www.librevista.com nº 57, febrero 2024
x Maximo Cano (@max_fzc)
Aunque varios historiadores hablan sobre distintos años, este 2024 la ciudad se preparó para celebrar los 300 años de la fundación de Montevideo. Un proceso histórico que inició con una ciudad fortificada y fue evolucionando hasta convertirse en el pequeño, pero hermoso territorio que muchos tenemos el placer de conocer y disfrutar.
Pero este texto no tratará sobre la historia del país, sino que es una crónica sobre este joven montevideano que se movió entre cuatro de los cinco escenarios que abarcaron el centro de la ciudad el día 20 de enero, cuando Montevideo se vistió musicalmente con más de seiscientos artistas nacionales. Un intento de escuchar y descubrir más sobre la cultura musical del país, pasando entre artistas famosos y otros no tanto.
El preludio a la fiesta
Bueno, llamarlo “preludio” en realidad puede ser hasta insultante, pues en la noche del 19 de enero ocurrió algo nunca visto y que tomó de sorpresa a varios al momento de ser anunciado, pues la Banda Sinfónica y la Filarmónica se unieron para dar un espectacular concierto en la Rambla del Cerro.
Ciento setenta artistas junto a varios invitados prepararon al público para lo que vendría al siguiente día, con un espectáculo decorado con los clásicos de la música sinfónica y popular uruguaya, acompañado de danza y murgas. Y, aunque solo era un aperitivo para abrirnos el estómago, nadie se hubiera quejado si fuera lo único que se nos entregara.
Ah... y, la mejor noticia, pueden ver la transmisión de este evento cuando lo deseen, ya que TV Ciudad nos dejó el espectáculo en su canal de Youtube (tienen que entrar sí o sí a la página o la app para ver el vídeo, no permite visualizarlo en sitios externos)
Montevideo estaba lista para explotar en arte y celebración:
Banda sinfónica y Filarmónica de Montevideo en un mismo escenario
Crónica de mis elecciones artísticas
A las 15 horas en punto del día 20 de enero, llegué a la plaza Cagancha para ver a una artista de la que nunca oí. Había poca gente, era de esperarse porque muchos solo irían a ver a las bandas más famosas, pero los que pudimos presenciar a Ninguna Higuera tocando en vivo disfrutamos de música relajante y agradable de escuchar, y eso era algo de lo que agradecer con todo el ruido que vendría luego.
Por su parte, Ninguna Higuera es un grupo de pop montevideano nacido en 2019, sus tres miembros son Emilia Benia (vocalista), Leticia Gambaro (viola) y Belén Insausti (guitarra eléctrica y composiciones).
Ninguna Higuera
Y tras ese melódico concierto, corrí para escuchar a los ya reconocidos Spuntone y Mendaro en el escenario de la Avenida Libertador, quienes con solo una guitarra y un micrófono captaron la atención de cientos de personas con su versión de canciones populares de diferentes bandas. Y claro que sonaban bien ¿qué más se podía esperar de una unión entre el vocalista de La Trampa y el guitarrista de Hereford?
Y el tiempo pasó rápido mientras todos cantaban esas letras que ya conocían, y cuando acabó no hubo tiempo de pedir otro tema, porque llegó La Triple Nelson, quienes desde el año 1998 rockean para el país. Siendo ya una banda de renombre, no necesitan mucha presentación, así que solo puedo agregar que, de cierto modo, ellos también celebraron su cumpleaños ya que la banda se fundó en un enero.
Pero como uno de los objetivos de mi participación también era conocer artistas nuevos, después de disfrutar unas pocas canciones de La Triple Nelson, corrí hasta el Monumento al Gaucho para escuchar a Camila Sapin, quien hizo la primera presentación (de las que estuve) en la que la música estaba destinada a ser bailable y energética.
Al investigar un poco, descubrí que Camila Sapin es tanto el nombre de la artista de pop como de la escuela de canto que dirige, es su sello discográfico y, además, ella es asesora vocal en el programa La Voz en Uruguay.
Camila Sapin
Y adentrarse en el concierto de La Imbailable fue tan sencillo como girar el cuerpo 45 grados, pues en el balcón de la Intendencia de Montevideo sonó la cumbia que hizo que el público siga bailando alegre, aunque el sonido se escuchó un poco bajo, todos disfrutamos de sus canciones ya reconocidas en el país.
Cuando terminó de sonar, también solo hizo falta girar el cuerpo, porque en el Monumento al Gaucho inició uno de los conciertos más esperados por muchas personas, Luana empezó con su estilo electrónico que siguió invitando a todos a moverse como si no estuvieran cansados. Aunque, por mi parte, decidí quedarme solo unas pocas canciones, ya que tuve la oportunidad de escuchar a Luana en anteriores conciertos también gratuitos.
