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nš 62, marzo 2025

Contingencia, particularidad, solidaridad y equidad

x Alejandro Baroni Marcenaro

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No dudo que muchos creen y han creído que las cosas del mundo están regidas por la fortuna y por Dios de tal modo que los hombres más prudentes no pueden modificarlas; y más aún que no tienen remedio alguno contra ellas. De lo cual podrían deducir que no vale la pena fatigarse mucho en las cosas y que es mejor dejarse gobernar por la suerte. Esta opinión ha gozado de mayor crédito en estos tiempos por los cambios extraordinarios, fuera de toda conjetura humana, que se han visto y se ven todos los días. Y yo, pensando alguna vez en ello, me he sentido algo inclinado a compartir ese parecer. Sin embargo, y a fin de que no se desvanezca nuestro libre albedrío, acepto por cierto que la fortuna sea Juez de la mitad de nuestras acciones, pero que nos deja gobernar la otra mitad, o poco menos.
Nicolás Maquiavelo, en El príncipe

La naturaleza no construye máquinas, ni locomotoras, ferrocarriles, telégrafos eléctricos, telares automáticos, etc. Son éstos, productos de la industria humana: material natural, transformado en órganos de la voluntad humana sobre la naturaleza o de su actuación en la naturaleza. Son órganos del cerebro humano creados por la mano humana; fuerza objetivada del conocimiento. El desarrollo del capital fijo revela hasta qué punto el conocimiento social general se ha convertido en fuerza productiva inmediata, y, por lo tanto, hasta qué punto las condiciones del proceso de la vida social misma han entrado bajo los controles del intelecto general y remodeladas conforme al mismo. Hasta qué punto las fuerzas productivas sociales son producidas no sólo en la forma del conocimiento, sino como órganos inmediatos de la práctica social, del proceso vital real.
Carlos Marx, en Manuscritos sobre Crítica de la economía política (Grundisse)

 

Parar las guerras y el imperialismo

Al cuarto del siglo 21 se asiste a reacciones de derecha como respuesta a las democracias liberales, social liberales, republicanas con contrapesos sociales, regímenes progresistas que acogen inmigrantes provenientes de lugares pobres, expulsados por el hambre, por guerras internas étnicas e imperialistas, contra repúblicas constitucionales que han agregado derechos a las minorías étnicas o de pueblos originarios, que rechazan las violencias e inequidades de género y agregan a sus instituciones elementos de una mejor democracia.

Esas reacciones convergen según discontinuidad/continuidad –que no es anomalía– con una agresividad imperialista guerrera que guardaba ciertas formas de convivencia en lo interno, mientras desplegaba sus vientos misilísticos en Europa, Medio Oriente y más lugares. Un liberalismo opaco estadounidense concentrador de ingresos con sus armas apuntando hacia el exterior, cuya ala izquierda se debilitó según un proceso a estudiar.

En este ensayo breve no es posible extenderse debidamente con una argumentación histórica contemporánea. Ahora bien, la interpretación que se sostiene es que estas recientes reacciones conservadoras, que implantan diversos grados de dictadura, anti-justicia social, blanca-supremacistas, étnico-supremacistas, imperialistas defensivas, nacionalistas a contramano, religiosas fundamentalistas, mercadolátricas, tecnoburocráticas y agresivas, son actos de burguesías y círculos de poder desplazadas o menos enriquecidas que desean gobernar a los países como si fueran empresas capitalistas o artefactos tecnológicos, a las personas como objeto mercantil consumidor y desmantelar los cuidados sociales. Nada que ver con lo libertario –esto es contrario a lo libertario–. Se detienen a ridiculizar y atacar en sus posiciones más débiles al movimiento progresista liberal stay awake (estar despierto ante las injusticias sociales) que resurge en las movilizaciones de etnias negras en Estados Unidos y devenido en la expresión woke.

Esas reacciones son respuestas en un terreno perdido y descuidado, a los avances institucionales y culturales liberales por la diversidad, social-liberales, democráticos y a sus faltas de resultados equitativos económicos y culturales, así como a un descrédito de la política por varios motivos, que generaron desocupación, resentimiento, marginación, búsqueda y hallazgo de chivos expiatorios en migrantes o etnias (raza es una idea obsoleta) identitarias diversas y diversidades de género. Así logran triunfos electorales con relativamente poca diferencia en la suma de votos[1] .

No es por cierto el anuncio del fin de un estado de bienestar y tolerancia de diversidades. Sí es momento de visualizar las virtudes y las carencias del arco liberal republicano socialista en la izquierda en todas partes del mundo –Estados Unidos, Europa, las Américas, el medio Oriente, y donde más sea– para dar respuestas a estos vientos de guerra, resentimientos varios y explicitaciones de un viejo robo.

