una locomotora endógena  con buen valor agregado[31] . La primera convocó con sus señales a una novedosa inversión extranjera proveniente de sociedades capitalistas avanzadas y a inversión regional para la construcción, la segunda convocó a recuperar empresas que se habían fundido, algunas sin remedio, con excedentes del Banco República.. Ambas con escaso aporte de valor agregado. Una con atractivos incentivos y reglas claras, otra parecería enfilar hacia una promoción de inversión agro-alimentaria. Una regulando administrativamente los gastos, otra impulsando el gasto presupuestal a demanda. Una apostando a la neutralidad “técnica” que conduce a eliminar los privilegios de la Caja Militar, otra con otro tipo de consideraciones estratégicas militares. Una disimulando ideología con lenguaje exasperante, otra disimulando ideología con menos énfasis[32] .
¿Será éste el camino posible que la política pueda mediar?
¿Será éste el camino que marcan las voluntades ciegas inversoras y financieras que se puedan -con política-  neutralizar?
El Uruguay no es ajeno al retroceso en empleo de la industria manufacturera y la producción agrícola. Sólo como un ejemplo, en Estados Unidos en 1900 un 40% de la fuerza de trabajo estaba en el agro y el 20 % en industria, en 2015, era un 2% en el agro y un 8,7 en industria. En 1900 la fuerza de trabajo era 31% de la población, en 2015 el 44%.

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siete – la demografía

Sin tratamiento específico en el libro Las nuevas reglas de juego sepresenta como supuesto de base que la economía promovida debe ser exportadora. El mercado deberá ser el planeta y no el mercado interno, que ya es, será reducido y probablemente se reduzca más con el tiempo. Existen proyecciones de que a mediados del siglo 21 habrá más personas mayores de 65 años que menores de 15 y que la población podrá estancarse o aún disminuir, salvo que existan políticas específicas inmigratorias.

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Ocho – economía ambiental

No es una temática que sea abordada en este libro sobre economía. Es un enfoque clásico. La única referencia a problemas económicos ambientales se presenta cuando se refiere a la promoción industrial y menciona pérdida de puntos en la evaluación del proyecto cuando la actividad sea contaminante. No se especifica más. Pero el enfoque no menciona un estudio de externalidades ambientales negativas que posteriormente la sociedad deba pagar y sufrir consecuencias. Si bien en los megaproyectos celulósicos se requirió estudio de impacto ambiental y monitoreos posteriores, no es el caso para la plantación de soja y forestaciones en sus efectos sobre las aguas, aire, animales y personas. Según el enfoque, se contabiliza como inversión la adquisición de maquinarias y tecnología específica para esas producciones, sin descontar las externalidades.

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Nueve – tratados de libre comercio

En el libro Bergara y sus colaboradores no abordan la temática de los tratados con países o bloques comerciales. Sí desarrollan el planteamiento del “regionalismo abierto” que diferencian de la apertura y promoción indiscriminada de las exportaciones. Consistiría en “un ingrediente preferencial reflejado en los acuerdos de integración y reforzado por la cercanía geográfica y la afinidad cultural de los países de la región”. Es una preferencia primaria por el Mercosur. No se les escapa las dificultades por las que atraviesa el Mercosur, y plantean posibles soluciones más bien  administrativas para revitalizarlo.  Sin embargo, resultará difícil que un acuerdo regional comercial sea sustentable a mediano y largo plazo si las políticas económicas, monetarias, comerciales, laborales de los países no convergen. La posición de Bergara en estos temas ha variado desde el 2004-2005 cuando se manifestaba partidario de firmar tratados como lo hace Chile[33] .

