www.librevista.com nº 47, julio 2022

Cualquier paraguas nuclear es inseguro

x Alejandro Baroni Marcenaro


Mira que a los chinos hay que pagarles
Raúl Castro Ruiz (ex presidente de Cuba)

El cliente puede comprar el Ford modelo T en cualquier color, siempre que sea negro
Henry Ford

Pasamos dos años en cana por combatir a Putin
Pussy riot (banda artística femenina rusa)

Tome la guerra moderna. Durante los últimos cinco meses de lucha en Ucrania, ha quedado claro que todo el mundo tiene que repensar cómo se libran las guerras. Los ejércitos occidentales ya no se enfrentan únicamente a guerrillas e insurgentes. Como señala nuestro editor de defensa en su breve guía, volvemos a los duelos masivos de artillería y la guerra urbana en el corazón de Europa. Entonces, ¿qué libros leer para comprender el trasfondo de esto?
The Economist, edición especial del 23/7/2022

Toda creencia es una guía para la acción
Charles Sanders Peirce

Prólogo: Hace unos días, en un encuentro montevideano dedicado a analizar, comentar sobre el mundo y la guerra en Ucrania, uno de los tres expositores – especialista y docente en relaciones internacionales – dedicó su exposición al salto tecnológico en armamentos, y con profusión de fotos a la actualidad en misiles, tanques y cazabombarderos de quinta y sexta generación, fabricados en Europa, Rusia, Estados Unidos y China. Llegada la hora de las preguntas, una mujer le preguntó si su objetivo era meternos miedo.

 

¿Qué hacer cuando no se tiene misiles ni se los quiere tener?

Estamos desde tiempos inmemoriales en luchas ideológicas, y este año 2022 con una inmensa, dedicada información y relatos correspondientes. Aquí se defiende el concepto de relato – no confundirse – porque es inevitable que cada cual construya su discurso e interprete los acontecimientos, hoy o cincuenta años más tarde con más documentos. Nada más que en este texto se construirá uno desde alguien que no maneja misiles, cazabombarderos ni armas tácticas atómicas, y que sostiene la necesidad psicológica de manejar y regular en salud a la angustia y el miedo, de preservar la vida así como entablar resistencia a los grandes poderes destructivos contemporáneos. Para hacerse una idea, en Uruguay lo más parecido a un misilazo usual en Kiev fue la explosión reciente que sufrió un edificio de Montevideo que lo destruyó y afectó edificios vecinos, con suerte para ocupantes.

Beligerantes una y otra vez cuidan mucho de fundamentarse y persuadir de que lo suyo es bueno y justificable. No hay control sin persuasión, aún con armas dictatoriales. Como nuestra dictadura cívico-militar enseñó: para preservar la dominación se requiere de la persuasión a gran cantidad de personas, no es suficiente la exhibición, el uso de las armas o el terrorismo para mantenerse durante un tiempo moderado, los dictatoriales necesitan de apoyo civil, aquí lo tuvieron, hasta que lo perdieron, y cayeron. Es bueno persuadir, es humanísimo intentarlo, nada más que aquí los más persuasivos son las gentes armadas hasta los dientes, mercenarios a sueldo, cabezas de los complejos militares-industriales, vendedores y compradores de armas, delirantes del poder, que utilizan todos los medios para hacerlo, doblándoles el brazo o neutralizando aún a dirigentes con historias y tradiciones autónomas como las primeras ministras de Finlandia, Suecia y Nueva Zelanda, mujeres que saben de los abusos a sus congéneres en el teatro de guerra europeo, a progresistas de Estados Unidos, a socialdemócratas, verdes y liberales europeos, a disconformes con el PCChino, a disidentes democráticos rusos. Desde las islas británicas, tan lejanas y aislacionistas ahora, The Economist parece descubrir que las guerrillas ya no ocurren y propone hablar de técnica.
Con excepciones aún minoritarias y en muchos casos reprimidas con cárcel o disuasión violenta, judicial y cultural, las alternativas a estos conflictos son aún débiles. Mientras la guerra se internacionaliza, cae el derecho de interrupción del embarazo en Estados Unidos, los desplazamientos en Europa son brutales, perjudicando civiles y particularmente a mujeres y niñez, y las guerras localizadas en Oriente medio y África continúan aún más desapercibidas.