¿Puede verse esta situación como una especie de coyuntura revolucionaria, apta para una radicalización y movilización de clases, etnias, de mujeres violentadas, con guerras que producirían rabia, dolor y levantamientos? ¿Hay una crisis generalizada en el capitalismo? ¿Acaso un “cambio de época”?
No, hay capitalistas y estados que buscan nuevas oportunidades de inversión y extracciones de materiales valiosos, fomentan  guerras y matanzas  locales, las combaten mercenarios, o algún ejército invasor, y las armas se venden como se vendían con préstamos a pagar, sin escrúpulos. Los boys norteamericanos, la jeunesse europea o los molodói rusos no van a la guerra, cuando lo hicieron salieron varias veces derrotados con la cola entre las patas. En su lugar van los misiles, aviones, tanques, drones, la informática, el dinero inversor y mercenarios. Por su lado, China capitalista con sus características está lejos, se arma, se preserva y persiste en trazar su ruta de la seda.  

No hay condiciones para una conquista de un poder difuminado en las mentes de miles de millones de personas que votan, rechazan, admiten, dejan hacer, se abstienen, delegan mucho y no van a votar. Las reacciones derechistas basan sus relativos avances en esas abstenciones y delegaciones de poder y precisamente ese es el campo de acción de las izquierdas democráticas.  

Sí hay condiciones para mejorar los estados social democráticos, corregir sus faltas de equidad, y que las ideas del fin de la guerra y del rechazo al robo imperialista trasciendan fronteras.

En resumen, este texto se propone un debate respetuoso convocando al conjunto de las izquierdas, señalando algunas acciones y teorías que han debilitado a las mismas y facilitado retrocesos, para enfrentar y derrotar sosteniblemente las reacciones violentas y conservadoras que si bien no logran dominar en el mundo de las ideas, sentimientos, voluntades y actos productivos –ni en el intelecto general que mencionaba Marx– se las debe frenar a tiempo. Esto es, retomar una batalla cultural que erróneamente se creía ganada, y está presente en una lucha contingente, en condiciones particulares según cada país, región y sus historias.

 

Las dictaduras específicas

Conviene repasar algunas teorías y redescribirlas, en particular una teoría sobre la democracia que ha debilitado a las izquierdas.

En un ensayo anterior[2] , se argumentaba la inconveniencia y error de formular caminos a priori como sistema, con altos grados de abstracción que expliquen los andariveles políticos o institucionales, corriendo el grave riesgo de luego emparcharlos, admitir casos contrarios, decir que las excepciones justifican la regla y todo un trabajo apto y fructífero para la academia, aunque no para la furia urgente que pide cambiar cosas insostenibles. Que la teoría necesaria sea una guía para la acción, sin repeticiones que omitan las diferencias concretas. Una especie de hermandad entre la prudencia y la urgencia, entre la descripción exhaustiva posible y la decisión de actuar.

La democracia es una flor delicada, bella, fea, imperfecta, impura, con pétalos deteriorados, con sus frutos necesarios y sus abejas. Puede ser efímera y que su planta permita que crezcan otras. Necesita riego y un buen ambiente. No persiste en climas adversos, con resentimientos, inequidades, corrupciones. No se pone linda si la política se deja ganar por el dinero y el interés personal. No puede dimensionarse o seccionarse, salvo para fines analíticos eventuales, según una tarea de observación y estudio diferente a su experiencia. Necesita un buen vivir, un ambiente de convivencia, reglas claras que se cumplan, una política de calidad, instituciones de calidad, todo eso simultáneo.  Es difícil su sobrevivencia si la gente electa es corrupta, trampea las reglas y se beneficia a sí misma. Una cantidad de requisitos.

La derecha antidemocrática o con ausencias de democracia tiene ventajas, le alcanza con juntar sentimientos y desconformidades de aquí y allá, desconectados o poco conectados, le es suficiente con armar un Estado que la cuide con fusiles, leyes, cortes e instituciones favorables y una comunicación acertada. Aún así, no tiene vida asegurada.