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Diez – Astori

Danilo Astori no está presentado en el texto, ni está referido en la bibliografía. Llamó la atención de varios que no haya concurrido al Paraninfo a la presentación del libro. El actual Ministro de Economía es el líder del Frente Líber Seregni, al cual pertenece Bergara en carácter de independiente, ahora en búsqueda de un camino propio.
Astori, quien experimentó un cambio visible en sus concepciones desde un socialismo desarrollista hacia sus posiciones actuales, no ha explicado su movimiento teórico ni declarado su afinidad con el institucionalismo. Sí se ha preocupado por hablar de objetivos: crecimiento, empleo, salario, bajo déficit fiscal, inflación contenida, políticas sociales, prudencia financiera. Debe anotarse como un matiz propio suyo el insistir que sus políticas no siguen un modelo  teórico, sino objetivos. Reitera cada tanto que el Frente necesita “actualizaciones ideológicas” sin más detalle  Ha negociado y acordado permanentemente con otras propuestas frentistas. Y fracasado en cuanta elección interna participó[34] . También ha insistido repetidamente sobre la incorporación del Uruguay a tratados de libre comercio diversos, con Estados Unidos, China, Europa o Transpacífico.
La reiterada prédica de Danilo Astori y últimamente de la Cancillería uruguaya a favor de varios tratados de libre comercio no parece coincidir con la perspectiva que Bergara expone en este libro. El argumento básico a favor de la firma de esos tratados es el acceso a mercados con los productos de exportación sin pagar aranceles como los que se pagan actualmente, aduciendo además que varios de nuestros competidores como Nueva Zelanda y Australia acceden sin impuestos a China, Estados Unidos y otros países con los que tienen tratados firmados.
Estos tratados son acuerdos sobre libre comercio de una lista de productos y servicios, considerando el momento y en un plazo corto la foto de las situaciones respectivas de cada país firmante, sin considerar convergencias, sin nivelar el valor de los salarios ni la seguridad social equivalente, ni de la calidad de vida. Son acuerdos entre las élites exportadoras de cada país. Está guiado por la intención de vender más, de aumentar las exportaciones, de “crecer” en los campos en los cuales hay ya determinadas ventajas competitivas comparativas. No se consideran, o poco se hace con listas de excepciones, las condiciones de vida de los productores cuyos productos son competitivos o están en desarrollo y corren serio riesgo de desaparecer por la libre competencia, aplicándose la regla de quien más competitivo sea será el sobreviviente.
Desde luego, cada tratado puede realizarse sobre determinada lista de productos limitada. Bergara parece apoyar un tratado del Mercosur con la Unión Europea y un tratado limitado con China para ciertos productos agroalimentarios. Pero China insistirá en vendernos tecnología chatarra (o no) textiles, zapatos y otros bienes como reciprocidad.

