(1) en Eichmann en
Jerusalen, Un estudio sobre la banalidad del mal Edit. Lumen, Barcelona,
1999
(2)
El capitán por su boca muere, o La piedad de Eros, Ensayo sobre la
mentalidad de un torturador. Edit. Trilce, Montevideo, 1999. Gil es un
antibelicista, legítimamente, pero su investigación histórica es
escasa. Está interesado en un torturador perteneciente al bando genérico
contrario al suyo, o a la constelación enemiga de donde provienen todos
sus ejemplos, oscilando entre su visión político ideológica y la
indagación psicoanalítica sobre la tortura. Desde una posición moral
deontológica, es incoherente, al enarbolar ética con principios de
aplicación universal sin ser consecuente en la aplicación. Tal vez su
microanálisis sea más apropiado que su macroanálisis.
(3) La ira de Leviatán,
del método de la furia a la búsqueda de la paz. Edit. Innomedia,
Montevideo, 1966
(4) Ver para la dictadura
argentina de Videla y compañía: E.L.Duhalde, El Estado Terrorista
argentino; Quince años después, una mirada crítica Edit. Eudeba,
Buenos Aires, 1999. El autor es un abogado sobreviviente que, quince años
después de escrito su testimonio e informe sobre el "Estado
Terrorista", agrega una importante investigación sobre las
responsabilidades civiles en la dictadura, apelando al gramsciano
"bloque civil del estado terrorista". Andrew Graham Yooll,
Memoria del miedo Edit. De Belgrano, Buenos Aires, 1999.
(5) De la guerra (4
Tomos) Edit. Biblioteca del Oficial, Círculo Militar, Buenos Aires,
1968.
(6)
ver The Economist, 8 de marzo de 1997: "La última revolución (en
tecnología militar) esta basada en la aplicación de tecnología informática
a las armas. Esto incluye la recolección de gran cantidad de información;
su procesamiento, mostrando en una pantalla lo más relevante; luego la
destrucción de objetivos a mucha mayor distancia y con mayor precisión
de lo que anteriormente era posible".
(7) Diálogos sobre el
mando Edit. Siglo Veinte, Buenos Aires, 1958
(8) Fracturas de memoria,
Crónicas para una memoria por vivir Edit. Trilce, Montevideo, 1993.
(9) Servidumbre y
grandeza militar. Edit. Espasa Calpe, Buenos Aires, 1945.
(10) Ver: Eleuterio Fernández
Huidobro, La tregua armada Edit. TAE, Montevideo, 1992
(11) Más sobre la ética
de la guerra Estas notas se refieren principal aunque no
exclusivamente al enfrentamiento entre organizaciones con armas y las
fuerzas armadas estatales Si bien he planteado la distinción entre
"guerra" y "enfrentamiento con armas", tomando a éste
último como una política de enfrentamiento insurgente portando armas,
con un grado de intensidad débil en el uso de las mismas, una situación
testigo de las armas por parte de los insurgentes y de uso mínimo, una
definición que englobaría por ejemplo hasta la condena a muerte del
instructor en torturas estadounidense Dan Mitrione, la escalada militar
se produjo al atacar y tomar como blancos a miembros oficiales y
oficiosos de las fuerzas militares estatales. Tampoco en este último
caso, podría estrictamente hablarse de guerra como acto de fuerza sin límite
de aplicación destinado a destruir o inutilizar al enemigo. Los límites
estuvieron determinados por las condiciones políticas, el grado de
aceptación pública de su movilización militar, la formación y
cultura de ambos bandos. Desde el punto de vista de las fuerzas
armadas estatales, su misión constitucional, las aprobaciones
parlamentarias, su formación y, en particular sus ideologías del
momento, marcaron el objetivo de destruir a los alzados en armas fuera
de las reglas políticas convencionales, lo más rápido y políticamente
aceptable posible. En consecuencia, aplicaron todos los medios
aprendidos, con la tortura como medio principal, como el
encarcelamiento, las ejecuciones, las desapariciones, el
amedrentamiento, etcétera. La inteligencia militar fue secundaria, como
señaló Héctor Gómez (Piolín) Las éticas convencionales en situación de
enfrentamiento armado más aceptadas reclaman lograr la victoria con la
menor pérdida de vidas posible, de bienes, recursos y aquí juegan los
juicios acerca del mal menor, la decisión acerca de qué medio es más
útil en el sentido anterior para triunfar, el bien de la mayoría, el
bien de quienes se defiende o dice representar. Esto es aplicable a la
guerra, como lo es a su rectora, la política, con armas o sin ellas.
