Saberes
(sobre un TLC con China)

x Alejandro Baroni

No hace mucho, un senador del Frente a quien le interesa apoyar la producción local informó a un fabricante tecnológico que competía con productos importados chinos algo así como “que no se podía ir contra China, un país que es demasiado importante para las exportaciones uruguayas y podría tomar represalias comerciales si nos protegemos”. En estos días, el Presidente, el Canciller,  exportadores y vinculados visitan China y promueven un tratado de libre comercio (TLC) con ese heterogéneo, cambiante y no tan poderoso país, convencidos que es la salida para mantener el crecimiento económico, las finanzas públicas equilibradas y lograr cierto derrame de riqueza sobre la población, con políticas sociales incluídas. Y argumentan “que si no lo hacemos nosotros, otros competidores de nuestra producción ocuparán nuestro lugar”.

Existe un campo de opinión contrario a todo tratado de libre comercio, argumentando que tales tipo de acuerdos serán pasto tierno para la actividad de multinacionales invasoras al país con su capital y ventas y que la negociación de controversias sería en tribunales sin garantías jurídicas suficientes. ¿qué piensan de un TLC con China? No lo sé. En general, estas posturas no se plantean responder a preguntas como ¿qué podemos producir y que sea vendible? ¿cómo podemos producir y competir con las ventas y capitales de las multinacionales? ¿cómo podemos mantener fuentes de trabajo bien pagas?  Cuando proponen, sus alternativas descansan en la actividad defensiva del débil Estado nacional del siglo 21, o eventualmente de un Estado continental que no existe, o en un Tratado universal de reparto de justicia que no existe, o de un Estado amigo que nos banque que no existe y es probable que no exista por largo tiempo, en una alianza regional como el Mercosur que no funciona, o en un horizonte socialista del siglo diecinueve que ya dio lo que tenía para dar. No se plantean siquiera si la sociedad o partes de ella está dispuesta a tomar caminos de inversión productiva, educación para generar valor agregado, nuevos productos, autogestión, cooperativización, sumar productividad, ventas, negociaciones, crisis, dolor, alegría, bajas y subas de nivel de vida. Tampoco se preguntan si el Estado es algo aparte surgido del cielo o más bien surge de esa sociedad, si los partidos políticos representan su electorado y si las organizaciones populares podrían superar sus conductas compuestas de reivindicaciones defensivas más alguna declaración programática de intenciones genérica.

El Presidente, el Canciller y probablemente el Senador sí saben[1] que la sociedad, o su mayor parte, o las organizaciones populares, no están dispuestas a transitar tales caminos productivos, y menos preparadas, y actúan en consecuencia. Conocen que la burocracia estatal no hace distingos entre lo importado y el producto nacional de similares calidades y compra más bien importado[2] . Observan las altas barreras educativas para formar jóvenes productivos y libres. Saben también que hay sectores agrícolas y ganaderos, los ya radicados y los que pueden venir, grupos agro industriales con escaso valor agregado interesados, que venden bien y con buenos ingresos a quien sea, chinos, japoneses o estadounidenses con o sin presos liberados de Guantánamo aquí recibidos. Conocen el carácter rentista y quejoso de la burguesía autóctona radicada, que nunca se conforma con la escandalosa concentración de ingresos que disfrutan. Cuentan con el respaldo del Banco Central de Mario Bergara que hace bien sus deberes de control y tiene ataditos con buen alambre a los bancos y especuladores, sin poder impedir del todo las fugas de capital hacia los paraísos fiscales. Y cuentan con el ghost writer de argumentos Danilo Astori, con una permanencia a prueba de balas. Saben también, por la historia, que las libertades  comerciales terminan recibiendo algún marco regulatorio y están seguros que “el mercado sea el que asigna mejor que nadie los recursos” son cosas en las que sólo Arbilla cree [3] . Ni Jorge Batlle las cree, es de suponer si se sincerara y dejara su frustración de lado por un momento, recordara su crisis de efectivo del 2002 y el gran salvataje estatal y legislativo de bancos y financieras que tuvo lugar luego de la crisis de 2008, irresuelta aún del todo, del mercado especulativo y libre que fue rescatado por las guitas estatales y de los contribuyentes, en acciones que promovieron los mismos neoliberales que habían cerrado los ojos y confiado en el rey mercado (como se ha dicho, Lenin quedó chiquito ante tanta nacionalización promovida por esos libertarios del mercado[4] )  El Presidente (un doctor en servicios de medicina) y el Canciller (un productor agropecuario) saben que deben evitar aquí las consecuencias de pobreza, pérdida de fuentes de trabajo, endeudamientos y desalojos de viviendas de papel adquiridas, todas esas cosas que la libertad del mercado trajo para otros países. Saben que los de abajo son siempre los que pagan, y que los otros, de una u otra manera salvan la situación. Está en su conocimiento que el actual descontento con la política está en lo simple: que escasea trabajo y peligran ingresos adquiridos. Más allá de los logros alcanzados en derechos por diversidad, sospechan que una izquierda sencilla es la que sustenta andamiajes. Saben, creo, por sobre todo lo dicho, que lo jurídico no está a salvo de las acciones de los humanos -política incluída- y mucho menos de sus intereses particulares, pero sí ayuda[5] . Presidente y Canciller buscarán entonces un tratado[6] que asiente y abra más aún lo que ya existe: la abundante clase obrera china que contratan empresas uruguayas para que- como a los uniformes de policías- les cambien la grifa para decir que son nacionales y ventajear mejor, y aquellas que instalan oficinas en Shangai y Shenzen para controlar esa clase obrera oriental en su productividad, calidad y puntualidad. El PIT CNT debería plantearse su filial sindical chino oriental para defender e igualar los derechos laborales.