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Once – final por ahora

Este libro se apoya en lecturas de las nuevas condiciones que encuentra el Frente Amplio cuando asume su primer gobierno en el 2004, complementándose luego con lecturas de las crisis sucesivas, particularmente la del 2008. También en relecturas sobre la década de los setenta, disimuladas. Fiel a un silencio teórico costoso y a la tradición conservadora fundacional, se abstiene de decir con claridad que la situación económica mundial y nacional – cultural, económica, política -  es diferente a la de 1971 por lo cual hay que cambiar programas y estrategias. Pero sí formula nuevos programas y estrategias. Falta un relato histórico de medio siglo – con un prefacio y referencias puntuales hubiera sido suficiente para este libro -  diciendo simplemente que cambiar es bueno y que no hay más remedio si las situaciones cambian.
En el medio, nada más y nada menos se había caído el Muro de Berlín e implosionado la Unión Soviética, dejando en situación de emergencia y cambio al régimen cubano, un referente anterior ya superado para América Latina, por ahora sin reemplazo. En el camino se visualiza la práctica ambigua de las fuerzas motrices de la revolución determinadas en 1971. Bergara, colaboradores del libro y Danilo Astori  entendieron antes que nadie y por eso ocuparon la conducción económica, que el programa del Frente Amplio de 1971, con las fuerzas motrices de empresarios locales, cooperativistas, trabajadores y asociados  no tenía posibilidades de sostenerse, si continuaban en los ademanes, caminos y proyecciones vigentes en el siglo pasado al fundarse el Frente Amplio. Y conjeturo, con dudas, que el autor toma nota de todo esto, en silencio[35] .
Bergara se refugia en su especialidad, él es un economista de nota y sobrepone su ciencia al resto de la práctica y conocimiento social, presentando el regulacionismo, una teoría neoclásica modelada con la exclusión de consideraciones ambientales, demográficas y prácticas humanas no transaccionales afectivas y con bienes y servicios. Atiende los consejos que da el Quijote a Sancho, prendiendo la oreja a las informaciones de los ricos e importunidades de los pobres. Esta familia de planteos ha sido y es un freno al neoliberalismo amante del mercado y al socialismo enamorado del Estado.
El centro de la propuesta es la regulación de la actividad económica con transparencia, más bien neutral, con escasos énfasis y discriminaciones preferenciales, como apoyar políticas sociales y redistributivas de riqueza que aparecen en los presupuestos nacionales y rendiciones de cuentas. En el transcurso de la ejecución fueron varios y bastante desapercibidos los enfrentamientos con los dinosaurios defensores del libre mercado y de la libertad sin reglas para los ricos y poderosos.
Hubo y hay en proceso un cambio en las regulaciones que ha permitido liberarse de barreras institucionales y culturales en un buen grado. Ahora bien, parece haber llegado el momento en que las “reglas” se “enredaron” y las cosas no marchan de acuerdo a lo enunciado. Aunque lo “enunciado” es diferente de lo “esperado”. El “enriedo de reglas” aflora cuando se compara lo “enunciado” con lo “esperado”. También cuando las “reglas” propias no coinciden con las de otros, cuando no hay poder para aplicarlas, y cuando desaparecen las “reglas” en la vida mundial.  Las suposiciones que en estos comentarios adjudicamos a Bergara y entorno acerca de lo que “esperaban” del perfil de los inversores de operación local y de la conducta corporativa no estuvieron erradas.   Pero no se está obteniendo la “enunciada” “universalidad” o “igualdad de oportunidades”, no se logra un desarrollo endógeno de capacidades diferente al que los mercados o poseedores del dinero eligen y diferente a las “reglas” de otros. En particular, las “reglas” vigentes han colocado en desventaja a muchos productores locales con alto valor agregado que pudieron y pueden desarrollarse. Múltiples capacidades con potencial han desaparecido. Bergara no es nacionalista ni “antimperialista” como se entendía en 1971 y hace bien. La globalización en el siglo 21 llegó para quedarse. Y cada acción local es ya acción internacional, como una mejora tecnológica en una cadena de producción cualquiera, como una caravana en un novillo, o un diseño artístico relevante, aún desde el pequeño Uruguay. Y lo que deberíamos hacer los aspirantes a ser ciudadanos libres del mundo es desarrollar lo máximo posible nuestras capacidades de producción, conocimiento y afecto con empleos e ingresos de calidad, amparados con una seguridad social óptima para lograr una buena vida. Y no estar esperando a ver cuál fondo de pensiones o capitales de riesgo les da aire a las cuentas nacionales. Para este tipo de fines, una buena formación cultural y tecnológica básica y aplicada de los ciudadanos es indispensable, junto con la creación de múltiples centros de investigación y empresas productivas apoyadas en el conocimiento y la libertad de sus gestores y trabajadores. Estamos lejos aún de un capitalismo “en serio”, lejos de la superación del socialismo estatalista, mucho más lejos de ser productivos y libres. La creación de obreros cognitivos no ha sido fomentada y más bien trabada. Las “reglas de juego” que propiciaron los autores del libro no han sido suficientes y resultaron también adversas para estos fines, pero las responsabilidades y barreras levantadas no son exclusivamente de los reguladores, están también pesadamente en las corporaciones, en la burocracia, en las importunidades, en la cultura productiva.    
Dicho esto, los autores no definen si el modelo de acumulación ha cambiado o no, y hacen bien. Es un defecto de la teoría modelística la imposibilidad de definir si los “modos de inversión, producción o consumo” cambiaron “en su esencia” o “sustancialmente” según su lenguaje. Ay, ¡qué indivisibles son las “esencias”! Podemos decir que los inversores cambiaron, que el dinero se movió hacia nuevas producciones de bienes y servicios, que la “oligarquía” de ayer se reconfiguró bastante, el dinero y poderes mayores se desplazaron de manos con una concentración del ingreso grande, que el consumo trepó según la astronomía, que se configuró una “clase media” consumidora, que la inversión financiera local y externa subió y que bajaron los índices corrientes usados para medir la pobreza, pero gran cantidad de niños y jóvenes permanecen en la marginalidad y pobreza. El crecimiento del producto medido clásicamente fue considerable, y existieron derrames, aunque hay diferencias entre los estudiosos cuando evalúan el impacto que  tuvo en la desigualdad social.
El camino regulatorio neutral sin adiciones de política diferencial positiva lleva indefectiblemente a los tratados de libre comercio, de diverso tipo, amplios o limitados. Los matices que había dentro del equipo económico sobre esta temática ahora están convergiendo hacia una aprobación genérica de tales tratados.
Habrá que estudiarlos caso por caso, cuidando las eventuales potencialidades internas en germen, y aquellas flores que elijamos plantar para nuestro jardín. Uruguay es pequeño en el mundo pero podemos pensar globalmente. Aunque no tengamos generada y todavía no sepamos generar una red potente de productores materiales y afectivos. La comprensión que demuestra Bergara acerca de los movimientos financieros, de la necesidad de informarse sobre ellos, de transparentarlos, quitándoles su carácter anónimo, mostrando que el dinero concentrado no tiene vida propia, no es fetiche sino que es bien material, que es la riqueza de las minorías relativas es positiva. Hacerlos tributar e inducir sus ciegas evoluciones está en la dirección correcta. Tales planteos necesitan de un apoyo multilateral, de muchos países, de la política de muchos países y organismos internacionales y de mayor apoyo en las izquierdas. Los tratados de libre comercio deberían evolucionar hacia tratados de convergencia de intereses comunes, por ejemplo sumando innovaciones como la libertad para la circulación laboral de las personas, la convergencia de las legislaciones laborales, el establecimiento de acuerdos acerca de las retribuciones y seguridad social correspondientes para trabajos equivalentes, el establecimiento de fondos de reserva para imprevisiones, el sometimiento de divergencias a tribunales independientes y mucho más que aparece y desaparece de las negociaciones. El marco jurídico y diplomático de tales acuerdos permitirá que las luchas sociales en cada país e internacionales amplíen sus horizontes, alcances y objetivos. Recíprocamente, las luchas deberían incluir los acuerdos de convergencia entre países e insistir siempre en las convergencias de las luchas sociales y ciudadanas. Hay buenos amigos y amigas en todas partes.
También hay unas cuantas flores, silvestres y de las otras en pequeños jardines que con poco aroma aún resisten y viven, esperando adecuados jardineros. Es importante que haya buenos jardines en todos los rincones del mundo que se va unificando y necesita “reglas” globales comunes y equitativas. La fortaleza endógena permite vivir mejor en el mundo globalizado, el que necesita acuerdos y colaboraciones para eliminar el hambre y la pobreza, el racismo, el machismo, la xenofobia y el nacionalismo para dirigir los abultados excedentes a quienes viven en la marginación, entre la guerra y la miseria. Un mundo globalizado que está preparado para nutrirse de relatos seculares, superadores de siglos de oscurantismo, dogmatismos, fetichismo, fundamentos medievales y persecuciones de las creencias diferentes.