El problema a plantearse es la construcción de una interpretación y propuesta desde nuestra América Latina, sin misiles, ni cazas de última generación, o decenas de miles de millones de dólares destinados a armarse o a financiar guerra imperialista. América Latina, región lejana al teatro de guerra europeo, aunque vinculada, tiene una oportunidad de terciar en esta situación. Resistencia y oportunidad nunca tardía de agitación, fundamentación e instalaciones de interpretaciones alternativas a las imperialistas. Y Lula lo ha comprendido[1] , más allá de su competencia electoral actual. Oportunidad para tomar posturas o familia de opinión desde la ciudadanía de a pie, que no pertenece a casta militar, diplomática o decisoria, vota, participa y se anima a salir a las calles a decir sus cosas. Y no es pacifismo ideológico, o discurso moralista[2], o real-politik de las élites, por las dudas. Es pretender el desarrollo de la capacidad de lucha política y argumental, sentimental y material de entender que quienes promueven estas guerras cagan y mean como cualquiera, que también tienen miedos, que los mercenarios son productos humanos despreciables, y que no habrá dios que detenga la barbarie, que Estados Unidos, Rusia, China o Europa se componen de miles de millones de personas ajenas a los intereses guerreristas, que aunque trabajen en la industria de armamentos como modo de subsistencia en crisis, podrían trabajar en tantas ocupaciones diferentes y mejores. Dependerá de las luchas políticas-culturales y del intento de persuadir a esas mayorías que están en riesgo de ser carne de misil.

El punto de este texto es que los guerreristas, aquellos que buscan extender su imperio, poder, y capacidades de disuasión y muerte, tal vez nunca estuvieron tan dependientes de lo que piensan las ciudadanías e intentan controlarlas, en las redes, por las academias, los think tanks, por internet y weibo. Es su punto más débil, están obligados a persuadir. Así tratan de convencer y colocar bajo sus paraguas atómicos respectivos, sus seguridades en portaaviones, submarinos, misiles, fuentes energéticas, acuerdos comerciales de dependencia, etc, tratando de instalar la idea de que la guerra es civil, de toda persona, y que cada cual debería elegir un bando para preservar su seguridad y estilo de vida.

 

Ya no es guerra fría,
se quiere una guerra civil global

Aquí referimos al discurso de Antony Blinken, Secretario de Estado (Ministro de Relaciones Internacionales de Estados Unidos), pronunciado en la Washington University[3], ya iniciada la invasión rusa.

Blinken dice que no quiere seguir el camino de una "guerra fría". Sería imposible, Blink, la idea de guerras termodinámicas ya hace tiempo que fue, si es que alguna vez tuvo poderes descriptivos. Es una manera de verlo desde las cabezas imperiales, institucionalista, bloquista, o desde los complejos militares industriales. Nunca desde quienes sufren los efectos de una guerra no deseada. Se podría dibujar una línea continua que empezando con guerra fría - guerra tibia - caliente - hipercaliente - nuclear 1 Ton táctica - nuclear 10 Ton - nuclear x Ton - nuclear hidrógeno megacaliente, etcc. Y te vas a encontrar que en términos globales que no existe una "guerra fría", sino descriptivamente una combinación de temperaturas. O sea, si sumamos Ucrania, Yemen, África tendríamos una caldera caliente -hipercaliente.
Desde el punto de vista que prefiero, al ver que se superan los cien millones de desplazados por la guerra hoy día, que las víctimas civiles siguen confirmando que son la mayor cantidad de muertes, que las consiguientes hambrunas superan a las que visten uniforme militar, en un mundo globalizado, de fronteras porosas, la mejor descripción no es por temperatura. Esta es, fue desde hace tiempo, una guerra civil globalizada. Existen ejércitos, aviones que destrozan viviendas, escuelas y hospitales con sus misiles. Existen territorios que no son teatro de guerra directo (ejemplo Estados Unidos, China, Rusia, Europa occidental) que con drones, misiles e instituciones rengas derivan, delegan la guerra directa hacia otros territorios, hoy centro de Eurasia, donde quien no es invadido, se prepara para la eventualidad de serlo o invadir. Sin embargo, en esos territorios “libres” de ejércitos de ocupación e invasión, las poblaciones civiles - integrantes de una población mundial que se interrelaciona, comercia y viaja - ejercen su privilegio de resguardarse tras los escudos nucleares y permitir, cuando no aplaudir (“viva Ucrania” es sinónimo de “viva nosotros”, “vivan los rusos del Donbas” también es sinónimo de “viva nosotros”) al desplazamiento y muerte de otros civiles que viven en teatros de guerra directa. ¿Cómo podemos describir esto? Es una guerra civil en el teatro global.

