Todos deberíamos ser feministas

x Chimamanda Ngozi Adichie[1]

Esta es una desgrabación de una parte de la charla TED[2] que esta escritora nigeriana ofreciera en diciembre de 2012, sumando aportes de una revisión de la misma hecha por la autora. La charla puede verse- con subtítulos en castellano- en el link:
https://www.ted.com/talks/chimamanda_ngozi_adichie_we_should_all_be_feminists?language=es (traducción del editor)

….
No es fácil conversar sobre género. Pone a la gente incómoda y provoca inmediata resistencia. Tanto hombres como mujeres se resisten a hablar de género, o bien tienden a restarle importancia.

Hay gente que pregunta: “¿Por qué usar la palabra ‘feminista’? ¿Por qué no decir simplemente que crees en los derechos humanos o algo parecido?”. Pues porque no sería honesto.

Está claro que el feminismo forma parte de los derechos humanos en general, pero elegir usar la expresión genérica “derechos humanos” supone negar el problema específico y particular del género. Es una forma de simular que no han sido las mujeres quienes se han visto excluidas durante siglos. Es una forma de negar que plantear el problema del género pone a las mujeres en el punto de mira. Que tradicionalmente el problema no era ser humano sino concretamente ser una humana de sexo femenino. Durante siglos, el mundo dividía a los seres humanos en dos grupos y a continuación procedía a excluir y oprimir a uno de esos grupos. Es justo que la solución al problema reconozca eso.

Hay hombres que se sienten amenazados por la idea del feminismo. Creo que viene de la inseguridad que les genera la forma en que se les cría, del hecho de que su autoestima se ve mermada si ellos no tienen “naturalmente” el control por ser hombres.

Otros hombres responden diciendo: “Sí, esto es interesante, pero yo no pienso así. Yo ni siquiera pienso en términos de género”

Y ahí radica el problema. En el hecho de que muchos hombres no piensan de forma activa en el género ni se fijan en él. De que muchos hombres, como me dijo mi amigo Louis, dicen que tal vez las cosas estuvieran mal en el pasado pero ahora están bien. Y de que muchos hombres no hacen nada para cambiar eso. Si eres hombre y entras en un restaurante y el mozo te saluda sólo a ti, ¿acaso se te ocurre preguntarle: “Por qué no la saludaste a ella”? Los hombres tienen que denunciar estas situaciones aparentemente poco importantes.
 
Y como el género puede resultar un tema incómodo, hay formas fáciles de cerrar esa conversación.

Por ejemplo, están quienes traen la evolución de las especies y los monos, el hecho de que las hembras de los monos se inclinan ante los machos, y cosas parecidas. Pero la cuestión es que no somos monos. Los monos también viven en los árboles y desayunan lombrices. Nosotros no.

Está también quien dice: “Bueno, los hombres pobres también la pasan mal”. Y es verdad.

Pero esta conversación no trata de eso. El género y la clase social son diferentes formas de opresión. Los hombres pobres siguen disfrutando de los privilegios de ser hombres, por mucho que no disfruten de los privilegios de ser ricos. Por hablar con hombres negros he aprendido mucho sobre los sistemas de opresión y sobre cómo pueden ser ciegos los unos con respecto a los otros. Una vez yo estaba hablando de cuestiones de género y un hombre negro me dijo: “¿Por qué tienes que hablar de tu experiencia como mujer? ¿Por qué no hablas de tu experiencia como ser humano?”. Este tipo de pregunta es una forma de silenciar las experiencias concretas de una persona. Y aquel mismo hombre, por cierto, hablaba a menudo de su experiencia como hombre negro. (Y yo tendría que haberle contestado: “¿Por qué no hablas de tus experiencias como hombre o como ser humano? ¿Por qué como hombre negro?”).

Así que no, esta conversación trata del género. Algunas personas dicen: “Pero es que las mujeres tienen el poder verdadero, el poder de abajo [bottom power(ed.)]”. (Esta es una expresión nigeriana para referirse a las mujeres que usan su sexualidad para obtener beneficios de los hombres). Pero el poder de abajo no es poder en realidad, porque la mujer que tiene el poder de abajo no es poderosa por sí misma: simplemente tiene una manera para obtener poder de otra persona. Pero, ¿qué pasa si el hombre está de mal humor o enfermo o es impotente?