Por último, aquí y hoy, la neutralidad regulatoria lleva a perder pie en la sociedad, a transformar a sus defensores en autónomos, libres de influencias y muy aptos para figurar en los libros de historia y en el Olimpo de la teoría, pero una consecuencia puede ser la caída libre de su apoyo electoral.

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[1] Capítulo XLII, Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes Saavedra.

[2] Investigaciones filosóficas, Apartado 125, Ludwig Wittgenstein, Editorial Crítica, Barcelona, 2008

[3] La contribución se denomina Una interpretación complementaria de los cambios

[4] Titulada Del particularismo al acceso abierto en Uruguay

[5] En la Presentación (Cap. II), en un momento Bergara calienta el lenguaje y rechaza las críticas desde un “Olimpo de la ética” y el “deber ser”, adjudicándoles un “no ser de izquierda”.

[6] El premio Nobel  de economía del año 2009 fue compartido por Williamson considerando “su análisis de la gobernanza económica, especialmente (en) los límites de la empresa” y Elinor Ostrom por “su análisis de la gobernanza económica, especialmente (sobre) los comunes” Los comunes son recursos naturales o culturales accesibles a todas las personas como el agua o el aire. Dijo el Comité sueco que Ostrom “desafió el saber convencional demostrando cómo la propiedad local puede ser gestionada en común por personas de una manera sustentable económica y ecológicamente sin ninguna regulación de las autoridades centrales o privatización”. Gracias a Williamson encontré la obra de Ostrom, además y por ahora la única mujer premio Nobel de economía.

[7] Recuerdan a formalizaciones de textos de Carlos Marx

[8] Karl Polanyi, cuya obra merece ser revisitada, decía que “el laissez- faire fue planeado, el planeamiento no”.