Una ética: "Los soldados capturados deben ser mantenidos y
tratados con bondad. Esto se llama usar los enemigos prisioneros para
aumentar nuestra propia fuerza" Sun Tzu, en El arte de la guerra.
Hay otras éticas en la guerra, creo. ¿Se puede hacer política (y práctica) de
principios, con normas que indican el deber ser, en enfrentamientos
cotidianos, sin aplicar una ética del menor daño posible? ¿Puede
evitarse ser un "racionalista ético-cósmico" según Weber
(25)al defender una ética de fines absolutos? ¿Cómo pueden coincidir las éticas de la
guerra con la concepción de que el ser humano es el bien más valioso,
que existe como fin en sí mismo (Kant(26))? ¿se ha aplicado
coherentemente el imperativo categórico "Obra de tal modo que la máxima
de tu voluntad pueda valer al mismo tiempo como principio de legislación
universal" en situaciones de confrontación armada? Este es uno de
los problemas que enfrenta una ética trascendental, digamos de
principios universales, al encarar la historia desde su presente, a
considerar la lucha desbordada de clases, intereses, culturas, que no
pueden resolverse por medio de un diálogo racional, argumentativo. ¿Cómo
conciliar éticas normativas, limpias, claras, transparentes, como las
expuestas por las Naciones Unidas en la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, con su propia práctica? El Art. 7º de la Constitución
uruguaya establece en forma liberal liviana, republicana y
antilibertaria que "los habitantes de la República tienen derecho
a ser protegidos en el goce de su vida, honor, libertad, seguridad,
trabajo y propiedad. Nadie puede ser privado de estos derechos sino
conforme a las leyes que se establecen por razones de interés
general" ¿Cómo entender el derecho, digamos al trabajo, si el
inasible pero tan concreto" interés general" manda la
desocupación en tal o cual rama industrial? ¿y el derecho a no ser
torturado, el goce de la vida, cómo conjuga con las necesidades de los
dictatoriales, o de la "sociedad limpia" en tiempos de paz, de
la sociedad conservadora en tiempos amenazantes para el status quo,
cuando se apropia del "interés general"? En la guerra, o en enfrentamientos con
armas, no queda espacio para el respeto por los derechos humanos, tal
como los reza la declaración de las Naciones Unidas. Más, conviene
preguntarse si, situado en algún nudo de la historia, decisivo,
contradictorio, donde se juega la vida física y moral, algún
participante pensó en los derechos humanos de sus adversarios. No, pensó,
si pudo, en su causa. Más, y fuera de este tema, si en la competencia
por conseguir un contrato, o un puesto de trabajo, o en conflictos
laborales, de género, por vivienda, se piensa en los derechos al
trabajo, ingresos, vivienda, igualdad y vida digna de los competidores.
Hay más. Algunos ejemplos de propuestas éticas
generales que importan para esta temática: Adela Cortina (27)se pregunta en Etica mínima,
al defender su ética de mínimos acuerdos, dialógica, deontológica y
universalista, si hay garantías de que un diálogo perfectamente
racional vaya a tener lugar alguna vez, sin que intereses individuales
pasen por universales. Propone, por ejemplo acuerdos contra la tortura y
la explotación, renuncia a definir la felicidad como producto filosófico
y probablemente se la encarga a la religión. Leonardo Boff, (28)teólogo de la liberación,
aboga por una ética mundial, como consenso mínimo entre los humanos,
mientras es degollado por su institución vaticana cuyos
"cardenales, papas, y mayoría de obispos trabajan junto con los
opresores", según el mismo Boff. John Rawls (29), asediado y preocupado
porque su Teoría de la Justicia no era suficientemente neutra, a su
modo de ver actual, busca, no tan fecundamente como antes,, en su
reciente obra Liberalismo político, contratos, consensos
sobreabundantemente amplios "razonables" para lograr justicia,
destinados a ser elaborados por seres humanos "razonables".
