Crítica del miserabilismo trascendental

x Nick Land

y Comentario del editor de librevista

Nick Land es un pensador y periodista inglés que reside hoy en Shanghai.
Este es un ensayo inicialmente publicado en 2007, luego revisado e incluido en la selección de sus escritos Nick Land, Fanged Noumena, Collected writings 1987-2007, editada por Robin Mackay & Ray Brassier, ed. Urbanomic, ed. Sequence, Falmouth, New York, 2011. La traducción del editor de librevista corresponde al texto del libro y los hipervínculos/notas pertenecen a la traducción salvo indicación. A continuación del ensayo, se podrá leer comentarios iniciales del editor de librevista sobre el ensayo y obra del autor.

 

│ Entre los neomarxistas hay una tendencia creciente a
sepultar definitivamente toda aspiración del economicismo positivo (el que dice “liberar las fuerzas productivas de las relaciones de producción capitalistas”) e instalar en su lugar a una desesperación cósmica ilimitada.

¿Quién recuerda aún la amenaza de Nikita Jruschov al semicapitalista Occidente: "Los enterraremos"? O la promesa de Mao de que el Gran Salto Adelante aseguraría a la economía china
saltar más allá de la del Reino Unido en quince años?
El espíritu frankfurtiano (de la Escuela de Frankfurt, nota ed.) ahora domina: el admitir que el capitalismo superará a sus competidores bajo cualquier circunstancia imaginable, al tiempo que convierte esa misma admisión en un nuevo tipo de maldición ("de todas maneras, nunca quisimos crecimiento, significa simplemente alienación, además ¿no escuchaste que los osos polares se están ahogando….? ").
Desde Le Voyage de Baudelaire, con su triste descubrimiento de que el vicio humano se repitió universalmente incluso en los lugares más exóticos, a la lectura izquierdista de la obra de Philip K. Dick como una denuncia gnóstica del cambio mercantilizado, la variedad e innovación capitalista ha sido interpretada como un hacer diferencia sin diferencia esencial, como más de la misma disimilitud sin sentido. El gran maestro de esta movida es Arthur Schopenhauer quien le prestó rigor filosófico explícito presentándolo como un modo de aprehensión trascendental. Dado que el tiempo es la fuente de nuestra angustia – la Black Iron Prison de Philip K Dick (La prisión de hierro negro, nota ed.) -  ¿cómo puede esperarse que nos salve cualquier tipo de evolución?Así se constituye el miserabilismo trascendental como un modo de negación inexpugnable. De más está decir que no queda residuo sustancial del historicismo marxista en la versión “comunista” de esta postura. De hecho, con la economía y la historia totalmente abandonadas, todo lo que sobrevive de Marx es un paquete psicológico de resentimientos y disgustos, reducibles a la palabra "capitalismo" en un uso vago y negativo, como el nombre de todo lo que causa dolor, se burla y te decepciona.
Para el miserabilismo trascendental, el “capitalismo” es el sufrimiento del deseo arruinado, el nombre de todo aquello que podría ser querido en el tiempo, una intolerable tantalización[1] cuya última naturaleza es desenmascarada por el Gnóstico visionario (P.K. Dick podría ser, o Arthur Schopenhauer, tal vez, nota ed.) como pérdida, decrepitud y muerte, y en verdad, no es irrazonable que el capitalismo se convierta en el objeto de esta denigración resentida.