[9] El lenguaje nos habla de juego. No es póker o truco por unos pesos, está allí la vida y el futuro de países y el mundo económico, pero es un juego en el que se enfrentan adversarios, digamos los agentes económicos versus el Estado que determina las leyes y las reglas. Apareció una computadora que dentro de las reglas del póker y sin ver las cartas que tienen sus adversarios puede derrotar a los mejores mentirosos y estrategas del juego. Ver la nota de Adrián Paenza en https://www.pagina12.com.ar/18279-la-computadora-que-sabe-mentir-y-le-gano-al-poker-a-los-mejo . En el caso que nos ocupa el juego no tiene reglas, los jugadores pueden cambiarlas en un ejemplo clásico usual de políticas o estrategias que ignoran lo jurídico. Falta la computadora para entrar en un juego al cual se le cambian las reglas por parte de millones de jugadores juntos o separados, unas u otras reglas. ¿Cuáles son las reglas que la historia económica y moral enseña que son más probables de ser violadas?  Desde luego, tal computadora deberá tener acceso en tiempo real a las jugadas de esos millones de jugadores, lo cual no es nada imposible. Voy a dejar esto para gente que sepa de estas cosas, sugiriendo que, uno, la máquina de tal Sociedad para las finanzas de todos los ciudadanos del mundo tenga en cuenta que sólo el hecho de datar en su memoria será anotado por los millones de jugadores que incorporarán el dato a sus estrategias de juego, dos, reitero, que las reglas de juego serán variables.  El capo de los fondos de cobertura (hedge funds) George Soros, el principio de incertidumbre de Werner Heinsenberg y la teoría de juegos sin reglas tendrán algo para decir.

[10] Por error editorial, no aparecen las referencias bibliográficas específicas para este Anexo, siendo para señalar la de Ortiz y Pereira (2002) con cálculos y ejemplos sobre costos de transacción para el caso uruguayo que podrían ser mostrativos de la teoría.

[11] Friedrich von Hayek, pope de la economía liberal, discute la regulación estatal de los mercados económicos

[12] Entre otros modelos conocidos, se ha planteado el “socialista”, en la que el “hombre socialista” buscaría el beneficio de la sociedad, y también el del “hombre nuevo” para la “sociedad socialista”.

[13] Desde varios autores se ha objetado el enfoque de Williamson que sigue Bergara. Las objeciones más importantes argumentan que la concentración de riqueza y las modalidades que adoptan las inversiones son más complejas, ajenas y demasiadas veces violadoras de las últimas y elaboradas reglas de juego. “Los costos de transacción y la eficiencia no pueden por sí solos explicar el origen del aumento de las jerarquías y de la oleada de fusiones que han experimentado las sociedades modernas” Elvira Salgado C. Teoría de costos de transacción: una breve reseña  http://www.redalyc.org/pdf/205/20502604.pdf
Desde otros lugares y sin consideración histórica alguna, se plantea la crítica de que el institucionalismo es un invento del Banco Mundial.  Ver un ejemplo en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=94232 y por más repasar listas de comentarios en facebook.

[14] Exceden a este comentario los problemas entre las técnicas y las políticas, pero vale decir que no es la primera vez que aparece la pretensión soberbia, metafísica, de un diseño técnico económico “neutral”.  El liberal Ramón Díaz fue presidente del Banco Central durante el gobierno del antiliberal Jorge Pacheco Areco, y el liberal Alejandro Vegh Villegas aceptó la dirección técnica económica de una antiliberal dictadura cívico militar.

[15] La ley más importante que arroja la investigación histórica de Piketty es r>g. “La tasa de rendimiento privado del capital r  puede ser significativa y duraderamente más alta que la tasa de crecimiento del ingreso y la producción g …El empresario tiende inevitablemente a transformarse en rentista y a dominar cada vez más a quienes sólo tienen su trabajo”. Piketty reclama información transparente  y propone una serie de impuestos implantados a escala mundial. Thomas Piketty, El capital en el siglo XXI, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires 2014, pp. 643-649.

[16] Publicado en The British Journal of Sociology 2014. Luego Atkinson escribió el libro Inequality, What can be done? ( Desigualdad, ¿Qué se puede hacer?) Harvard University Press, 2015, intentando su aplicación  a diversos países del mundo además de los europeos.

[17] Conjeturo que el valor en bolsa de facebook puede caer a la mitad si las personas bajan a la mitad su exhibición personal. Es un formidable ejemplo de la pregunta de quién dirige a quién, similar a la situación de los bancos y financieras respecto a quienes les depositan su dinero, similar a lo de los medios de prensa y la opinión pública, eeeeetcc.