La izquierda democrática promueve la equidad y una buena vida sin distinciones ni privilegios, y está obligada a convertirse en la mejor administradora de los bienes comunes. Anotar: bienes comunes, la emancipación humana sin distinciones, el cuidado del ambiente. Debe pasar un doble examen, como una mujer que accede a responsabilidades. Es femenina. En consecuencia, necesita estar atenta a las demandas sociales, económicas de ingreso, empleo y con seguridad social, atenta a las demandas de discriminados, al detalle y con ofertas. Y actuar por los bienes comunes, considerando que naides es más que naides, salvo reparaciones y cuidados necesarios argumentados debidamente. Por ahí va el camino, sin la falsa oposición entre las luchas comunes y las particulares. La izquierda democrática  no es una conjunción de reivindicaciones identitarias, es la agregación de emancipaciones humanas comunes y la incorporación a la democracia de las diversidades postergadas.

A la derecha le es más fácil gobernar “en democracia”, le pesan menos las inequidades. ¿Cómo es eso?

Aquí se sostiene que debería abandonarse las ideas de democracia y dictadura, cada una como una cosa única, delimitada, definida. “Hasta aquí es democracia, menos de aquí es dictadura”, así se establecen límites, dejando adentro de la definición a algunas democracias con tales o cuales defectos, o a algunas dictaduras con tales o cuales virtudes “antimperialistas” o algo así. En esas abstracciones mete la cola el diablo antidemocrático.
Además, La calidad democrática no es algo que se pueda medir: ¿cuántos puntos pesa una presa política y cuántos unas elecciones mal hechas?
¿Puede calificarse de democracia a las instituciones de un país que celebra elecciones, elige parlamento y más, mientras vende armas, o envía dinero abundante para una guerra étnica? ¿Se termina la idea de democracia en las fronteras de un país? ¿Te paso misiles destructivos de última generación e inteligencia artificial mientras permito la libertad de prensa en el interior de mi país?

Como ejemplos que vale reiterar –¿es audible esto?– con sus grados hay dictaduras específicas judiciales, étnicas, de clases y capas, del dinero en la política, en la libertad de expresión, dictaduras específicas electorales con sufragio universal incluido, privilegios militares, cívicos, policiales, de género, étnicos, de ricos sobre pobres, dictaduras autocráticas, de partido único, de partido con elecciones internas, de oligarquías, de un bipartidismo por hecho y derecho, (anote la variedad, lectora, lector, lectore que sigue:), grados de dictadura presidencialista, reeleccionista de por vida, de corruptos institucionales, dictaduras de Estado religiosas, privilegios para políticos en beneficios y jubilaciones votados por ellos mismos, privilegios profesionales, corporativos, dictaduras de viejos sobre jóvenes, de ciertas propiedades privadas sobre las pobres, barrios limpios y barrios cubiertos de residuos, ocultamiento de finanzas electorales, dictaduras de saberes sobre otros …

Este planteo, elegido por su particularidad y especificidad busca hacer posible hablar de democracia contemporánea al siglo 21, superando las definiciones estancas, abstractas y metafísicas predominantes. Hay dictaduras específicas con sus grados, hay ausencias de democracia a detectar, no hay conformidad por estar entre los diez o quince primeros de un “ranking democrático”.
Como decía irónicamente Maquiavelo, al menos un cincuenta por ciento es obra humana, el resto imprevisibilidad o fortuna. Ambas contingentes.

Resumiendo:
En la mejor democracia siempre hay dictaduras específicas a rechazar, con sus grados, más o menos graves.
Democracia no es un sustantivo sino un verbo: democratizar o hacer democracia no tiene fin[3] .
Y para precisar: izquierda no es un sustantivo sino un verbo: izquierdizar, o hacer izquierda no tiene fin.
Y una más: el nombre femenino equidad es el verbo equidar, equi-dar, hacer equidad sin fin.
Y otra: al siglo 21, no hay fronteras democrático-geográficas-geopolíticas para la democracia y la pluralidad. El nombre masculino mundo es el verbo mundizar, hacer nuevos mundosplurales[4] .
Y una precisión más: hacer democracia, izquierda, equidad y mundo van de la mano, inseparables, no hay izquierda dictatorial inequitativa encerrada en una nación.

 

Sigue ahora un recorrido y conversación con algunos pensamientos de autores americanos al sur del río Bravo, o mejor al sur del Golfo de México, en la búsqueda de fortalezas y debilidades en el pensamiento de las izquierdas. Para empezar, la expresión América Latina, como diferenciadora de la América Sajona, debería abandonarse. La introducción de esclavos y la vida de indígenas americanos anteriores a la llegada colonizadora latina e inmigraciones posteriores conformó una América multiétnica, no necesariamente multinacional, más bien de varios colores de piel, historias y culturas.