Sin apego a nada más allá de su propia exuberancia abismal, el capitalismo se identifica con el deseo hasta un grado inimaginable, solicitando desvergonzadamente cualquier impulso que pueda aportar un incremento eficiente a su continua multiplicación de iniciativas productivas.
Cualquier cosa que quieras, el capitalismo es la forma más confiable de conseguirlo absorbiendo cada fuente de dinamismo social, el capitalismo produce crecimiento y cambio, incluso del tiempo mismo, haciéndolos componentes integrales de su marea interminable.
“Dale al crecimiento” ahora significa “Dale (duro) al capitalismo”.
Cada vez es más difícil recordar que esta ecuación pareció alguna vez polémica. En la izquierda fue alguna vez despachada como risible. Este es el nuevo mundo al que el miserabilismo trascendental persigue como a un fantasma indigesto.
Tal vez siempre habrá un anticapitalismo de moda, pero cada uno de ellos pasará de moda, mientras que el capitalismo - cada vez más estrechamente identificado con su propia superación, siempre será, inevitablemente, lo último. “Medios” y “relaciones” de producción se han simultáneamente emulsionado en redes competitivas y descentralizadas bajo control numérico, haciendo
que la esperanza paleomarxista de extraer un futuro postcapitalista de la máquina del capitalismo sea abiertamente inimaginable. Las máquinas se han sofisticado más allá de la posibilidad de una
utilidad socialista, encarnando la mecánica del mercado dentro de sus nano-ensamblados intersticios y evolucionando por sí mismos según algoritmos cuasi-darwinianos que construyen la hipercompetición en “la infraestructura”. Ya no es solo la sociedad, sino el tiempo mismo, que ha tomado el “camino capitalista”.
De ahí el silogismo miserabilista trascendental: el tiempo
está del lado del capitalismo, el capitalismo es todo lo que
me pone triste, así que el tiempo debe ser malo.
Los osos polares se están ahogando, y no hay nada en absoluto
que podamos hacer al respecto.

El capitalismo sigue acelerándose, aunque ya  ha producido novedades más allá de cualquier imaginación humana previa.
Después de todo, ¿qué es la imaginación humana? Es una cosa relativamente miserable, simplemente un subproducto de la actividad neuronal de una especie de primate terrestre. El capitalismo, en cambio, no tiene límite externo, ha consumido vida e inteligencia biológica para crear una nueva vida y un nuevo plano de inteligencia, más allá de la anticipación humana. El miserabilista trascendental tiene un derecho inalienable a aburrirse, por supuesto. ¿Llamás a esto novedad? No es más que cambio.

A lo que no tiene derecho el miserabilismo trascendental es a la pretensión de una tesis positiva. El sueño marxista del
dinamismo sin competencia era simplemente un sueño, un
viejo sueño monoteísta reafirmado, el lobo acostado con el cordero. Si tal sueño cuenta como “imaginación”, entonces la imaginación no es más que un defecto de la especie: la presentación de contradicciones desechables como fantasías utópicas contrarias a la realidad y al servicio de una estéril negatividad. “Postcapitalismo” no tiene un significado real, excepto como fin del motor de cambio.

La vida continúa, y el capitalismo hace vida de una manera que nunca se ha hecho antes. Si eso no cuenta como “nuevo”,
entonces la palabra “nuevo” se ha reducido a una enunciación hueca. Necesita ser reubicada en lo único que sabe cómo usarlo efectivamente, en una anomalía regenerativa del destino convocada por Shoggoths, a una fuga de tal plasticidad infinita que la naturaleza se deforma y disuelve ante ella. A La Cosa. Al Capitalismo. Y si esto hace infelices a los miserabilistas trascendentales, la simple verdad del asunto es: cualquier cosa lo haría. ║

 

Comentario

Ajo y Agua
Jorge Esmoris

│ En 2007, el espeso pensador inglés Nick Land escribió desde Shanghai (su actual territorio de opinión) este breve ensayo lineal y entusiasta dedicado a las potencialidades del “capitalismo”, un año antes de la crisis del 2008 en Occidente, admitiendo que “no es irrazonable que el capitalismo se convierta en el objeto de (una) denigración resentida”. Su propósito aquí es criticar una trascendental negatividad. Es posible que en este texto Land caiga en algo así como un “capitalismo” también trascendental, como un fetiche que vive por su cuenta, una matrix de máquinas que le chupa la energía a la gente con servidumbre voluntaria incluída, o un sistema por fuera de las prácticas humanas, sin las ambigüedades, idas y vueltas empíricas y experimentales, esas prácticas humanas culturales  que gusta presentar en su diversa bibliografía anterior y actual. Land comparte con J.G. Ballard lo que éste decía en 1971, “The future is a better key to the present than the past” (El futuro es una mejor llave (guía) para el presente que el pasado, ed.), con todo el aislamiento que eso implica, ese que te prepara para recibir los macetazos de las persistentes tradiciones.
¿Cree Land en ese “sistema”? La respuesta que plantearemos es que Nick Land – a lo largo de su obra en construcción no cree en eso, ni en todo lo contrario.

