Conversación con Lilián Celiberti

Me siento parte y ajena de esto


Paradójicamente, para mí es un momento complejo subjetivamente. Primero porque comparto una historia con mucha gente, empecé a los dieciséis años y tengo cincuenta y cinco, pasé por diferentes etapas de las que no tengo una visión nostálgica, en ninguna me quedé, no soy exiliada ni presa. No reniego de ninguna de esas, pero no me quedé, necesité otras identidades, la riqueza está en eso, en poder transitar por distintos espacios.

Quiero explicar dónde está mi dificultad. Este gobierno es resultado de todas esas múltiples, enorme cantidad de historias individuales y colectivas, que son dos partes de la historia que no siempre se articulan armónicamente. A veces los procesos colectivos son un poco más distantes, más amorfos, según los momentos históricos. Me siento parte de esta historia y con total derecho a opinar, a pesar de que en estos últimos años en la izquierda se ha dado un proceso de institucionalización, que hace que quienes están autorizados a hablar en nombre de la izquierda sean algunos representantes, desconociendo una vieja polémica que hubo después de la dictadura sobre si el Frente Amplio era coalición de partidos o movimiento...

Entonces, al mismo tiempo me siento parte de esto y al mismo instante y con la misma fuerza me siento ajena.

Me siento ajena a las decisiones, porque lo estoy, no participo en ellas, y me siento ajena a algunas sensibilidades que, en particular como mujer, me afectan profundamente, y no sólo por el hecho de ser mujer, me afectan porque creo profundamente en la democracia y creo que la democracia es y tiene que tener como correlato una forma de Estado en que quien gobierna es depositario de un bien común que es la democracia. Ese bien común es así en la medida que representa una diversidad de sensibilidades. No es común porque hay una mayoría que dice que eso es lo común...Me siento ajena a una sensibilidad de izquierda donde el presidente dice que vetaría una ley. Como democrática, niego absolutamente el poder de un presidente para hacer eso, nunca fui presidencialista, ni lo quiero ser. La izquierda cuestionó en el año 66 la reforma constitucional del presidencialismo en el país. Y no digo que no se cambien las prioridades ni las agendas. Yo, personalmente, sigo siendo más afín al parlamentarismo, a otras formas de Estado. Ese es un punto en que está esta bisagra del sentirse parte y ajena...También digo que el Frente Amplio no es sólo Tabaré Vázquez, también ahí hay una disputa en términos de sentidos de la democracia, de la cual yo también me siento parte y nadie me va a dejar afuera de esa disputa.

Al Estado mínimo le respondemos con el Estado máximo

Por otro lado, un segundo elemento que es un debate interno en la izquierda nunca saldado, una especie de polarización en que al Estado mínimo le respondemos con el Estado máximo. Ambas son visiones que no comparto, creo que la profundización democrática no se resuelve con un Estado máximo...

... que se hace cargo de problemas...

... más que hacerse cargo de problemas, la búsqueda de reconstrucción de un Estado de bienestar todopoderoso, cuando creo que es la articulación de una relación Estado-sociedad la que permite el desarrollo de un concepto que para mí debería ser el principio fundamental del pensamiento de izquierda. Es la experimentación política y social, de la búsqueda de alternativas. En la línea que define Boaventura de Souza, como los campos en los cuales se producen los cambios, yo no veo un cambio sólo de arriba para abajo sino una sinergia de relaciones en donde simultáneamente los cambios de los sentidos comunes democráticos se expresan, como en el espacio doméstico se generan relaciones solidarias. Espacio doméstico quiere decir la relación de las familias y cómo dentro de ello los seres humanos son valorados como tales, sean homosexuales, lesbianas o heterosexuales. Ese espacio de lo humano, del vínculo afectivo es también un espacio de transformación frente a la regulación que el Estado históricamente ha hecho, consagrando determinadas relaciones por encima de las otras. Ese espacio doméstico, de lo afectivo, de las relaciones interpersonales me parece tan importante como las formas de producción y la búsqueda de soluciones de experimentación y la búsqueda de soluciones colectivas, pero sin modelos. Cuál es el rol del Estado, en este momento postliberal y digo post para decir algo en términos de discurso, pero en la realidad los lineamientos, los límites del neoliberalismo están puestos y valen tanto para la izquierda como para la derecha, en términos de acción política: el endeudamiento, la entrada de capitales transnacionales, y Uruguay no puede escapar a eso y no puede solo. Me parece entonces que el camino del Estado tiene que abrir un juego de sinergias sociales, que van desde el campo de la producción, de formas de producción alternativas, a veces llamadas economías solidarias, economías sociales, como las analiza Corallo y otros pensadores. Yo lo pienso en términos de experimentación social porque me parece que es en ese terreno que el Estado hace y permite desplegar, buscar alternativas para las que no hay recetas, ni un camino único. No lo estoy pensando sólo en términos de políticas sociales, me parece que la división entre políticas sociales y política económica es uno de los precios altos al pensamiento liberal conservador que paga la izquierda, seguir pensando en términos de que hay políticas económicas eficientes y políticas sociales "para la gente".