Aquí de lo que queremos persuadir a eventuales lectores es que plantemos resistencia a esta guerra civil en el mundo global. Esa interpretación de la guerra, no dicha en esos términos, encubierta, es la que está predominando y tiene unas cuantas debilidades y fortalezas. Débil en cuanto que perjudica a la enorme mayoría aunque esté hábilmente disimulada por la propaganda y discursos, fuerte en cuanto tiene un círculo de beneficiarios, alcahuetes del poder y la patria, de poderosos y entornos ideológicos y políticos que la fundamentan persuasivamente.

 

¿Cómo nos quieren persuadir?

Con disculpas por la brevedad y elección extremadamente sintética centrada en expresiones de figuras clave, responderemos la pregunta: ¿Cuáles son los discursos y culturas que permiten a las cabezas imperiales justificarse y encaminarse por esta suerte de guerra civil global? (Debe entenderse bien la pregunta, refiere a las “cabezas” dirigentes interesadas en esta guerra global).

Los valores confucianos, incluídos en el pensamiento de Xi Jinping representan a esta nación como el Zhongguo (中国Nación del Centro), en que las prácticas culturales de China son normas “universales” de la civilización sinocéntrica y los “bárbaros” deben aceptarlas. En China, la expresión Imperio es decir China. Desde el 2013 China está reconstruyendo un nuevo orden global confuciano Tianxia (天下, todo bajo el cielo) donde culturalmente se percibe a sí misma superior. Así implementa la Iniciativa de la Franja y la Ruta que incluye una Franja (corredor terrestre, ferroviario, aéreo, infraestructura, aeropuertos) que empieza en China y finaliza en Europa, atravesando Asia Central y Rusia, y la Ruta de seda es una vía marítima (puertos, infraestructura) que atravesará el Estrecho de Malaca en dirección a la India, Medio Oriente y África Oriental, conectando con el Pacífico americano. Según una síntesis cultural, histórica y política, el Partido Comunista Chino suma e interrelaciona el pensamiento del primer secretario Xi Jinping incorporado a la Constitución china junto con el pensamiento de Mao y Deng, junto con aportes confucianos, logrando conservar, al momento, en lo visible, el dominio político, económico, cultural e informativo de la diversa China.
“Según los chinos, el partido es el conjunto de dos figuras superpuestas, un pólipo (animal) y un rizoma (tallo bajo tierra que se extiende), un pólipo que absorbe riqueza y, por otra, un rizoma que distribuye energía”[4] .

Por su lado, Vladimir Putin, gobernante perpetuo de la Madrecita Rusia, sucesora de la Madre de la Patria soviética, inspirado por aquel Imperio ruso fundado por Pedro I, cuidadoso de la figura de Stalin, lector del antiliberal y expansionista euroasiático Aleksandr Duguin, aprobado por mayorías al momento, responde a las poblaciones ucranianas de habla rusa, habla de “desnazificar”, mientras sigue apoyando al húngaro Victor Orban y otras derechas, también retoma historia y “repite en todos los tonos algo que los rusos tienen una necesidad absoluta de oír…: ‘No tenemos derecho a decir a ciento cincuenta millones de personas que setenta años de su vida, de la vida de sus padres y de sus abuelos, que aquello en lo que creyeron, por lo que se sacrificaron, el aire mismo que respiraban, que todo eso era una mierda. El comunismo ha hecho cosas horribles, de acuerdo, pero no era lo mismo que el nazismo. Esta equivalencia que los intelectuales occidentales exponen hoy como obvia es una ignominia. El comunismo era algo grande, heroico, hermoso, algo que confiaba en el hombre y que daba confianza en él. Había inocencia en aquella fe, y en el mundo despiadado que vino después cada cual la asocia confusamente con su infancia y con las cosas que te hacen llorar cuando respiras bocanadas de la infancia’”[5].
 
