Danilo Astori: un suicidio evitable
x Diego Ruca Rodante (*)
Astori se ha dado cuenta de que debe ingresar urgentemente al debate público. Sin embargo, el camino que eligió y la argumentación que expone lo encamina a un suicidio político. Es el tema de este comentario.
Ya hemos sostenido que a Astori se le acaba el tiempo para salir del feudo de ideas económico e ingresar en la gran política, si es que le interesa dejar de ser el gerente oculto de la administración y competir por el liderazgo frentista. Aquí argumentamos adicionalmente que equivoca su estrategia de cara a esa competencia.
En nota publicada en el sitio de Asamblea Uruguay, (ver http://www.2121.org.uy/noticias/1-noticias-de-prensa/2446-ideologia-y-estructuras-por-danilo-astori ) Astori intenta romper el corral de ramas en que se encuentra atrapado, rechazando la imposición de concepciones a la "estructura" partidaria y la sociedad con una figura fuerte que encabece tal proceso – vía "actualizaciones ideológicas" y ajustes similares. Denuncia sin entrelineas ni disimulo a tal proceso como antidemocrático, y, como remedio para el mismo se enamora de una propuesta –que no precisa- de democratización de las "estructuras" del Frente.
En mi opinión, Astori comete un error: sobreestima la capacidad de un cambio de las "estructuras" organizativas para diseñar el futuro del Frente y evitar cualquier imposición antidemocrática.
En la historia del FA no es la primera vez que se propone "actualizar la ideología" y democratizar sus "estructuras" desde varios lugares.
Por ejemplo, con un talante abierto a valorizar la democracia, entender la derrota a manos de los cívico militares, la caída del régimen soviético, el surgimiento del capitalismo de estado represivo chino, la inaplicación de la experiencia cubana a las condiciones uruguayas y a entender nuevas situaciones y aspiraciones, Hugo Batalla y su entorno intentaron nuevos liderazgos y estructuraciones dentro del FA, que fracasaron.
Fracasaron porque no se supo y no se pudo convencer a las mayorías frentistas que el socialismo soviético caía por propios méritos, que los sueños de insurrección armada aún vigentes eran delirantes, que la democracia valía por sí misma, que se advenía un nuevo siglo diferente. Tales planteos curiosos, interpeladores y actualizadores se diluyeron en manos insípidas y/o conservadoras. Aunque la interpelación que muchos formularon se coló por hendijas insospechadas y surgieron liderazgos inesperados, como el de Mujica.
Astori, único Senador del Frente que acompañó el féretro de Batalla, y Mujica, que en charlas con jóvenes definió al Hugo como un amigo que se fue, saben bien que desde la caída del Muro de Berlín, una línea democratizadora y tolerante –disimulada- permaneció institucionalmente en el FA y se abrió paso en la izquierda. Saben también que la mayor parte de esa línea abandonó la militancia, aunque no la fidelidad del voto, hasta ahora.
Hoy ya es más fácil, a diferencia del fin de siglo pasado: el fracaso socialista está asimilado, la interdependencia mundial está casi aceptada, las crisis capitalistas se asientan en cualquier parte, la extensión de información y conocimiento se agranda, los debates ambientales se instalan, la laicidad política se abre camino, las mujeres denuncian a la violencia doméstica, las nuevas generaciones no se tragan fácilmente las moralinas ni los mitos de los viejos. Hoy, la inmensa mayoría de los votantes frentistas son democráticos y eligen la solidaridad y el bienestar social, sin modelos. A pesar del retintín académico insufrible y testarudo en contrario, o de propuestas de "actualización ideológica" propias de la época moderna ya perimida, hoy se sabe que no hay modelos e ideologías sino sólo objetivos y caminos a elegir. Sí, a elegir.
Danilo Astori elige un mal camino para evitar la alternativa de una figura fuerte y ordenadora ideológica. No aparece como viable el cambio de estructuras y de formas de relacionamiento en el FA. El formato de la figura fuerte con bases organizadas bajo influjo carismático o vía partidos funcionales, con un buen administrador económico, está en el horizonte. El planteo- aún indefinido- de cambio de estructuras internas es obsoleto, forma parte del ideario de fin de siglo. No está en las intenciones del electorado ni de la militancia frentista el renovar las instancias internas. Particularmente, las movidas juveniles pasan por otro lado, y el desencanto campea. Entender el desencanto… ¿acaso no se capta la fuerte corriente de simpatía que traen las medidas impositivas a las grandes extensiones de tierra, la baja de exoneraciones a la minería, la tímida carga a los altos ingresos, el freno a actividades monopólicas en el deporte y los medios de comunicación, el uso de lenguajes contemporáneos, y similares cosas?
De lo que se trata es de conquistar las cabezas de los votantes y militantes frentistas democráticos que mantienen viva la esperanza de reforma, de lograr la pobreza cero con el aporte legal de los privilegiados, de una mejor convivencia, mejora de capacidades, ampliación de derechos y una baja de la crueldad.
Danilo Astori tiene su oportunidad. Puede trabajar con un líder como Mujica. Si no lo hace, si no se apoya en redes, corrientes y partidos afines en el FA, será mariscal de una derrota y se suicidará como político.
(*) Licenciado en Ciencias Económicas