 

La democracia no agravia

Álvaro García Linera (GL) fue vicepresidente de Bolivia con Evo Morales en la presidencia. Es un pensador preocupado por las reacciones conservadoras. Sin embargo, en sus últimos textos no logra desprenderse del todo del lastre del partido único más antiliberalismo de la tercera internacional, y de un estructuralismo liviano. Precisamente cuando las reglas democráticas son cuestionadas y menospreciadas, y antiguas izquierdas antimperialistas devienen practicantes dictatoriales, insiste, con matices desde luego, con más de lo mismo.   

Hoy este “buey blanco” está distanciado del “buey negro” aymará expresidente, quien parece estar necesitado de acceder por cuarta vez a la presidencia de su país, aunque esa necesidad haya facilitado en 2019 un golpe de estado y ahora implique una probable derrota electoral del Movimiento al Socialismo o de las izquierdas –en opinión de GL– a manos de la derecha boliviana, o algo peor calzado con bota cívico-militar, aplauso cívico incluído.

Dicho lo anterior introductorio, el interés de estas líneas no está en la reciente historia boliviana con sus grandes luces y sombras, sino en un ensayo de GL del 2023 que tituló La democracia como agravio, sugiriendo desde el título –el lenguaje señala, marca, implica– algo así como que la democracia liberal fuera un fetiche fantasmal institucional que agraviara a la gente (anote lectora-lector-lectore lo de fantasmal), en lugar de –las precisamente agraviantes– acciones de partidos, liderazgos, y capas sociales regresivas y conservadoras que limitan las acciones de las izquierdas y progresismos.  

García Linera se introduce adecuadamente en las prácticas democráticas contingentes: “Cada práctica democrática concretamente existente, en este sentido, construye intelectualmente su propia legitimación narrativa como universal en una pugna discursiva de fuerzas políticas desplegadas de la que cierta academia dominante debería asumirse parte, a la par que debería abandonar el pensamiento mágico que pretende ajustar la realidad a sus ‘verdades’ imaginadas”, agregando: “Lo que se entiende por democracia en un momento dado es siempre un producto provisional de intersubjetivaciones entre distintas correlaciones de fuerzas de la acción comunicativa e institucional, pero –no lo olvidemos– de acciones comunicativas en las que los poderes de enunciación no están distribuidos de forma igualitaria entre los concurrentes a la producción de la definición”.

¿Es la democracia liberal-representativa un modo de vida que está en decadencia o son las acciones humanas que no han considerado su validez y sus límites para ser ampliada? ¿Está prostituída por la economía del libre mercado? GL entiende que hay un obstáculo “epistemológico” –debiera decir cognitivo si considera a la democracia como un ente– para que la democracia liberal entienda su supuesta debacle y nunca podrá democratizar la riqueza:  
En sus palabras: “La democracia liberal-representativa, nacida de las revoluciones francesa y norteamericana del siglo XVIII, está en decadencia. Esta crisis es el final de una deriva natural e inevitable producto de la propia democracia liberal, en el corazón de cuya vinculación prostituida con la economía de libre mercado se halla la fuente del problema”…
“Pero la democracia liberal no puede comprender esta realidad. Hay una ceguera epistemológica para dar cuenta de esta reverberación molecular de la sociedad, de su visibilización cíclica”.
Agrega: “El desencanto con la democracia liberal tiene, por tanto, un fundamento material. Ella no ha podido, y quizá nunca podrá, democratizar la riqueza” (las cursivas pertenecen a este comentario).

Ante el precipicio argumentativo que se le venía y el aparente olvido o subestimación de los grados de dictadura vividas en Bolivia antes de sus gobiernos que torturaron y desaparecieron cholos, aymarás, quechuas, etc., GL admite una “democracia compuesta” que incluye a la democracia liberal y otras formas de participación directa, indirecta, colectiva, asociativa, diversa, que excluya los populismos con líderes mesiánicos, sin Tribunales de Justicia a dedo que dictaminen resultados o triunfos, desaparición de actas electorales o presos políticos.
Y es importante que García Linera sostenga la necesidad de “liberar la energía constituyente y gubernativa de las múltiples formas de democratización plebeyas, directas y representativas existentes frente a nuestros ojos”, admitiendo la contingencia y particularidad, esas puertas de comprensión y afecto que permiten activar la solidaridad.