Pero fue gracias a que me iba que me di cuenta de lo tanto que era querida Luana, La princesita, ya que estuve cerca de veinte minutos pidiendo permiso y luchando por salir en un corto recorrido menor a media cuadra. Pasar entre la gente que quería tanto entrar como irse fue una odisea, ya que las multitudes se chocaban y apretaban a más no poder. Había quejas por lo brusca que eran las personas y, lo peor, fue que se llevaban adelante a unos niños y unas pocas personas formaron una especie de barricada para que no los empujen más. Esa desesperación de las personas por sus ídolos fue algo que se vio en varios de los conciertos más juveniles.
Tristemente, llegué tarde al Libertador para escuchar a Ana Prada, artista conocida tanto por su talento como por haber trabajado junto a otros artistas como Jorge Drexler y Ruben Rada.
Pero solo pude disfrutar de una canción de ella antes de que comenzara a despedirse, entonces volví corriendo a la Intendencia, porque a las 18:45 empezó uno de mis conciertos más esperados, de uno de mis artistas uruguayos favoritos, Zeballos, llamado con admiración como El Joven Rey, y con cariño como El Gordo, preparó un espectáculo inolvidable en el balcón de la Intendencia. Su rap, lleno de poesía y explosividad, hizo que todos los jóvenes gritaran y bailaran sus canciones como si no hubiera un mañana. Con este artista, que no necesita más presentación porque ya que hablé otras veces de él en Librevista, tuve el primer concierto que considero de los mejores que presencié ese 20 de enero.
Zeballos
Y mientras iba por el camino tremendamente transitado de personas, pude escuchar algunos temas de Lucas Sugo de fondo, pero mi objetivo fue volver al escenario Libertador para estar delante de un imperdible. Rubén Rada nos dio un concierto alegre que me llevó de vuelta a la niñez, cuando las maestras de la escuela hacían que bailemos y cantemos sus canciones. Y, al parecer, tanto los más adultos como los más jóvenes se acordaban de que las manzanas son más frescas por la mañana.
Ya anochecía cuando en la Plaza Cagancha tocó una banda que, aunque tiene muchos fans y pertenece al rock, uno de mis géneros favoritos, yo no había escuchado más que su nombre. Eté y los problems demostraron que no es necesario saberse las letras con antelación para poder disfrutarlas como el resto de sus seguidores. La noche comenzó a animarse y el ambiente de agite y emoción cubrió la plaza, ese mismo espíritu continuó hasta el final de la fiesta.
Y llegó la locura, a las 21:50, no hubo quien se quedara quieto y aburrido junto a la movediza y potente banda de rock Cuatro pesos de propina, quienes ofrecieron otro de mis conciertos favoritos. Esta vez, ya sabiéndome todas las letras de las canciones, pude gritar, bailar e incluso meterme a los pogos que formaban los fanáticos.
Aunque ser uno de las mejores actuaciones también trajo sus problemas. El púbico que sabe bailar rock empezó a chocar con el que solo quería empujar, por lo que hubo varios problemas en los que incluso yo tuve que meterme a frenar para que no terminaran peor de lo que empezaron. Al parecer, muchos pensaban que el rock es solo para saltar y empujar, y les decían a todos con bastante violencia que si no querían ser empujados que se fueran; pero como amante del rock sé que la mejor forma de disfrutarlo es bailar su ritmo y cantar sus letras, no solo alocarse como niños.
Cuatro pesos de propina
Y cuando terminó la locura de Cuatro pesos de propina, no tuve tiempo de descanso, no si quería escuchar a Hereford, a quien nunca tuve la oportunidad de ver en vivo. Así que me apresuré, otra vez entre un montón de personas, y pude llegar a las últimas canciones. Lástima, estaba tan atrás que no podía más que mirar al lejano escenario mientras cantaba.
Pero cuando vino EMI Brancciari, vocalista de No te va a gustar como solista, y las personas empezaron a moverse, llegué casi adelante del todo para escuchar sus canciones apartado de la famosa banda. Fue un concierto disfrutable, pero comparto la opinión popular de que le faltó sustancia, energía o pasión, aunque en las últimas canciones pudo enganchar un poco más al público.
