www.librevista.com nº 52, mayo 2023
x Alejandro Baroni Marcenaro
Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes
Maestro Yoda (Star wars)
El deber de cada uno es dar con su voz.
El de los escritores, más que nadie
Jorge Luis Borges
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado el sonido y el abecedario
Con él las palabras que pienso y declaro
Violeta Parra
Algunos –ismos que cargan la mochila y bloquean
En una conversación publicada en librevista en el 2014, me pareció pesado adscribirme a la familia de pensamiento socialista. Pienso igual ahora. Demasiadas cargas y peajes habría que pagar, desde socialismos autoritarios, burocráticos, libertarios, democráticos, liberales, nacional-socialismos, etc. Se necesita siempre un adjetivo para hablar de socialismo. La gran tradición socialista impregna las cortezas cerebrales de toda la humanidad, es imborrable, pero cargarla en general sin las menciones necesarias que la precisen, puede ser un engorro y bloqueo. La dictadura del proletariado tan solo entrevista por el ordenado, sistemático y centralizador Marx puesta a punto en el régimen soviético no deja satisfacciones, la burocracia roja, la China autoritaria que crece a cualquier costo, el discurso repetido de enviados de la Central de trabajadores cubana al primero de mayo del PIT-CNT uruguayo, la socialdemocracia europea, el socialismo democrático y sus políticas armamentistas, belicistas e imperialistas en determinados puntos de la historia y en la actualidad, tampoco dejan demasiado orgullo.
Pasando raya, del socialismo queda a su favor la lucha por la equidad entre desiguales y de una mejor vida para las personas.
Similar cosa pasa con el anarqu-ismo, profusa y diversa familia de pensamiento teórica y política, con lastres enormes y sobrevivencias notables. El anarquismo individualista, el asociativo, el cooperativo, la convicción de que el sacrificio de unos pocos servirá como ejemplo para el resto, la jugada del atentado efímero o el desarrollo del ejemplo colaborativo, el camino de la investigación y lucha práctica, “el camino a un socialismo sin estado, en cada paso la realidad de la meta”.
Allí están el todo o nada versus la importancia de los medios, el desprecio por la política y la urgencia de un cambio ya.
Mucho antes de cualquier ola feminista, las mujeres asociadas en el anarquismo votaban, decidían posturas, decidían acerca de su cuerpo, recibiendo resistencias al interior de su corriente.
¿Qué queda de ese prolífico y contradictorio movimiento y tradición? El apego a la libertad en todas sus dimensiones y el rechazo de la burocracia roja o negra, gris, pública o privada.
Un ejemplo que particularmente bloquea es la vulgarización del pragmat-ismo asimilándolo a arreglar las cosas conservadoramente, a un cierto sentido común, oponiéndolo al idealismo e ideología, y presentándolo como una metodología o cuestión epistemológica.
El término[1] , que William James dice no le gusta, “un nuevo nombre para viejas ideas (pero) que es tarde para cambiarlo”, surge en el siglo 19 con Charles S. Peirce, con su “la creencia conforma nuestra acción”. Ahora bien, antes del surgimiento de la denominación, el llamado a la puesta en práctica de las ideas, de la acción humana sin metafísicas, la concreción del pensamiento, de la dinámica de la historia, del adecuado nominalismo e historicismo se encuentra en aires de familia, en las filosofías antiguas chinas, los estoicos ante Platón, el rechazo del infinito en Aristóteles, en Heráclito frente a Parménides, en la Biblia que mide el árbol por sus frutos, en la discusión de los universales en la edad media, Cervantes y su “cada cual es hijo de sus obras”, en la navaja de Ockham, Leonardo de Vinci y su valiente práctica inventora, lecturas de Hume y Leibniz, en Marx y sus tesis sobre Feuerbach 8 y 11, en el último Heidegger, en Hegel y su autocreación ideal y el “conocer conociendo”, con Spinoza y la potencia del actuar, el nominalismo liberador de la escolástica abstracta, en textos de Stuart Mill, Nietszche, Spencer, Gadamer y la hermenéutica constructiva, de Foucault, Deleuze, Peirce, Schiller, James, Dewey, Wittgenstein y la práctica del lenguaje, Adorno y su dialéctica negativa, en Rorty el pragmatista liberal, Papini en Italia y su revista Leonardo, y muchos más pensadores, cada cual con matices, énfasis y personalidades específicas, en la literatura de todos los tiempos, las ciencias evolucionistas, constructivistas, e indeterministas contemporáneas.