 

Mundizar o experimentar otros mundos

Ailton Krenak participó en la Asamblea Constituyente brasileña que redactó la Constitución de 1988, en particular en la redacción del capítulo De los pueblos indígenas, que agrega a la Constitución una reacción a la consideración histórica colonial de que los indígenas debían desaparecer, por exterminio o condenándolos a salir de las tierras y vivir en las favelas. Estas luchas se enmarcaron dentro de un movimiento social más amplio por elecciones directas y por mayor democracia, sin el cual no hubieran sido posibles.
En ese texto constitucional se reconoce los derechos que denomina “originales” de los pueblos indígenas sobre las tierras que ocupan y habitan en forma permanente, para sus actividades productivas, la preservación de los recursos ambientales, de acuerdo con sus usos, costumbres y tradiciones. Establece que les corresponderá participar de manera exclusiva en el usufructo de las riquezas del suelo, de los ríos y de los lagos que se hallen en sus tierras, agregando luego que la explotación de los recursos por parte de terceros solo podrá realizarse con la autorización del Congreso Nacional, después de consultar a las comunidades afectadas, asegurando la participación en los resultados de la explotación, de conformidad con lo que establezca la ley.

Sin tecnicismos jurídicos, no es difícil ver tensiones entre algunas disposiciones de este capítulo, que han derivado en enfrentamientos y reclamos duros judiciales y armados por la producción y el cuidado ambiental en esas tierras. Krenak admite que la redacción supuso una serie de disputas entre grupos durante la Constituyente, aunque insiste que lo que salió tiene marca ciudadana.
  
En 2022 Krenak dice en su libro Futuro ancestral: “Los poetas dicen que la democracia es una utopía, algo que se busca, no que se consume…la democracia debe ser construida constantemente, no tiene el don de instalarse y está sometida a todo tipo de ataque”.

Muy importante, y a pesar de todas las dificultades, el pensador y político indígena resiste a la narrativa del fin del mundo colapsista “que solo sirve para hacernos desistir de nuestros sueños, y dentro de nuestros sueños están las memorias de la Tierra y de nuestros ancestros”, refiriéndose a la multitud de planteos que anuncian un colapso ambiental sin remedio.

Le interesan las “confluencias” sin describirlas demasiado –tal vez esté pensando en aquella Asamblea Constituyente–. Admite las convergencias y las divergencias, descree en cualquier futuro del trabalhismo brasileño y lo mejor del peronismo argentino, aunque no descarte nada. Con lo que puede interpretarse como una falsa oposición entre convergencias políticas y confluencias afectivas continúa:
“…Por otra parte, desde los últimos cuarenta o cincuenta años la convergencia política es un tema candente en América del Sur. Abraza ideas que postulan que el peronismo argentino podría fundirse con una política moderna, que Brasil lograría unir trabalhismo con capitalismo y producir una nueva experiencia de gestión política neoliberal capaz de sustituir al colonialismo… pero Nêgo Obispo rehúye esa gramática cuando afirma que lo que a él le interesa son las confluencias y al mismo tiempo desarrolla una crítica que las articula con las convergencias y las divergencias. Sin negar los acontecimientos políticos ni pretender eludir el sentido histórico de las cosas, dice que no necesitamos subordinarnos a esa lógica y procura animar una perspectiva en la que, si bien no lo explican todo, las confluencias abren posibilidades hacia otros mundos”.

Es difícil encontrar una postura pragmatista sobre derechos como esta siguiente, diferente de las liberales o republicanas de la revolución estadounidense o francesa:
“…los derechos no son algo preexistente, nacen de la disposición de una comunidad para entender que algo debería ser considerado un derecho, pero aún no lo es”.

Y de la particularidad rechazando la abstracción de la igualdad:
“…hasta que comencé a cuestionar esa búsqueda permanente de confirmación de la igualdad y por primera vez recurrí al concepto de alianzas afectivas, que presupone afectos entre mundos no iguales. Este movimiento no reclama igualdad, al contrario, reconoce una alteridad intrínseca en cada persona, en cada ser, introduce una desigualdad radical que nos obliga a hacer una pausa antes de entrar: hay que sacarse las ojotas, no se puede entrar calzado. Así escapé de las parábolas del sindicato y del partido… y fui a experimentar la danza de las alianzas afectivas, que me envuelve en una constelación de personas y seres en la cual yo desaparezco, ya no necesito ser una entidad política, puedo ser solo una persona dentro de un flujo capaz de producir afectos y sentidos. Solo así es posible mundizar, ese verbo que expresa la potencia de experimentar otros mundos, que se abre a otras cosmovisiones y logra imaginar pluriversos.”

El autor rechaza la idea de igualdad entre personas o mundos, admitiendo la diversidad, la pluralidad de mundos. No se nace iguales. Se nace desiguales y es tarea humana política construir la equidad –la igualdad de oportunidades en la vida– entre clases, etnias, géneros, países, continentes. El lenguaje de la “igualdad” –propio de los siglos 18, 19, 20– debería abandonarse por el de la “equidad”, el más adecuado para el siglo 21.

