Tenemos baja inversión pública, que es baja porque algunos factores que estuvieron en la historia del país, como ser el Banco Hipotecario, o como fue el Ministerio de Transporte, están muy contenidos. Es un primer componente que llama la atención y diferencia con lo que ha sido la tendencia histórica en el país: la inversión pública es menor que en el pasado. El segundo aspecto es la inversión privada, con su componente extranjero y el componente nacional, nacionales que radican acá y realizan inversiones aunque puedan ser de origen extranjero. Esa inversión de residentes nacionales siempre fue mayoritaria y desde 2003-2004 hubo un modesto repunte, pero en el momento actual hay factores alentadores y otros que no lo son. Es alentador cierto crecimiento de la demanda interna (salarios, etcétera), no es alentadora la política cambiaria y buena parte de la política económica que se sigue. La inversión ha tenido que ver con políticas activas que seleccionan y favorecen ciertos procesos de inversión. Ahora las políticas activas han tendido a desaparecer, incluso la reforma tributaria alienta mucho más a la actividad comercial que a la industrial.
Argumentan que el comercio es el que da trabajo, un argumento que tiene que ver más con lo social que con un país productivo.
Estoy pensando que la tendencia que llevamos desde el 2004 a un dólar que cae y es barato es una tendencia global, que en el pasado fue apoyada desde el propio Banco Central. Esta tendencia tiene efectos: primero, presumo que el que más ayuda al gobierno es el efecto sobre la deuda, reduciendo contablemente la relación deuda- producto, ayudando a comprar los dólares necesarios para pagar la deuda. Segundo efecto, en términos de cuentas externas nos encarece para el turismo argentino, fomenta las importaciones y desestimula las exportaciones, siendo perjudicial para un proyecto productivo. La ausencia de políticas activas tiene consecuencias negativas. Hasta hace unos años, tuvieron que ver con la forestación y la celulosa con un régimen de zona franca que tiene un tratamiento tributario excepcional. Podrá ser el motivo por el cual se instalan pero está muy focalizado a proyectos determinados. El país no tiene políticas fuertes con respecto a pymes, no tiene con respecto a compras gubernamentales que prioricen empresas nacionales, no tiene políticas crediticias ni política de mercados de capitales que estimulen colocación de capital de riesgo en los proyectos en asociación.
El tema es cómo se concretan esas políticas activas, con instrumentos que, como dice el Ministro de Economía, tienen que ser horizontales, para todos igual, no focalizados y verticales.
Creo es el resultado de que hay concepciones distintas según los Ministerios y grupos en el gobierno. La reforma de la salud tiene una filosofía pero la reforma tributaria tiene otra filosofía de la neutralidad. Hay que decir también que la reforma tributaria tiene estímulos a gastos empresariales en ciencia y tecnología que son beneficiosos.
El software, la biotecnología, que son dinámicos. El sector de servicios financieros, actualmente muy en declive aquí, es un sector dinámico en el mundo, sólo tenemos allí capitales extranjeros, no nacionales. Después tenemos áreas tradicionales de muy difícil expansión. El ingreso a Estados Unidos de la carne congelada, allí somos extremadamente competitivos, teniendo la suerte de que los competidores están fuera, por aftosa en Argentina o Brasil, por vaca loca en Canadá, estando Nueva Zelanda y Australia muy succionados por los mercados asiáticos. El mercado lácteo ha dejado de ser mercosureano y se vuelca hacia el norte, Méjico, luego Venezuela. En textiles y vestimenta está difícil para vender en la región. Y la venta a Estados Unidos está muy jaqueada por la venta mejicana y china. Todo el ascenso chino que se espera en EEUU en los próximos diez años es a expensas de América Latina, Méjico incluído. Los que entran y compiten (en EEUU) lo hacen a partir de diseño y productos de lana para alto poder adquisitivo. Siendo la vestimenta uno de los mercados dinámicos a nivel mundial, en el mercado masivo no hay nada que hacer hasta por tamaño de la oferta. Tuvimos una oportunidad que se ha ido desinflando, el sector automotriz y de autopartes, de tecnología media. Creo que es un gravísimo error esa idea de que los países pequeños no tienen que ver con el sector automotriz y de autopartes. Una de las apuestas importantes sería volver a meter pie en ese sector en acuerdo necesariamente con los vecinos, no siendo fácil, incluso los argentinos están sometidos a una presión brasileña feroz. El ensamble de un automóvil y sus partes es parecido a lo que hace la construcción, tiene un efecto multiplicador, mueve otras muchas actividades. Luego, hay toda una veta en la cual el exportador nacional ha quedado afuera, que es la continuación de la cadena papelera o maderera. Hasta ahora, era una cadena de capitales nacionales sin casi procesamiento. De golpe, el tema maderero pasó a ser de interés de grandes empresas transnacionales, en el sentido de que operan en diversos países, que además son compradoras de tierras, lo que genera una diferencia histórica con respecto a lo que fue el primer impulso ganadero en el país, que se hizo en base a tierras en manos nacionales y frigoríficos en manos extranjeras inglesas. Aquí tenemos el doble fenómeno de empresas extranjeras que compran el árbol, lo procesan y hasta venden una commodity, la celulosa. No tenemos allí por ahora, elementos suficientes regulatorios acerca de cómo orientar ese fenómeno. Aquí tenemos dos patas, por un lado quién está en propiedad del recurso tierra, incluso grandes productores nacionales como los Otegui, han vendido tierras a las transnacionales y se van. Por otro lado, tenemos el cómo construiríamos esta cadena, si es que nos interesa ser productores de papel.