Por otro lado, creo que hay otros planos que tienen que ver con la profundización democrática donde la relación Estado-sociedad debe transitar por una nueva articulación entre democracia representativa y democracia participativa. También ahí la polarización entre un Estado máximo y un Estado mínimo es una nueva articulación que permita potenciar la participación ciudadana que está como muy desacreditada en este país. Se ve toda participación en términos corporativos y a veces es verdad... No estoy planteando que haya algunos que tengan que ejercer esa acción pedagógica, no, es un camino que va tanto de transformación desde abajo, de las asociaciones, de la propia sociedad civil, de la forma de articular los conflictos. Los conflictos están, sería impensable que no hubieran conflictos ambientales cuando las formas de producción son las que son. Anteriormente, el tema como no existía, la conciencia sobre la responsabilidad hacia las generaciones futuras era inexistente. Nadie en el marxismo se planteó nunca, más bien al contrario, la producción se daba sobre la base de la explotación de la naturaleza que no estaba como un problema en la conciencia colectiva. Hoy hay una conciencia difusa en relación a estos temas. Además, la sociedad globalizada establece el sistema de los expertos: para hablar de ecología tenés que ser experto, para hablar de derechos sexuales y reproductivos tenés que ser experto en sexualidad. Eso forma parte de la fragmentación del conocimiento. Si tú opinás y no tenés un título no sos nadie en el Uruguay. Hay un descrédito de las formas de conocimiento, de la experiencia, de la práctica, incluso de la práctica política. Tenemos menos espacio de debate de lo que creemos... Tenemos dificultad en bajar a tierra la construcción colectiva. Estamos sometidos a los mismos procesos de individuación que otras sociedades, sólo que en otros países se teorizó (ejemplo Lechner en Chile). Ahora todo el mundo sabe que el proceso de individuación produjo en Chile el bloqueo de los sueños, las dificultades de la acción colectiva, etc. En el Uruguay seguimos transitando por la idea de lo colectivo basado en las grandes corporaciones, como el PIT- CNT, etc. Y después hay una masa enorme de gente que no está ni conoce ninguna de esas... No se ha teorizado la desafección de la política en el Uruguay. Yo creo que no hay tanta desafección como despolitización. La política es un hecho que está allá, que a veces tiene algo que ver conmigo, con mi vida de todos los días muy esporádicamente. En general, me parece que hay como una dificultad en restablecer cierta mística, no sé. Yo creo que la pasión y la mística son cosas importantes en las sociedades colectivas. Y me parece que cuando uno siente algunos discursos, y estoy hablando del gobierno hoy instalado, me parece que hay una apelación a la solidaridad en términos de "ayudemos al más necesitado" más que en términos de "yo tengo una responsabilidad" en una sociedad de derechos en que esos derechos se ejerzan...

Tengo el convencimiento que hay un cambio político cultural que hoy en día tiene que transitar por fuera de las estructuras políticas tal como son y en algún momento invadirlas. Me pienso a mí misma volviendo a una estructura política y no lo soporto, qué se debe discutir, qué no, cuales son los temas prioritarios de la agenda. Y yo no lo soporto, soy muy anarca en ese sentido. De la misma manera también te digo que me interesan los debates que tienen sentido.