El Secretario de Estado norteamericano Antony Blinken no dudó en presionar y colaborar con “puertas abiertas” para atraer a Ucrania hacia el marco de la OTAN, contra la opinión conocida de preservarla neutral  formulada por Kissinger, Brzezinski y Kennan[6]. Los valores que Blinken entiende defender son también “universales” y corresponde a un “orden internacional” que lideró y pretende liderar en el siglo veintiuno. En su discurso reciente[7], delinea la estrategia como la defensa del “orden internacional basado en reglas, el sistema de leyes, acuerdos, principios e instituciones surgido desde las dos guerras mundiales… con documentos fundantes como la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración universal de derechos humanos”. A continuación, Blinken parece darse cuenta de que estaba hablando sobre acontecimientos ocurridos hace casi ochenta años: “(Hoy) la China es el único país que tiene la intención de remodelar el orden internacional y tiene el poder económico, diplomático militar y tecnológico para hacerlo… su visión nos alejaría de los valores universales…no buscaremos un conflicto o una nueva guerra fría, al contrario estamos determinados a evitar los dos… coexistiendo y cooperando”. En la declaración de jefes de Estado y Gobierno de la OTAN[8] ya se había abundado en la preservación del “orden internacional”, de contrarrestar un “desafío fundamental a los valores y las normas que han llevado a seguridad y prosperidad a todos en el continente europeo”.

Dos o tres expresiones clave que aparecen en estos discursos: valores “universales”, “orden internacional”, “patria”, “imperio bajo el cielo”, moral “superior”, que expresan la voluntad política y militar de dominio y  preservación prioritaria de la seguridad de sus poblaciones respectivas y las de sus aliados estratégicos.

 

¿Qué dijo Lula en la revista Time?