Nadie se lamentó de que acabara el concierto de EMI, porque lo que inició algunos lo llamaban El Cielo. La Avenida Libertador se llenó de gente y las personas se apretaron tanto que nadie podía moverse a donde no fueran las masas y apenas se podía respirar, y es que los Buitres empezaron su toque para darle el final a esta larga fiesta. Cada canción fue gritada, saltada y bailada. Tan apretados, que si la gente saltaba uno debía saltar para no ser golpeado, tirado o raspado. Las personas ya no daban más, pero seguían saltando, incluso hubo desmayos. Nadie quería parar porque un concierto de los Buitres era lo mejor para ellos.
Siendo sincero, disfruté como nunca ese concierto, aunque de a ratos necesitara respirar y apenas me dejaran parar de saltar porque ya me volvían a empujar para volver a la locura colectiva, pero no pude disfrutarlo al completo. Y es que no importa que esté la mejor banda, en el mejor escenario y tocando la mejor música, si las personas que están ahí son la peor compañía. No solo hubo peleas, desmayos y gente pisada cuando se caían, sino que a decenas de personas (incluido yo entre ellas) les robaron algunas de sus pertenencias aprovechando el caos formado por la diversión de las personas. Al final, hubo mucha gente quieta y desanimada por la cantidad de robos que hubo y menos de la mitad continuaron con la celebración que todos deseábamos.
Aunque por suerte soy de mente fría y, a pesar de haber perdido mi celular junto a toda la documentación del día y de tener mi riñonera rota, disfruté sin nada más que perder las últimas canciones, ignorando el bajón por el crimen y el cansancio de estar sin sentarme desde las 14h. No estaba dispuesto a que una mala persona me arruinara el final de un día inigualable.
Buitres
Una vez que terminó el espectacular concierto final, seguía Candombe 300, donde la gente siguió bailando y cantando en la despedida y cierre del cumpleaños de Montevideo. Pero yo decidí regresar a casa antes, ya que no tenía demasiada energía para continuar.
Regresé caminando junto a decenas de personas, aunque ya nadie tenía fuerza en las piernas para seguir.
Conclusión
Fuente: https://montevideo300.uy/
La fiesta para celebrar los 300 años de Montevideo fue un evento irrepetible y que seguro nadie podrá olvidar, tuvo tanto cosas buenas como malas, pero las buenas resultan ser lo suficientemente fuertes como para dejar pasar lo negativo.
Hay algunas cosas que pienso que podrían corregir si hay planes de realizar más eventos de este estilo: primero, la seguridad y el tránsito; si hubiera profesionales guiando y vigilando a las personas, la mitad de los problemas podían evitarse o detenerse con mayor sencillez, pero los que había solo estaban apartados y no se enteraban de nada. Lo segundo que se podría corregir, es la distancia que había en el quinto escenario, realmente no era mucha, pero sí la suficiente para que muy pocas personas quisieran ir. El visitar al escenario Matriz era usado más como un chiste que como un plan, con solo ir ya se perdía casi un concierto entero y nadie estaba dispuesto a ello.
Y, bueno, también se podría corregir el público, tanto los desesperados por ver a los artistas como los que solo van con malos planes para aprovecharse de los que disfrutan, pero que se arregle eso es más una utopía que una realidad futura.
De todas formas, gracias a eventos como estos es que podemos recordarnos de vez en cuando que vivimos en un país del que debemos agradecer vivir, no es el mejor, pero de vez en cuando nos da razones para recordarnos disfrutarlo. Por mi parte, volví a enamorarme de una ciudad que siempre tiene algo nuevo para ofrecer, ya sea auditiva, visual o textualmente, ya sea arte o simple experiencia, personas, paisajes naturales o arquitecturas.
Montevideo es una ciudad en la que, si uno sabe buscar, no tiene dónde aburrirse.
Por esta maravillosa ciudad, es que celebramos sus 300 años.
Eventos próximos en los 300 años
Pero no termina todo aquí, los uruguayos somos amantes de las fiestas y siempre buscamos ser los mejores, ¿pensaban que el cumpleaños terminaría en esto? Quedan once meses para celebrar, y algunas de las actividades ya están reveladas.
Por ejemplo, la fiesta de los barrios, que está planificada para alguna fecha de septiembre, o el día de las plazas planificado en noviembre. En julio se realizará un festival afro, donde el foco de atención serán los artistas afrodescendientes. También habrá eventos enfocados en todo tipo de arte histórico uruguayo, secciones dedicadas a pinturas, esculturas, teatro y cierto evento dedicado a incluir a los niños en las artes plásticas. Dos concursos de acceso libre sobre redes sociales y fotografía. Actos memoriales y eventos donde se invita a los ciudadanos a participar.
Montevideo se está preparando para hacer del 2024 un año inolvidable, ¿cuántos estarán dispuestos a ser parte de ello?║
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Maximo Cano
Trescientos años
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