En términos de propiedad de la tierra, en qué tierras se puede plantar. Hoy día si la transnacional quiere comprar, compra. Creo que todo esto debería estar mucho más claro de lo que está. Hay tierras que debemos conservar para prioridad ganadera, vacuna y ovina, otras que sean agrícolas, otras para producir madera. Segunda cosa, que muchos países regulan, hasta dónde pueden esas empresas avanzar en la propiedad de la tierra. Ello pasa, por ejemplo, cuando una empresa quiere comprar un banco, bueno, puede comprar hasta un porcentaje de su capital. La tercera, es que no me parece la mejor opción descansar solamente en empresas extranjeras propietarias de tierra y en las mismas empresas celulósicas para tener un proyecto papelero. El país tiene experiencia en papel, tiene empresas instaladas en papel, tiene capitales nacionales en papel y tiene bolsas de valores donde mucha gente podría arriesgar capital para ser parte de un proyecto papelero bien armado. Entonces tenemos en toda la cadena maderera algo para hacer muy relevante. Y no veo mucho más.
Yo creo que un aumento de la tasa de inversión requiere de que esos proyectos se lleven a cabo y de que haya una reactivación de la inversión pública, que está muy jaqueada por el servicio de la deuda. Si tenemos buenos proyectos lácteos, madereros, y de logística para desarrollar el ferrocarril, ahí hay una inversión enorme que el país debe hacer, no lo puede hacer con carreteras. Ahora se está creando la multisectorial del BID, la tres, para grandes proyectos donde se pretende que bancos, AFAPS, público en general participe junto con el BID financiando grandes proyectos. Conaprole está haciendo ahora emisión por más de veinte millones de dólares para ampliar su capacidad de producción. Y después tenemos todos los temas portuarios y el famoso nodo de Nueva Palmira, donde tenemos buena parte de lo que viene por la hidrovía. El tránsito de países del MERCOSUR viene por ahí y la ubicación geográfica nos ayuda.
Tiene una relevancia enorme para el país, es lo único que tenemos de inversión relevante para dos o tres años de este gobierno.
Nos matan, de hecho hoy sólo tenemos a Botnia trabajando, Ence suspendió y la otra está sólo comprando tierras. Estamos bastante dependientes. Ahora, son proyectos como el país nunca tuvo, son como olas que tienen un impacto muy fuerte, en empleo calificado, etc.. Me parece que tenemos una posibilidad y hay una cierta sensibilidad, lo que falta en el gobierno es el liderazgo de país productivo, porque yo creo que en las cuentas tradicionales Astori cumple un papel de ordenamiento. Lo que no se tiene es un agitador productivo, alguien que diga: aquí hay una posibilidad, allá hay otra, hay que hacer tal cosa con las pymes. Puede haber Ombudsman, Ministros que ordenen, pero ¿dónde está el agitador productivo? No hay. Todo este mundo tecnocrático que se define por no ser desprolijo, tiene mucho miedo a producir, porque producir es creación, hacer cosas distintas, romper equilibrios, arriesgar más allá tomando deuda.
El país no tiene capitanes de la industria, incluso algunos que podrían hacerlo no quieren asumir ese papel, tienen el deseo del bajo perfil, quizás porque es costoso tenerlo alto, el deseo de no decir nada que sea políticamente incorrecto en la visión tecnocrática y de organismo internacional. Es un disciplinamiento incluso de los empresarios que se han ido fundiendo y ninguno ha dicho o interpretado por qué se fundió. Así tenemos un discurso de letanía de cámaras empresariales, más de lo mismo siempre.
No tiene línea, el país tiene línea de ordenamiento fiscal, está bien, pero no existe la otra ¿y por qué? Las cosas no pasan porque sí. Aún en un gobierno como éste, ¿por qué no lo hace? Los mangos que andan sueltos van a encontrar oportunidades menos riesgosas por ahí y así la inversión productiva no va a ser relevante. Sí la vamos a tener de Conaprole, de Fanapel, de algún frigorífico, del Estado con bienes hipotecarios, pero todos los demás potenciales inversores, solos o asociados, están fuera.
Claro, te lo arreglan por teléfono y nadie sabe que tenés un mango. Si sos demasiado conservador, te comprás un auto chico..
Yo creo que la mejor opción, cuando asumió el gobierno, era no romper con el FMI, pero sí ser un alumno un poco díscolo, indisciplinado. Al contrario, militamos en la disciplina del Fondo, queríamos decir que éramos serios. Esa es una de las grandes mentiras para los países pobres. Nadie es serio en el mundo financiero, se mueven intereses, se disfrazan.. Hicimos una mala estrategia de partida con respecto al Fondo, y tenemos ahora un compromiso de superávit primario que es tremendamente exigente, y si lo hemos podido sobrellevar, es porque estamos en un período como hacía años que no se vivía en el mundo: precios altos de las commodities, dinero fácil, riesgo país bajísimo. Son condiciones excepcionales y si la excepcionalidad cambia, es inviable desde el punto de vista social. Me da lástima, estamos hipotecando las esperanzas de todos nosotros. El diseño del buen alumno no paga. Y tampoco paga a la Argentina, que hizo el diseño del mal alumno y tiene el mismo resultado que el Uruguay. Pero Argentina es más importante. Era muy fácil plegarse a un movimiento anti-Fondo que es mundial. Somos el único país que recibe como personajes a los funcionarios del Fondo y cree además que hay que escucharlos. El dinero te lo regalan, con doscientos puntos de riesgo país vive cualquiera. ¿quién puede creer que un bono uruguayo tiene dos puntos de diferencia con uno de Estados Unidos, y la gente lo compra igual? Compran cualquier cosa dada la gran cantidad de dinero. Si el dinero empieza a costar, y los commodities empiezan a valer lo que valen, se acabó.
(*) Economista, preocupado desde hace mucho tiempo por esta temática, no se resigna.