Land es lector atento de Kant, de quien se apropia y consume pero no sigue, y de muchas otras vertientes, tradiciones filosóficas y artísticas. En particular se alimenta de la etiqueta ciberpunk, con sus futuros disruptivos oscuros que hacen el presente, y allí de la obra de William Gibson (“El futuro ya está aquí – solo que no parejamente distribuído”), Bruce Sterling (y su saga de los shapers y los mechanists - los hacedores genéticos y los mecanicistas cibernéticos), Philip K. Dick (inspirador de Blade Runner) y otras referencias. También de Gilles Deleuze y Félix Guattari, quienes algo lo escudan de una condena cerrada desde ambientes de izquierda que comparten sus influencias. De estos autores se apoya en el Anti-edipo, menos en Mil mesetas y mucho menos en el flojo, decadente relativo a las anteriores ¿Qué es eso de la filosofía?. Recoge la propuesta de ellos de ir hacia adelante, de acelerar el proceso asistemático de las bondades del capitalismo cuando dicen en El Anti-Edipo: “No retirarse del proceso, sino ir más lejos, ‘acelerar el proceso’, como decía Nietzsche: en verdad, en esta materia todavía no hemos visto nada”[2] y cada vez que puede cita a Marx con su conocida, arriesgada, delimitada y olvidada provocación tan anterior al Anti-edipo: “... en general, el sistema proteccionista de nuestros días es conservador, mientras que el sistema de libre comercio es destructivo. Rompe las viejas nacionalidades y empuja el antagonismo del proletariado y la burguesía al extremo. En una palabra, el sistema de libre comercio acelera la revolución social. Solo en este sentido revolucionario, señores, voto a favor del libre comercio”. (1848, Sobre la cuestión del libre comercio).
Antes del triunfo del Congreso Nacional Africano y de Mandela en Sudáfrica, Land sostuvo que “Cualquier intento político en el Tercer Mundo de resolver los problemas de su integración neocolonial en el sistema de comercio mundial sobre la base de la soberanía nacional es tan ingenuo como sería el intento de los sudafricanos negros si optaran por una solución “bantustana” a sus dilemas político-económicos.[3]

No puedo detenerme aquí en la etiqueta clasificatoria  denominada “aceleracionismo” donde se enrola frecuentemente a Land y menos en sus variantes de izquierda y derecha – será en otra oportunidad – pero aquí interesa rescatar, para aventar la sospecha de que podríamos estar ante un autor de exclusiva economía política sistémica o de imaginación técnica y artística extravagante, que Land presenta ya en 1988 la siguiente conclusión en su ensayo Kant, Capital, and the Prohibition of Incest: “Con la abolición de la inhibición de la síntesis (la síntesis a priori, nota ed.) - del pensamiento kantiano – una sórdida cobardía será lavada, y la cobardía es el motor de la codicia. Pero el único fin concebible del kantismo es el fin de la modernidad, y para llegar a esto debemos fomentar nuevas Amazonas entre nosotros”. Así coloca a un feminismo radical (y violento) como necesario para el fin de la modernidad.
Pero esta acusación de miserabilista y peor aún de trascendental al pensamiento de (parte y de ciertos textos) de la Escuela de Frankfurt no hace de él a un liberal clásico o a un racista nacionalista tipo Alt-right de nuestros días, como la revancha ha acusado. En el 2017 escribió: “Los liberales clásicos están por fuera del mundo. Por fuera, principalmente, de la misma manera en que Norma Bates está por fuera de la exploración psicológica de su hijo. Norman[4] sabría por qué ella no se mueve, si tan solo pudiera recordar”[5] (de la película Psycho de Alfred Hitchcock, ed.)
Respecto a su relación con la etiqueta “Neoreacción” (NRx), que expone Mencius Moldbug[6] (Mencio: el filósofo chino confuciano; Moldbug: interpreto algo así como error virósico computacional) con quien interactúa para moverle el piso explícitamente (dethrone dice– destronarla). Discute, interactúa intelectualmente y aprovecha para pronosticarle fracaso a la NRx (Parece no tener o elegir hoy interlocutores en el campo mainstream de izquierda, Land considera que el pensamiento de izquierda que transita por avenidas lineales y autoreferenciales está fosilizado y no enfrenta con eficiencia a los nuevos monstruos, a quienes observa con menosprecio por su potencial, cuando no con susto paralizante) En sus palabras sobre Mencius: “Lo encuentro enormemente importante. No tengo ninguna inclinación a disociarme en absoluto de esa tendencia básica del análisis político. En un sentido que ahora está en juego predominantemente, la izquierda es el campo de la unidad y el universalismo, y el igualitarismo es una parte importante de eso. La derecha es el campo de la fragmentación, la experimentación y, diría yo, la competencia como un término que se hereda de una tradición y es probablemente bastante controvertido…. Hay un sentido de Sangre y Tierra (el Blut und Boden nazi, ed.) en la esencia de la derecha, con la que me siento obligado a interactuar y tratar de desplazar o destronar, porque no creo que lleve a ninguna parte. Es un callejón sin salida….En la medida en que el identitarianismo de Sangre y Tierra logre alcanzar el poder de varias maneras, verá sus peores días, se verá obligado a rendir cuentas y actuar, y no lo hará. Cuanto más en realidad estén en posición de implementar políticas, más ineficaces serán en sus propios términos. Perderán el potencial de la globalización masiva y se asociarán con el fracaso. Me gustaría ver que esos experimentos se realicen en una escala lo suficientemente pequeña como para que puedan ser educativos, en lugar de globalmente catastróficos”[7] .