Hay quien dice  que las mujeres están subordinadas a los hombres porque así es nuestra cultura. Pero la cultura cambia constantemente. Yo tengo unas hermosas sobrinas gemelas de quince años que viven en Lagos. Si hubieran nacido cien años atrás, se las habrían llevado y matado. Porque en nuestra cultura, nuestra cultura igbo, se mataba a los gemelos.

¿Entonces, en qué se afirma la cultura? Está el folklore, la danza, etc, pero en última instancia, la cultura tiene como meta asegurar la preservación y la continuidad de una comunidad. En mi familia, yo soy quien tiene más interés por la historia de quiénes somos, por las tierras ancestrales y por nuestra tradición. Mis hermanos no tienen tanto interés por esas cosas. Y, sin embargo, no puedo participar en las reuniones de familia, no puedo opinar. Aunque es a mí a quien interesan más esas cosas, yo no tengo voz ni voto porque soy mujer.

La cultura no hace a la gente. La gente hace a la cultura. (Aplausos)  Si es verdad que no forma parte de nuestra cultura una completa humanidad de las mujeres, entonces tenemos que hacerla parte de nuestra cultura.
        
Me acuerdo mucho de mi amigo Okoloma Maduewesi. Que sigan descansando en paz él y los demás fallecidos en aquel accidente aéreo de Sosoliso. Quienes lo amamos siempre nos acordaremos de él. Y él tenía razón cuando me llamó feminista, hace tantos años. Soy feminista.

Y cuando hace tantos años busqué la palabra en el diccionario, me encontré que decía: “Feminista: persona que cree en la igualdad social, política y económica de los sexos”.

Por las historias que he oído, mi bisabuela era feminista. Se escapó de la casa del hombre con el que no se quería casar y se casó con el hombre que ella había elegido. Cuando sintió que no tenía acceso a la tierra y ese tipo de cosas por ser mujer, ella se negó, protestó y denunció la situación. Ella no conocía la palabra “feminista”. Pero eso no quiere decir que no fuera feminista. Muchos de nosotros deberíamos reivindicar esa palabra.. La definición que yo doy es que feminista es todo aquel hombre o mujer que dice: “Sí, hay un problema con el género hoy en día y tenemos que solucionarlo, tenemos que hacer mejor las cosas”.

El mejor feminista que conozco es mi hermano Kene, que es un joven amable, atractivo y muy masculino.

Gracias.

 

[1] En una entrevista reciente a la autora le preguntaron: ¿Prefiere resaltar el valor de la experiencia? Yo soy una contadora de historias. Me interesa la textura de la vida, no las teorías, porque la teoría achata a la gente, la hace plana. Por eso no leo sobre teoría de género, leo historias sobre la gente.
 Cuando Caitlyn Jenner salió del armario me di cuenta de que no sabía mucho sobre lo trans. Entonces, ¿qué hice? No leí teoría trans, sino historias sobre estas experiencias. No uso el lenguaje de la teoría, no uso palabras como heteronormativo. No hablo así.  No es una académica. No, no lo soy. A veces la gente se molesta porque no usas el lenguaje que se supone deberías usar. Pero si empiezas a ver el mundo a través de las lentes de la teoría te puedes ver forzada a ignorar esas áreas de la experiencia humana que no encajan con ella.  Prefiere los relatos. Totalmente. Cuando comencé mis estudios universitarios quería aprender sobre la historia precolonial de África. Fui a Yale, que supuestamente tiene el mejor programa sobre la materia. Pero me di cuenta de que pasábamos demasiado tiempo aplicando teorías y yo solo quería saber qué había pasado. Ver la entrevista completa en: https://www.google.com.uy/amp/s/elpais.com/elpais/2017/10/01/eps/1506809126_150680.amp.html  (nota editor)


[2]   originalmente Tecnología-Entretenimiento-Diseño, una ong dedicada a “las ideas dignas de difundir” (ed.)

 

vuelve al texto

regresa al índice