Así que siguiendo a Ailton Krenak, añadiremos a los sustantivos democracia e izquierda y al nombre femenino equidad, el de mundo, como verbo, así mundizar es experimentar y hacer nuevos mundos plurales.

 

¿Cómo hacer una Constitución democrática y plural?

Roberto Gargarella (RG) es un investigador argentino dedicado al estudio de la filosofía práctica y temas jurídico constitucionales. Publicó en el 2014 La sala de máquinas de la Constitución, y continuó posteriormente refiriéndose a las debilidades que se mantienen en las secciones orgánicas (sala de máquinas), aquellas que distribuyen poder e instituciones entre los pactantes del texto constitucional, y al aumento de las llamadas “dogmáticas” o las secciones que incorporan derechos según “intereses antes no contemplados o a derechos humanos antes dispersos u ocultos detrás de algunos de los derechos ya existentes”.

En opinión de Gargarella, “la introducción de ‘derechos de la naturaleza’ (en el marco del sumak kawsay o ‘buen vivir’ y del ‘vivir bien’), en constituciones como las de Ecuador o Bolivia, no solo nos refiere a problemas más o menos evidentes, entre ellos los ‘derechos ancestrales’ de las comunidades indígenas: no es claro que ‘las’ comunidades indígenas consideren a la naturaleza como sujeto de derechos y no es claro que tenga sentido hablar de ‘derechos de la naturaleza’. Uno puede valorar la intención de incorporar ‘principios interpretativos’ nuevos, diferentes de los tradicionales; sin embargo, es difícil no preguntarse cómo entender tales principios cuando la Constitución no reniega de otros principios e instituciones contrarios (como los vinculados a tradicionales derechos de propiedad)”…

Sigue RG: “En situaciones como las descriptas, lo que encontramos es una actitud de falta de reflexión o reflexión impropia por parte de los constituyentes latinoamericanos. Por hipocresía, demagogia, descuido o algún malentendido, el constituyente actúa mal cuando no toma cuidados en los modos en que ‘el pasado’ va a relacionarse con ‘el presente’; cuando no se hace responsable de los modos en que la ‘vieja Constitución’ va a ‘recibir’ las reformas que se le incorporen”.

Gargarella como especialista menciona algo así como técnicas erradas de los redactores, si permanecen en la Constitución concentraciones de poder y al mismo tiempo se expande la adjudicación de derechos de etnias, géneros y ambiente. Como si la coherencia técnica constitucional fuera decisiva, mágica y además esté exclusivamente en manos de sus redactores. No parece detenerse en las concepciones que priman en la extensión de derechos pensando en las diferencias, insistiendo en las clasificatorias y perdiendo de vista las emancipaciones comunes. En América se necesitan agrupar las naciones con sus amplias diversidades, no crear Estados multinacionales disgregados con instituciones superpuestas y a veces contradictorias.
Su expresión “no está claro” que hayan derechos intrínsecos en la naturaleza o poblaciones ancestrales ya no es adecuada. Vacila ante el viejo iusnaturalismo. RG presenta su duda acerca de si la naturaleza, pueblos originarios y género poseen derechos intrínsecos naturales y no la responde. La respuesta es que no los tienen. Habría que abandonar esa fuerte opinión y duda presente entre las izquierdas que las debilita y divide ante la reacción derechista.

Las Naciones Unidas establecen en su carta fundacional que todos los seres humanos nacen iguales y libres... y sigue... estableciendo un valor intrínseco al nacimiento, es como una asignación de valor universal que por decir algo, no se verifica por igual en Gaza o Europa o Nueva York, Tel Aviv o el Congo.

Hoy día parece indistinguible la "naturaleza" de la "humanidad", dada la altísima incidencia de la "humanidad" en eventos "naturales", o puede establecérsela simplemente por convicciones. El abandono del antropocentrismo por el biocentrismo más el ambiente es urgente.

Las culturas provenientes de países centrales asignan a priori valores y derechos a los seres humanos, otros animales, otros seres vivos, tierra, aire, elementos, al planeta, etc., lo cual configura una defensa jurídica y moral ante agresiones, injustificables según ese código moral, dicho esto sin desconocer la importancia institucional de protecciones y defensas necesarias en sus contextos históricos. Pero ya no es así.

El punto es que ese cierto fundamentalismo moral intrínseco, ya probado ineficaz en derechos humanos, debería ser sustituído por una cultura –que no sistema moral–, por una cierta convicción ética sentimental e intelectual de construcción-comprensión-afectación-vinculación-aceptación de diversidades-cercanía mental-integración en la naturaleza en que los humanos son una parte y modifican. Con el apoyo cultural de ese tipo de convicciones y sentimientos de cercanía-integración pueden desde luego sostenerse derechos, jurisprudencia, actos de defensa, reparación, corrección, etc. La diversidad anida en los cerebros-corazones o no se sostiene.