En sus publicaciones posteriores al 2007 Land parece ir abandonando sus influencias de la filosofía deleuzeana, tal vez por el pensamiento nómade inquietante de ésta, a veces tecnológicamente confuso, aunque estimulante para pequeños círculos de pensadores psicopolíticos, y al momento inefectivo para la gran política. Encontramos que la política para grandes cantidades no entiende aún de lógicas que no sean binarias, que sí discurren en las conversaciones y tantas acciones abiertas y encubiertas, en escenarios cotidianos, fuera de cámaras, academias, editores y en redes.
 
Sin dejar su terminología anterior del todo, Land introduce nuevo vocabulario que no miraremos aquí (templexity, hyperstitional, etc). Al interesarse por repensar la distinción izquierda- derecha, la corrección política de la izquierda, universalista y compulsivamente correcta, igualitarista, le incomoda, le huele conservadora, y así pone atención a las experimentaciones particulares, y así es como visualiza a Shanghai, por ejemplo.
Es un avisador y grave crítico de las ambigüedades y contradicciones en democracia. Un “inetiquetable” que imprudentemente ha publicado en la jacobitemag, tomando riesgos innecesarios similares a aquellos orientales que publican en El País cultural de Uruguay. Si conociera el dato, pienso compartiría la vergüenza que pasamos días atrás en el Uruguay cuando la mayoría de partidos impidió que la ciudadanía conociera sus fuentes de dinero, o la que pasamos casi todos los días con el aceitado corporativismo que campea y defiende privilegios en los beneficios sociales y jubilatorios de militares y políticos, por ejemplo.  
Pero no se sabe bien, Land puede sorprender a sus amigos más cercanos, por ejemplo a aquellos que vieron en él la oportunidad de volcar hacia la izquierda su aceleracionismo capitalista[8] para superar la izquierda folk[9] , soberbia e ingenua, esa que no despega de sus fracasos y se repite malamente sin diferencia, sin interpretar al gran bolero de Ravel . Puede que esté preparando una nueva movida, tal como le dicen sus entrevistadores Marko Bauer y Andrej Tomažin. Puede que se aísle más aún del “complejo académico-mediático occidental”, de la “Catedral” del autodenominado restauracionista Mencius Moldbug.
En The Dark Enlightment (El iluminismo oscuro, donde refiere a la reacción iluminista monstruosa que ve, ed.) en su parte final denominada Aproximando el Horizonte biónico dice: “El tema básico ha sido el control mental, o supresión del pensamiento, como lo demuestra el complejo académico-mediático que domina las sociedades occidentales contemporáneas, y que Mencius Moldbug denomina la Catedral. Cuando las cosas son aplastadas, rara vez desaparecen. En su lugar, son desplazados, huyen a las sombras con refugio y, a veces, se convierten en monstruos. Hoy en día, a medida que la ortodoxia contraria a la Catedral se presenta sin ataduras, de varias maneras y en numerosos sentidos, se acerca un momento de monstruos”, advierte.
En el mismo ensayo desarrolla su propuesta biónica. Allí define “nuestro horizonte biónico (es) el umbral de fusión concluyente entre naturaleza y cultura en el cual una población se vuelve indistinguible de su tecnología”. Y recurre a un futuro biológico proyectado en la trilogía Xenogénesis de Olivia Butler y sus personajes Oankali, dedicándose al examen de una población más allá del horizonte biónico. Dice Land: “Sus ‘transadores de genes’ Oankali no tienen una identidad separable del programa biotecnológico que implementan perpetuamente sobre sí mismos, a medida que adquieren comercialmente, producen industrialmente y reproducen sexualmente su población dentro de un solo proceso integral. Entre lo que son los Oankali y la forma en que viven o se comportan, no hay una diferencia firme. Debido a que se hacen a sí mismos, su naturaleza es su cultura y (por supuesto) recíprocamente. Lo que son es exactamente lo que hacen”.
Aún dentro del horizonte biónico según el vocabulario de Land, en Uruguay se está editando el genoma, e investigadores veterinarios editan genes que podrían evitar enfermedades y potenciar características en animales.
 