[18] El principal exponente de esta corriente es Michel Aglietta. Se extiende en contra del “postulado de homogeneidad” que para la teoría neoliberal significa ignorar puntos de partida de análisis como son las diferencias sociales. En un ensayo de 1998 publicado en la New Left Review, concluye que “Ha llegado la hora de un proyecto político para una reforma radical del sistema redistributivo. Se trataría de instaurar una renta mínima garantizada que proveyera a los individuos de los recursos económicos de los cuales depende el ejercicio de sus derechos inalienables. Éste es un mecanismo diseñado para combinar eficacia económica y justicia social”. El capitalismo en el cambio de siglo: La teoría de la regulación y el desafío del cambio social NLR I-232, 1998. Milnitsky no menciona la propuesta de la renta básica.

[19] El Frente Amplio, con un discurso y propuesta dirigido a captar ciudadanía (catch all) apenas logró hasta un poco más del 50% de los votantes, en tres elecciones parlamentarias consecutivas

[20] .. “la reforma electoral de 1996 que incorporó la mayoría absoluta con doble vuelta para la elección presidencial proveyó al país de un marco institucional para consolidar un sistema de competencia política entre dos bloques ideológicamente opuestos, el del FA en el centro izquierda y el de los dos partidos tradicionales (PN y PC) en el centro derecha”.

[21] Cuando el socialismo, asumiendo aprendizajes duros está reformulándose en el mundo, el economista Antonio Elías repite la resiliente fórmula académica de la contradicción entre “el gran capital transnacional y sus aliados en el empresariado local, representado por el FMI, y los intereses de los trabajadores del campo y la ciudad, con aliados en los sectores de las capas medias” según una eficiente aislacionista estrategia para la derrota. Ver en Otro camino económico, REDIU, 2006. Cuando el socialismo real mostró sus consecuencias y límites indefendibles, se insiste en la confusión entre el rol articulador del Estado con que sea el propietario del aparato productivo, cuando no se entiende que la oportunidad de cambio que vive el sistema mundial capitalista no necesita más estatismo y nacionalismo, sino más bien lo contrario. Ver en La torta y las migajas El gobierno progresista 2005-2010, REDIU, Ed. Trilce, 2010.

[22] Estas suposiciones son conjeturas. En una entrevista Bergara responde acerca de la evolución de su pensamiento en forma poco transparente. Verla en http://www.diariovecinos.com.uy/2016/11/21/mario-bergara-canto-las-40/

[23] hasta 2002 hubo “normativa inconsistente e insuficiente”, “supervisión indulgente”, “seguro de depósitos implícito”, “falta de instrumentos para controlar los  riesgos sistémicos”,
después de 2004 “implementación de la regulación basada en riesgos”, “fondo de garantía de depósitos con reglas”

[24] Ver en http://cienciassociales.edu.uy/wp-content/uploads/sites/2/2015/06/Capital-extranjero-en-el-crecimiento-econ%C3%B3mico-reciente-de-Uruguay.pdf
Capital extranjero en el crecimiento económico reciente de Uruguay, de Gustavo Bittencourt y Andrea Doneschi, Departamento de Economía, Facultad de Ciencias Sociales, UdelaR, 2014.

[25] “El descenso de la inflación en el último mes en Uruguay, el Ministro de Economía y Finanzas se lo atribuye a la política cambiaria. Con ello confirma que esta política se usó para combatir la inflación, afectando la competitividad. A enero de 2017 con respecto a diciembre de 2004 el atraso cambiario es de 47%. ¿Cual será la responsabilidad de este atraso cambiario en el cierre de diversos establecimientos industriales?. Otra vez la prioridad a los equilibrios macroeconómicos y no al empleo”. Ver en http://www.laondadigital.uy/archivos/20052

[26] “Subrayemos la importancia de esta hipótesis. Significa que, lógica e históricamente,
el dinero precede al intercambio. No puede haber una exposición más neta del contraste entre esta hipótesis y la de la economía pura, en la que se considera el dinero como un desarrollo del trueque. En la economía pura, el dinero es un medio de intercambio particular que nace de la coordinación espontánea entre individuos racionales. En el modelo del lazo social, el dinero es el eje colectivo central en la relación entre el individuo y la sociedad” Aglietta en El capitalismo en el cambio de siglo: la teoría de la regulación y el cambio social.
Estos asuntos merecen una detención: no es fácil controlar a las personas que finalmente han derrotado a Estados dictatoriales decisores que imponen de su “mejor y conveniente” ideología y comportamiento sobre las personas. Pero ese “lazo social” del dinero tiene un aroma de control. Si es difícil controlar mentalidades y lo es cada vez más con vaivenes, es más fácil controlar el dinero de las personas conduciéndolas de la manera conveniente. Es un arma poderosa, detectaron los regulacionistas, el control del dinero de quienes lo poseen sin tocar títulos de propiedad sino conduciéndolo, simplemente, “según reglas claras”.