Los reformistas de fines del siglo 20 y comienzos del 21 han arrimado a las pujas por textos constitucionales a gentes que no estaban incluídas en los pactos históricamente determinados. Una Constitución es el producto de luchas teóricas e ideológicas entre redactores, círculos de poder afines, pujas contra la violencia de género, luchas entre conservadurismos y progresismos, derechas conservadoras e izquierdas experimentales.
Gargarella toma debida cuenta de ello y habla de una inflación inconexa y sesgos contradictorios de derechos incluídos en diversas Constituciones americanas, con el grave riesgo de una contribución a la judicialización de la política, siendo el poder judicial el “menos democrático” de todos. Los reformistas “al actuar como actúan, generan un ‘impacto constitucional’ en parte opuesto al que dicen buscar”.
Puede resultar que un fallo de juzgado o una Corte designada resulte más poderosa que una ley parlamentaria transformando a un juez moralista y jurisprudencia acorde en dictador de modos de vida. Ocurre.

El fracaso del proceso de reforma constitucional chileno, con dos plebiscitos, la primera vez en 2022 impulsado por el arco político no tradicional y social surgido de las amplias movilizaciones de 2019, la segunda en 2023 impulsada por el conservadurismo.
En Chile pudo verse que “la sumatoria de demandas particulares ante los pesares que aquejaban al país no era lo mismo que un proyecto de país. Así, es particularmente notorio que, pese a que la propuesta constitucional buscaba terminar con la privatización del agua y garantizar fuertemente el cuidado medioambiental, el Rechazo ganó en comunas icónicas de la movilización contra las zonas de sacrificio medioambiental, como Petorca o Quintero-Puchuncaví. O bien, obtuvo resultados especialmente negativos en las comunas con más población indígena, pese a los numerosos elementos de la Constitución que buscaban reconocerla. Pareciera que haber convertido la propuesta de nueva Constitución en una larga lista de supermercado terminó confundiendo a los votantes”.[5]
 
Eduardo Rabossi, jurista argentino, Subsecretario de Derechos Humanos durante el gobierno de Raúl Alfonsín, miembro de la Asamblea permanente por los Derechos Humanos y de la Comisión Nacional sobre la desaparición de personas, coautor del libro Nunca Más, en un ensayo memorable que tituló La teoría de los derechos humanos naturalizada (1990) afirma que el fundamentalismo en los derechos humanos está caduco y superado. Ese fundamentalismo entiende que la teoría de que los derechos humanos necesita fundamentación o justificación moral, y que los derechos humanos se deducen racionalmente (deben deducirse) de un principio moral o de un conjunto de principios morales.

Rabossi y el ensayo que se está leyendo en este momento aplican la racionalidad para argumentar que si la cultura de los derechos humanos (y ambientales y de otros animales) está basada en la moral, entonces de lo que se trata es una batalla por principios con grandes probabilidades de derrota. La cultura de los derechos humanos necesita de una fuerte afectividad por la integración, la diversidad y la solidaridad, todo ello argumentado y redactado, sobre todo asentado en la afectividad.  

Este es un debate a traer al seno de las izquierdas democráticas, acerca de los mejores énfasis a poner en las luchas por los derechos humanos, la buena vida y las diversidades. Las enormes reacciones que enfrenta la cultura de los derechos humanos al cuarto del siglo 21 tienen su defensa más fuerte y sostenible en los afectos de las personas y no tanto en las racionalidades ordenadas de un sistema moral que crean las mentes de los especialistas morales. La tendencia a alojar los derechos humanos en declaraciones de principios, si bien significaron avances históricos, por ejemplo a la salida de la segunda guerra y la derrota del nazi-fascismo, con un empuje hacia la superación de la ideología supremacista, genocidios, y la amplia variedad de barbaridades cometidas por ambos bandos. El intento de justificación normativa moral es el espacio de las élites ilustradas progresistas y suelen no alcanzar a las amplias poblaciones cuyas racionalidades están determinadas por sus afectividades. Es un asunto cultural, y no tanto de sistemas morales que pretenden ordenar las sociedades. Será más formativo para un niño, niña, joven acercarle historias, mostrarle y experimentar juntos vivencias que presentarle declaraciones de principios. Las secciones dogmáticas de principios morales enunciando derechos resultarán debilitadas e ineficaces si las culturas de solidaridad por los bienes comunes, de aceptación de diversidades, de cuidados ambientales no se imponen.  