Land dice que, por residir en Shanghai, no puede decirle a sus anfitriones cómo hacer las cosas, pero ya los chinos que prestan atención deben haber sacado conclusiones. Land, a diferencia de los Alt-right antiglobalización y nacionalistas, influencers escandalizados por la relativa pérdida de poder occidental ante China, interpreta distinto esa pérdida, plantea que Shanghai o Neo-China viene del futuro y es la ciudad del futuro, no sin dudas ni pliegues de pensamiento (algo similar a la consideración que Milton Friedman hizo de Hong Kong como experimento liberal económico):
“Durante más de un siglo (pero menos de dos), el capitalismo de Shanghai, a pesar de una interrupción dramática, ha estado construyendo una real máquina de tiempo, con la que Rian Johnson, entre muchos otros, tropezó y  ficcionó de forma tangencial. Aunque el funcionamiento detallado de esta máquina aún escapa a la comprensión pública, su auto-reflexión intrínseca asegura su promoción, como un objeto de ciencia natural compleja, de dramatización espectacular y de comercialización a múltiples niveles. Captura a Oriente y Occidente en una exploración elaborada del mito futurista. En su forma más superficial, cuando revoca los extremos de la mente intoxicándola con vetas de neón, aparece como un destino vago e indisoluble. Queda para pensar en lo que se está convirtiendo” dice en Templexity, disordered loops through Shanghai time, §9.5, Urbanatomy Electronic, Noviembre, 2014. (Templexidad, bucles desordenados a través del tiempo de Shanghai, nota ed.)

Hasta aquí un recorrido rápido e insuficiente por una parte deliberadamente seleccionada del pensamiento de Nick Land, quien tampoco se privó de ingresar en la teoría de números, la metamatemática, y etcc. Al finalizarlo, y quedando en deuda con sus últimos ensayos, me parece que el interés de traducir su ensayo Miserabilismo Trascendental está en focalizar la multitud de pensamiento corriente triste, pesimista, inercial, con tanto lastre pesado y desesperado, repetidor, que se niega a ver oportunidades, que con sus dificultades, son nada más y nada menos que oportunidades para hacer un mundo mejor.  ║

 

www.librevista.com nº 40


[1] Tántalo, rey de Lidia (Anatolia)  fue invitado a participar de la mesa de los dioses y robó néctar y ambrosía para que probaran los mortales. Fue arrojado a un lago junto al que crecían árboles cargados de frutos que nunca podía alcanzar. Tantalización es algo así como frustración. (Nota ed.)

[2] Gilles Deleuze y Félix Guattari, El Anti-Edipo, Paidós, Barcelona, 1985

[3] Nick Land, Kant, Capital and the Prohibition of Incest: A Polemical Introduction to the Configuration of Philosophy and Modernity,  Fanged Noumena, Urbanomic/Sequence Press, Falmouth, 2011

[6] http://unqualified-reservations.blogspot.com/  Mencius Moldbug es seudónimo de Curtis Yarvin, informático y emprendedor de Silicon Valley.

[8] Armen Avanessian y Mauro Reis (compiladores) Aceleracionismo, Estrategias para una transición hacia el poscapitalismo, Caja Negra Editora, Buenos Aires, 2017.

[9] Nick Srnicek y Alex Williams, Inventar el futuro: poscapitalismo y un mundo sin trabajo, Malpaso, Barcelona, 2018

vuelve al texto

regresa al índice