Deteniéndonos nada más que en este punto, interesa repasar lo que
Rawls entiende por personas razonables: quienes tengan voluntad de
proponer y honrar términos de cooperación equitativos, voluntad de
reconocer los límites de la razón y de aceptar sus consecuencias,
voluntad de conducir la propia conducta por principios fijados a partir
del común razonamiento con otros, la predisposición a tomar en cuenta
las consecuencias de las propias acciones sobre otros. Creo que se está
refiriendo a seres humanos muy escasos . Tal vez Rawls recorra el único
camino posible para teorizar al respecto, estableciendo modelos
abstractos sobre los seres humanos. En una línea de "razonabilidad"
similar, Jurgen Habermas (30) plantea el desarrollo de estructuras
normativas de racionalidad, donde racionalización significa
"cancelación de aquellas relaciones de violencia que se han
acomodado inadvertidamente en las estructuras comunicacionales y que,
valiéndose de barreras tanto intrapsíquicas como interpersonales,
impiden dirimir conscientemente y regular de modo consensual los
conflictos", postulando seres humanos ideales cuya actividad es
puramente conciente y apta para cancelar violencia. El "individualismo metodológico"
de algunos marxistas analiticos(31)explica los procesos sociales por una
"elección racional" de los individuos a partir de las
motivaciones y creencias. Sin embargo, estos interesantes modelos
abstractos formalizados muestran debilidades cuando intervienen más de
dos o tres individuos Y terminando, por ahora, es bueno
incorporar aquí la manida visión de superintendencia de la naturaleza
sobre la moral. Es curioso y no tanto, encontrar a un sobreviviente
abogado de presos políticos como E. L. Duhalde (32)hablando de
"perversiones o desviaciones contranaturales" del terrorismo
de Estado coincidiendo en que lo natural es lo bueno, y además lo
propio, con el ex comandante del ejército uruguayo Queirolo cuando éste
afirmaba que "(su) orden, ajeno por lo tanto a la voluntad del
hombre, es natural, pues responde a leyes permanentes que regulan el
universo" citado por Carina Perelli.(33). El ser humano natural, económico,
razonable a priori , empírico razonable, amante del poder, serán
objeto de postulación según el modelo teórico manejado y condicionarán
todo tipo de diálogo teórico y práctico. En política, el tema de
estas notas, y sus continuaciones , la guerra y los enfrentamientos con
armas, una vez que los diálogos son finalizados o agotados, el saber de
lo práctico, la búsqueda del bien y bienes políticos se hará por los
carriles que cada interés indique y las soluciones o conciliaciones,
estructuras normativas y constitucionales serán producto de un nuevo
acuerdo entre triunfadores. ¿Cómo evitar la tentación descriptiva de
moda en la academia y un empirismo, que no superan el relativismo moral,
el escepticismo y el "de lo que no se puede hablar, mejor es
callar" de Wittgenstein en el Tractatus? Lo que corresponde es
elegir individual primero y colectivamente en lo posible, las normativas
y bienes preferidos, sin mediatizarlos por pretender consenso de
antemano, sabiendo que cualquier acuerdo normativo será temporal-
parcial y luchar (política) con énfasis comunicativo por ellos, con
tolerancia al diferente y voluntad de paz. En el Uruguay, exactamente tal cosa sucedió,
sin tolerancia y paz. Fuerzas armadas estatales e insurgentes