 

Preguntas y respuestas para aproximar las ideas

¿Nacen las personas iguales entre sí?
No.

¿Acaso no lo dicen muchas Constituciones?
Sí, Es una herencia pesada que hay que abandonar.

¿?
Y además lo dicen las Naciones Unidas. 

¿??
Es una idea de aquellos que desean ver a la sociedad naturalmente formada por iguales.

¿Pero son iguales las personas?
No.

¿Queremos que sean iguales?
No.

¿?
Queremos hacer equidad.

¿Es un hombre igual a una mujer?
No.

¿Deben ser iguales?
No.

¿Es una persona queer o transgénero igual a una mujer u hombre?
No.

¿Deben ser iguales?
No.

¿?
El planteo contemporáneo adecuado no es la búsqueda de igualdad, sino la equidad para personas, cualquiera sea su actividad laboral, géneros, diversidades sexuales, etnias…

¿??
Que las personas vivan en un ambiente propicio con igualdad de oportunidades que permitan sacar lo mejor de ellas.

¿Son iguales los colores de piel?
No.

¿Cuántos colores de piel hay?
Una cantidad.

¿Y es igual el dinero con que se nace?
No.

¿?
Ya se dijo, las cunas no son iguales.

¿Está equivocada la Declaración de las Naciones Unidas cuando sostiene que se nace libres e iguales?
En su momento fue necesaria. Ahora debería ajustarse y decir algo así como: “las personas tienen el derecho de lograr la libertad y una buena vida en un ambiente equitativo”

¿Qué quiere decir “parar las guerras”?
Eso.

¿Y parar el imperialismo que te pega y roba?
Eso mismo.

¿?
Mover opiniones es decisivo para pararlos.

¿Opiniones de quién?
De un nuevo proletariado, que ya no es proletariado, que no es el que vio Marx, ni Bakunin, Smith o Ricardo.

¿??
Opiniones de aquellas personas que viven, producen, cuidan, reparten, negocian, emigran, se procrean, y que suman unos siete mil millones en todo el mundo.

¿???
Esas mentes que la reacción conservadora desea atraer.

¿Esas personas quieren las guerras?
Demasiados saben lo que son las guerras. Demasiados dejan hacer.

¿Y quiénes promueven las guerras y el robo?
Unos cuantos billonarios, actores dictatoriales que no faltan, fabricantes de armas, burócratas, tecnoburócratas, mercenarios y más que quien lee puede agregar.

¿?
Rechazarles la carrera por el rearme europeo, norteamericano, ruso, chino y más.

¿??
Que los europeos dediquen sus recursos a recuperar y mejorar su estado de bienestar y a dialogar sin intermediarios.

¿Y Trump?
Frenarlo con sentimiento e intelecto y que se cocine en su propia salsa.

¿?
Ya va a pasar.

¿Y Putin?
Lo mismo.

¿Y Xi Jinping?
Más de lo mismo.

¿?
Las izquierdas no deberían alinearse con imperialistas.

¿??
No sentirse parte de bloques que se disputan el reparto del mundo.

¿???
Un transnacionalismo.

¿Es más que internacionalismo?
Sí, trasciende a las naciones.

¿Y los países americanos al sur?
Unirse lo más posible.

¿Nada más?
Comerciar con todo el mundo, sin que te pongan la pata arriba.

¿Y qué más?
Rechazar los perros de la guerra.

¿?
Y el robo de sus riquezas minerales y el agua. Acordar con quienes rechazan el robo.

¿??
Y agregar valor a lo que saben hacer mejor.

¿???
Más intelecto, más precisión en silencio evidente

¿????
Y estar atentos a los grados de dictadura que aparezcan.

¿Y en qué consiste eso?
En cultivar cien flores democráticas, bien específicas, bien sustentables.

¿Ser floristas?
Algo así. ║

Agradecimientos a: José Miguel Busquets, Leo Harari y Graciela Gómez Palacios

[1] En las elecciones de 2024, Trump obtuvo unos 77 millones de votos, Harris 75 millones y 95 millones no fueron a votar. En las elecciones argentinas de 2023 en primera vuelta, Milei obtuvo 8 millones de votos, Massa unos 10 millones, Bullrich 6,5, otros 2,5 y 8 millones habilitados no fueron a votar.

[3] François Chatelet citado por Tomás Abraham

[4] Ailton Krenak, según lo que se verá más adelante

Palabras clave:

Contingencia
Particularidad
Solidaridad
Equidad
Alejandro Baroni Marcenaro

 

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nº 62, marzo 2025