Con esa biblioteca de saberes, intuiciones, suposiciones, más las presiones en el cuerpo, el Presidente y el Canciller negociarán un tratado de libre comercio con China. Una lista de productos con entrada libre y una lista de productos condicionada, ojalá. Dependerá mucho de las cláusulas, del poder de fabricantes y productores en cada lugar y de quien negocie. En una mirada inicialmente superficial, esto colocará al Uruguay como proveedor favorecido de productos agrarios primarios, alimentos, agroindustriales con cierto valor agregado, y a China como proveedor sin aranceles de productos industriales con valor agregado medio. Una división de  trabajo y especialización difícil de revertir por muchos años, salvo crisis gruesa de algún tipo. Es altamente probable que las producciones tecnológicas electromecánicas, electrodomésticas,  mecánicas, electrónicas, robóticas, textiles, metalúrgicas, vestimenta, tecnología energética, tecnología agrícola, productos elaborados con madera, con lana, alimentos envasados, fertilizantes, materiales para la construcción, medios de  transporte y otras pasen más aún a ser de procedencia china. Es probable que se condicionen o preserven tecnologías informáticas, agrícolas, algunos medicamentos, autopartes, bioproductos y otros, y se introduzcan cláusulas sobre preferencias (o no) para compras del Estado. Tal vez alguna reciprocidad en derechos laborales.  Es seguro que se exijan inversiones chinas en infraestructura vial y ferroviaria. Pero, la negociación dependerá de los factores ya dichos.

De poco servirá la formación de tecnólogos en los campos donde operará esa apertura comercial.  La tecnología se comprará más fácilmente sin aranceles en los terrenos tecnológicos en que China hace ya tiempo viene invirtiendo y que Uruguay ha dejado de lado según muestran las acciones y no las palabras. En su mayoría, es esperable que los egresados universitarios sigan el perfil del plantel del Banco Santander Uruguay[7] .
Esto todos lo sabemos.

Lo relatado está en ciernes en el Uruguay, pero hoy no sucede tan claramente en Brasil ni en Europa continental, donde los productos tecnológicos chinos no penetran con tanta facilidad. Sí sucede algo parecido en Estados Unidos, donde se ha dejado el campo libre- sin tratado-  para la tecnología media china (no en la militar o tecnología de alta gama), perdiendo millones de puestos de trabajo  a cambio de retornos de capitales chinos que se depositan en Wall Street. No es que sea la única causa de la pobreza de unos cincuenta millones de norteamericanos ni que la mitad de ellos no tengan cobertura médica, pero juega[8] .

Para los productores individuales y colectivos que suman y crean valor medio o intenso, de productos materiales, cognitivos y afectivos que sean su medio de vida, no queda otra que buscar los nichos que va dejando esta marea hoy potente de intereses amplios sociales, de pobres, medios y ricos, que cuenta con liderazgo.  
Investigar y experimentar duro,
perforar el eventual tratado,
usar la información,
las redes de conocimiento
y la movilidad de las personas,
no esperar maná del cielo estatal,
elegir,
cerrar los ojos,
estar despiertos,
atentos a la marea,
a los flujos y reflujos
hacer lo que te  gusta,
hacer,
cansarte,
descansar,
tomar riesgos
sin consultar a las que te dije,
sobrevivir
y esperar,
si se banca.

1º de octubre de 2016

[1] O parece que supieran

[2] Para que un producto sea considerado nacional y obtenga beneficios en las compras estatales, alcanza que sume un 35 % de su precio en insumos y mano de obra local. Ese porcentaje es bajo, permite cambios de grifa o dos o tres vueltas de tuerca, es un atractivo, pero no se establecen incentivos y beneficios mayores para aquellos productos que tengan una incorporación mayor de valor nacional. Además, y según su letra chica, el reglamento de compras estatales sólo obliga a extender beneficios en compras  estatales para los productos nacionales a partir de compras muy importantes, dejando de lado a la mayoría de las licitaciones

[3] Es para sospechar que Danilo Arbilla cree en el buen mercado asignador de riqueza cuando se trata de competencias de poca escala y territorio.  ¿Acaso no ve que el mercado internacional de bienes y papeles termina periódicamente más bien asignando problemas que debe solucionar la política?

[4] Yanis Varoufakis, El minotauro global, Estados Unidos, Europa y el futuro de la economía mundial, Capitán Swing, Madrid 2013

[5] Es permanente la defensa que la derecha y otros leguleyos hacen del status jurídico frente a las acciones políticas. La derecha viola las normas permanentemente y busca nuevas jurídicas mejores para sus intereses.

[6] Brasil no ha liderado el Mercosur, nos quedamos sin política continental como esperábamos. La burguesía paulista no lo apoya, y menos con Lula en el gobierno, y a los camaradas similares de Argentina tampoco les interesa el bloque regional. Uruguay, si firma un TLC con China torpedeará a la forma jurídica de la alianza regional pero no afectará a ninguno de los grandes países vecinos. Ya tiene su permiso, no les importa unos tractores o automóviles más o menos vendidos al mercado uruguayo


[7] Los ya omnipresentes Gerentes de riesgos sujetos a las inefables y explosivas de tiempo retardado agencias calificadoras, analistas de bonos y obligaciones, creadores de dinero tóxico, contadores, licenciados en administración,  auditores, controladores de gestión, etc. Ver Revista Empresas & Negocios, Semanario Crónicas, 27/11/2015

[8] Aunque no lo votarían todos, está entre los impulsos que ha tenido la candidatura de Bernie Sanders, a la izquierda de Hillary Clinton. El descontento provocado suma a la posición de Donald Trump, que propone la vuelta desde Méjico o China de las fábricas, a reinstalarse en el territorio de Estados Unidos.

 

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