Aquí en el Uruguay, desde visiones y tradiciones muy diferentes y que rechazarían adscribirse a un pragmat-ismo, puede destacarse a Vaz Ferreira con su pragmatismo teórico y lógico y Luce Fabbri con su camino socialista libertario.
¿Qué queda de esta amplia familia de ideas y prácticas? Un pensamiento que rechaza cualquier orden natural de las cosas (Rorty), que abandona un orden independiente del accionar de las personas que sería dado, inalcanzable, que daría el bien, administraría el mal, un orden que te pudo haber creado y habilitado, estructurado y hecho engranaje de sistemas, de burocracias, disciplinas, dictaduras y dominios sutiles.
¡A las ideas!
Para escapar a etiquetados e -ismos, al comienzo dejaré caer una idea de Ludwig Wittgenstein en su madurez, una buena (útil, fructífera, ampliadora de miras, que rompe esquemas): el fragmento 546 de sus Investigaciones filosóficas incluye la frase en alemán Worte sind auch Taten, que ha sido traducida como Palabras también son actos[2] .
Para Wittgenstein las expresiones del lenguaje son actos. Al establecer este punto, ya no le importó si el lenguaje dice lo que se puede decir, si mejor callar lo que no se puede hablar. Salió de ese armario reducido, de confort, se liberó de establecer limitaciones al lenguaje, de si se llega o no se llega a expresarse adecuadamente, abandonó el temor por las condiciones y pasó a la acción: emito lenguaje, hablo, escribo, dibujo, grito para que me escuchen y después vemos.
Esa emisión y transmisión por parte de una mente, con sus dispositivos intelectuales y emocionales, de una idea hacia otras mentes, según los conocimientos actuales podemos resumirla en que se emiten mensajes en palabras/sonidos/imágenes/etc. en cualquier formato y soporte, que se reciben por otras personas, cuyas mentes recepcionan el lenguaje y tomarán decisiones, emitirán a su vez lenguaje y otras acciones que les parezca, libremente o no, o más o menos.
(Aviso: por no considerarlo necesario, no hay detención analítica aquí en la semiótica, lingüística u otros conocimientos técnicos, teóricos y prácticos del lenguaje).
Una idea, un lenguaje con cierto sentido comprensible o detectable, es una especie de energía codificada que se emite y recibe. No es algún fantasma que atraviesa el éter. Una comunicación de ida y vuelta, una intersubjetividad en acción. Y así se construye el mundo representacional mental desde los humanos, con palabras, gestos, abrazos, rechazos, imágenes, comunicaciones científicas, literatura, con pinturas, esculturas y cine, docencias y aprendizajes, cafés filosóficos, revistas literarias, redes sociales, inteligencias artificiales, debates políticos, económicos, ambientales…
El mundo es lo que los hombres hablan entre sí dijo el profesor uruguayo Héctor Massa. A la vez, él no pecaba de ingenuidad e introdujo el poder en la intersubjetividad. Y Carlos Vaz Ferreira nos persuadió que pensar por ideas para tener en cuenta, cuando se dialoga pacíficamente, es el mejor camino para resolver prácticamente asuntos de cualquier índole.
Y la anarquista Luce Fabbri dijo que “el ejemplo más típico de colaboración necesaria y sin embargo libre y completamente espontánea para aumentar el poder del individuo está dado por el lenguaje. El hombre solo no sabe hablar y por eso no puede pensar: no tiene más que una personalidad rudimentaria. Su plenitud como individuo se logra sólo en las relaciones sociales y tiene, como todas las cosas humanas, un precio de renuncias. Cuanto más voluntaria esta renuncia (es decir, basada sobre un sentimiento más de amor que de obligación o de necesidad), tanto más libre. De aquí la gama de los diversos valores de la asociación y del pacto que constituye su base, entre los dos límites opuestos de la fuerza bruta y del amor, pasando por la estricta y medida justicia”.
Esta acción de comunicación se puede ampliar desde la palabra, la imagen y el gesto hacia otras comunicaciones u otros mensajes.
Nada más que dos ejemplos:
Uno. Más allá de la destrucción y objetivo militar, el lanzar un misil es un mensaje enérgico desde sus controladores hacia quienes viven en el blanco. Un lenguaje de terror y angustia (además de la destrucción). Un tanque ruso o ucraniano que penetra en un territorio y ataca civiles es un mensaje terrestre. El crecimiento admitido y promovido de la fabricación de armamento es un enorme mensaje. Estas acciones de lenguaje en sentido amplio contribuyen a construir el mundo mental.