confrontaron con armas y dialogaron sus respectivos objetivos, cada cual
con su segmento de apoyo en la sociedad. Parece tan obvio, cuando se
relee esto, si se lo mira sin una pretensión ética y política
excluyente y universalista. Luego, las fuerzas estatales triunfadoras en
lo político-militar y dueñas ya de un partido político, continuaron
su represión y tortura contra rebeldes sin posibilidad de agresión
militar, resistentes antidictatoriales legales antes del golpe,
militantes enunciadores de guerra, y atacando a todo sospechoso hijo de
vecino. El Uruguay se acomodó a las estadísticas de las guerras
contemporáneas, donde sólo 10% de las bajas son militares y el resto
son civiles. La transición democrática (y la
recomposición cívico-militar) concluye con un inesperado crecimiento
de las fuerzas de izquierda, principales objetivos de la represión
militar, un abono al viejo cultivo del centro que no permite agrupar a
los "progresistas" en un único partido político, y, no se
sustenta ya la impunidad política. Pueden revertirse entonces o
matizarse aquellos triunfos políticos y militares, retroceder el
discurso de transición necesario en su momento pero agotado
(Sanguinetti) y construirse una nueva relación entre sociedad (es)
civil (es) y fuerzas armadas.
(12) Breve Historia de
la dictadura, 2da. Edición Edit. Banda Oriental, Montevideo, 1998
(13) citado por Gerardo
Caetano y José P. Rilla en Historia Contemporánea del Uruguay. Edit.
Fin de Siglo, Montevideo, 1994.
(14) Ver: Juan D.
Lavilla, De Boisso Lanza al Club Naval, una escuela para aprender Edit
Centro de Estudios Sociales, Montevideo, 1984
(15) De mitos y memorias
políticas, la represión, el miedo y después. Edit. Banda Oriental,
Montevideo, 1986.
(16) Las Fuerzas
Armadas, ¿ soldados-políticos garantes de la democracia? Edit. Banda
Oriental, Montevideo, 1986.
(17) en María del
Huerto Amarillo, El ascenso al poder de las Fuerzas Armadas. Edit.
SERPAJ, Montevideo, 1986
(18) en Uruguay, El
Proceso Político, Las Fuerzas Armadas al Pueblo Oriental. Edición de
Las Fuerzas Armadas Uruguayas, Montevideo, 1978
(19) Uruguay, ¿una
sociedad amortiguadora? (escrito en 1973) Edit. Banda Oriental,
Montevideo, 1984
(20) Según Neiva
Moreira, en Cuadernos del Tercer Mundo, mayo/junio 1987
(21) Andrew Graham
Yooll, Memorias del miedo Edit. De Belgrano, Buenos Aires, 1999
(22) Daniel Jonah
Goldhagen, Los verdugos voluntarios de Hitler, Los alemanes corrientes y
el holocausto. Edit. Taurus, Madrid, 1997
(23) podría ser un
"portador de ordenes", distinguiendo "receptor" de
"portador"
(24) ver El Libro de las
Torturas, Procedimientos policiales bajo el gobierno del Doctor Gabriel
Terra, 1937
(25) Ensayos de sociología
contemporánea. Edit. Planeta-Agostini, Barcelona, 1985
(26) Crítica de la razón
práctica. Edit. Porrúa, Méjico D.F. 1987
(27) Etica mínima,
Introducción a la filosofía práctica. Edit. Tecnos, Madrid, 1986
(28) Reportaje el El País
de Madrid,
(29) Teoría de la
justicia
(30) Reconstrucción del
materialismo histórico. Edit. Taurus, Madrid, 1986
(31) Los marxistas analíticos
más influyentes son Jon Elster, Gerald Cohen, Adam Przeworski, John
Roemer, Phillippe Van Parijs
(32) El Estado
Terrorista argentino,Quince años después, una mirada crítica. Edit.
Eudeba, Buenos Aires, 1999.
(33) Someter o
convencer, el discurso militar. Edit. Banda Oriental, Montevideo, 1987
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