[27] Otros economistas han planteado que existe espacio para avanzar en una segunda fase de la reforma tributaria aumentando los impuestos a la renta del capital y las herencias (desde el IdeCon Mauricio de Rosa, Gabriel Burdín y otros, como frenteamplista independiente Jorge Notaro, desde el Instituto Cuesta Duarte del PIT-CNT Daniel Olesker, desde la OPP del gobierno anterior Pedro Buonomo y Gabriel Frugoni) con matices.

[29] La aversión a aplicar dispositivos pararancelarios es evidente. La aplicación de beneficios por parte de la reglamentación de compras estatales (TOCAF) tiene obligatoriedad de aplicación a partir de compras de monto elevado, lo que deja en manos de los compradores la decisión de aplicarlos o no.

[30] La UNASEP, (Unidad de Apoyo al Sector Privado) del Ministerio de Economía publicó un informe evaluatorio de las inversiones promovidas por la ley Nº 16.906 y su nueva reglamentación del 2008. De 2.346 proyectos aprobados entre enero del 2008 hasta febrero 2014 evalúa sólo 1.105. De éstas, el comercio recibió 470 aprobaciones y representó el 28% de todo lo ejecutado. Transporte y almacenamiento 180 proyectos aprobados y 15 % del total  invertido. Información y comunicación 70 proyectos aprobados y 23% del total invertido. Industria manufacturera 24 proyectos y 1% de lo invertido. Actividades profesionales, científicas y técnicas 57 proyectos aprobados, 5% de lo invertido. La evaluación de cumplimiento se remite a la información que suministran las empresas, y se omite cuando éstas no informan. No existe verificación in situ de, por ejemplo, inversión tecnológica o de producción más limpia. http://unasep.mef.gub.uy/innovaportal/file/5526/1/20141008informe_cumplimiento_proyectos_promovidos_ley16906_actualizado.pdf

[31] La ANII (Agencia Nacional de Investigación e Innovación) publicó datos de I+D en 2015. Por ejemplo, el gasto en Innovación y tecnología en 2012 fue 0,34% del PBI. Brasil presentó cuatro veces más y Finlandia diez veces más. Aún considerando como actividad de innovación la compra de maquinarias o la introducción de un producto al mercado (sic) aproximadamente una cuarta parte de los servicios e industria innovó. Sólo el 6% realizó investigación básica, estratégica, aplicada, con experimentación, para desarrollar procesos, bienes y  servicios en el período 2010-2012.  http://www.anii.org.uy/upcms/files/listado-documentos/documentos/1439216561_boletin-de-indicadores-2015-2-.pdf

[32] Bergara distingue ahora el déficit fiscal de izquierda de uno de derecha https://ladiaria.com.uy/articulo/2017/3/trump-los-deficits-publicos-y-las-ideologias/

[34] Ver Danilo Astori: un suicidio evitable, Diego Ruca Rodante, 2011. http://www.librevista.com/danilo-astori-un-suicidio-evitable.htm

[35] Este es un intento de atar teorías y el tiempo de la fundación del FA con el tiempo actual. Interesa, ver  http://www.laondadigital.uy/archivos/18063 por Jaime Secco: ¿Por qué sólo el Frente Amplio logró hacer crecer a Uruguay? es el título del ensayo y la respuesta que da Secco es “porque el FA pudo gobernar con independencia de las elites” echando mano a la teoría institucionalista. El autor, apoyándose en citas de Lenin de 2005 bastante anteriores a la revolución de octubre y lejanas de la conquista del Palacio de Invierno, sostiene que el desarrollo capitalista es necesario para la clase obrera, sosteniendo de inmediato que por su autonomía de las elites, el FA es el intérprete mejor de ese desarrollo y crecimiento.

 

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