Dos. Los niños pobres se muestran, pueden ser vistos, pueden ser ignorados. Para construir el mundo de niños pobres como para desaparecerlo, es necesario un intercambio de mensajes entre quienes los visualicen y les importe, y además tengan voz (medios de expresión). En ese lenguaje entrarán argumentaciones, propuestas, estrategias, valoraciones, el poder de los más viejos para reservarse los mayores beneficios, decir la pavada que es mejor enseñar a pescar a madres y padres que darles ayuda, movilizaciones políticas, el interés de otras corporaciones, otros proyectos que se consideren más importantes, las inversiones inmobiliarias, el crecimiento del Producto Bruto Interno, la renovación del cero kilómetro, el poder político de cada dialogante, la emisión y recepción de leyes presupuestales, y mucho más.
Nos quedaremos por ahora concibiendo a las ideas (en todos sus lenguajes y mensajes) como acciones que se emiten/reciben, y que esa acción será más o menos atendida dependiendo del poder que la sostenga. Y que esa red de comunicaciones intersubjetivas es la que construye las interpretaciones del mundo que van permaneciendo, mejores, peores, que subsisten o desaparecen en la memoria, en las capas acumuladas de las mentes.
Esto es lo que la humanidad hace con sus ideas sobre las cosas y lo que está a su alcance para con ellas, nada más y nada menos.
Aligerando la carga para caminar mejor
Caminos, orientaciones, rumbos, convergencias, divergencias, preferencias, rechazos, son alternativas a –ismos que reducen la potencia de la acción y aún su interesada potencia práctica por la carga innecesaria que implican.
Entonces, a las ideas conductoras que se quiere comunicar aquí. Son todas ellas elecciones que ayudan, fortalecen, redondean, aligeran, gustan, satisfacen, alegran (a quien escribe).
La idea preferida es hacer izquierda, elegir si se amplía la mente a la diversidad, lo extraño y ajeno o no, que la libertad sea para todas las personas posibles o para pocas, que lo mismo para el disfrute de la vida, si el cuidado ambiental se integra en cada paso sin obligación, si las preferencias están por el lado de la acción humana o por la acción metafísica, si por la experimentación de vida o por la clasificación o categorización, si por la disolución del poder y dominio sobre las personas o su fortalecimiento.
Si fuera necesario connotar o aproximar, delimitar o citar contextos similares o referencias o ilustrar, sin determinarse, siempre provisoriamente, con –ismos preferidos o más cercanos en donde abrevar críticamente, como socialismo, anarquismo, internacionalismo, antimperialismo, liberalismo, republicanismo, societalismo, pluralismo, pragmatismo, nominalismo, historicismo, ambientalismo, feminismo, que sea en el camino y siempre y cuando si amplía la acción, si se amplía la potencia de la búsqueda y defensa de bienes comunes para todas las personas sin distinciones, si impulsa la investigación, comunicación y descripción de las luchas y debates concretos.
Que la concreción sea primordial, no significa perder las orientaciones de la mirada, es colocar la acción y atención en el paso a paso, en cada batalla, en pasos simultáneos, más grandes o más chicos, intensos, prácticos, mentales, pasionales e intelectuales.
Y que la mente – esa que incluye sentimiento, razón, intuición, consciencia, inconsciencia, alegría, tristeza – te acompañe.║
Agradecimiento: a Graciela Gómez Palacios
Palabras clave
Socialismo
Anarquismo
Pragmatismo
Alejandro Baroni Marcenaro
www.librevista.com, nº 52, mayo 2023
[1] “El pragmatismo no puede considerarse propiamente como una teoría, o por los menos como una teoría cerrada, cual suele suceder con las palabras terminadas en ismo. No es nombre de un sistema siempre igual a sí mismo,… existirían pragmatismos: el de James no es igual al de Peirce, ni el de Royce es igual al de Schiller. Lo que hay, sí, es una orientación común, una semejanza entre las doctrinas y, sobre todo, una semejanza entre los métodos, entre las ideas generales, entre las tendencias”. Carlos Vaz Ferreira, El pragmatismo, editado en Conocimiento y acción, Cámara de Representantes del Uruguay, 1963, p 85
[2] 546. Así están, quisiera yo decir, las palabras “¡Ojalá venga!” cargadas de mi deseo. Y las palabras se nos pueden escapar – como un grito. Las palabras pueden ser difíciles de proferir: por ejemplo, aquellas con las que uno renuncia a algo, o con las que se confiesa una debilidad. (Las palabras también son actos.) Ludwig Wittgenstein, Investigaciones filosóficas, Editorial Crítica, Barcelona, 2008, p 349.