Sin perder tiempo con los intentos infantiles y torpes del actual gobierno uruguayo y sus amigos agroexportadores de entenderse con China independientemente de Brasil y Argentina, debemos echar un vistazo a la portada de la revista Time del 4 de mayo de 2022. Allí está Lula a quien Time reportea desde Nueva York presentándolo preparado para su segundo acto en la presidencia de Brasil[9]. Una advertencia civil en la principal y cosmopolita ciudad del propuesto imperio cultural y militar blinkeniano. Publicada unos veinte días antes del discurso ideológico de Blinken, Lula responsabiliza a Putin, Zelenski y Biden por no haber hecho suficiente para evitar la guerra en Ucrania, así como a la política de Estados Unidos, la Unión Europea y la ONU. Dice a Time:
“Los políticos cosechamos lo que sembramos. Si siembro fraternidad, solidaridad, armonía, cosecharé cosas buenas. Si siembro discordia, cosecharé querellas. Putin no debería haber invadido Ucrania. Pero no es solo Putin el culpable. Los EEUU y la UE también son culpables. ¿Cuál fue la causa de la invasión de Ucrania? ¿la OTAN? Entonces Estados Unidos y Europa deberían haber dicho: ‘Ucrania no se unirá a la OTAN’. Eso habría resuelto el problema… Si yo hubiera sido presidente, habría llamado a Biden, a Putin, a Alemania y a Macron. Porque la guerra no es la solución. Creo que el problema es que si no lo intentas, no arreglas las cosas. Y tienes que intentarlo… (Zelenski)  quería la guerra. Si no quería la guerra, habría negociado un poco más. Eso es todo. Critiqué a Putin cuando estuve en la Ciudad de México [en marzo], diciendo que fue un error invadir. Pero no creo que nadie esté tratando de ayudar a crear la paz. La gente está estimulando el odio contra Putin. ¡Eso no resolverá las cosas! Tenemos que llegar a un acuerdo. Pero la gente está alentando [la guerra]. Estás alentando a este tipo [Zelenski], y luego él piensa que es la frutilla de la torta. Deberíamos tener una conversación seria: ‘Está bien, fuiste un buen comediante. Pero no hagamos la guerra para que aparezcas en la televisión’. Y deberíamos decirle a Putin: “Tienes muchas armas, pero no necesitas usarlas en Ucrania. ¡Hablemos!’”.
Al momento, el llamado de Lula publicado en Time no tuvo resonancia en la izquierda del Partido Demócrata y su ala socialista democrática. Allí parece haber triunfado el discurso patriótico-agresivo en la opinión pública, tantas veces repetido, o el que sostiene que la política exterior de EEUU puede haber cometido errores pero siempre sus intenciones son buenas y coloca a posiciones con contemplación internacionalista como antipatrióticas. El Senador Bernie Sanders, quien saludó la liberación judicial de Lula, fue elogioso con sus políticas cuando era presidente y se reunió con él, no ha hecho manifestaciones alternativas y tampoco se está manifestando su “sobrina”, la brillante diputada Alexandria Ocasio Cortez acerca de la guerra en Ucrania. Sí están muy activos en cuestiones internas de importancia como la legalidad del aborto, derechos de trabajadores e inmigrantes, violencia policial en las calles, posesión legal de armas de guerra, elecciones estatales y renovación demócrata, luchas contra las grandes corporaciones abusivas, la propuesta del new deal verde, etc. Los debates acerca de la coyuntura internacional parecen darse en círculos reducidos de la izquierda norteamericana, y allí también, como en las izquierdas latinoamericanas, sin grandes acuerdos.
Apenas se conoce una entrevista al consejero en relaciones internacionales de Sanders[10], quien vacila entre el patriotismo obligatorio y los imperativos morales de los progresistas para con el resto del mundo. Crítico del intervencionismo norteamericano repetidamente favorable a las élites, no duda en que deben seguir apoyando militar y económicamente al gobierno de Ucrania, y al mismo tiempo “deberíamos estar preparados para abrazar y defender un acuerdo cuando sea posible. No veo evidencia que tal cosa sea posible hoy”.
En resumen, tanto en regímenes de control y dominio autoritario como Rusia y China, como en la democracia tutelada por la Suprema Corte de Justicia norteamericana, la oposición interna a la guerra civil global es débil, al momento.

 

¿Qué podemos hacer desde América Latina?

Simplemente, lucha política, cultural y diplomática. Desde la ciudadanía a pie, partidos, instituciones y agrupaciones de la sociedad civil, sindicatos, ambientalistas, feminismos, amistades del feminismo…
Sin concesiones ideológicas al atlantismo, el putinismo, o las intenciones de dominio en la franja y ruta de seda. Es la contribución posible desde las izquierdas democráticas y libertarias.
 
Lula no es aún el presidente de Brasil, y no hay otra personalidad política de su calibre en condiciones de integrar gobiernos latinoamericanos. Aún no se sabe si logrará mayorías parlamentarias y podrá llevar adelante sus programas. Pero en este asunto que nos desvela ya plantó una bandera, que si cuenta con el apoyo del continente podrá mantener. Otros gobernantes electos como Boric y Petro, cargados de problemas internos e incertidumbres, también manifiestan su no alineamiento. Las complejidades políticas, culturales, raciales, ingerencias balcanizadoras de potencias en cada país, las diferencias en políticas ambientales, en políticas financieras, arancelarias, las perspectivas diferentes de género, las élites económicas de cada país y sus intereses excluyentes, han sido barreras para la unificación política latinoamericana, temática que excede a la de este texto, pero esta es una oportunidad para unificar una posición contraria a la política guerrerista de bloques.
Sin perjuicio de lo anterior, América Latina puede desde luego establecer acuerdos, recibir y ofrecer ayudas económicas, financieras, tecnológicas, sin que ello no implique perder su autonomía ideológica y política respecto a los tres bloques político-militares-culturales aquí presentados.
Seguiremos leyendo a Walt Whitman, escuchando a Igor Stravinski y admirando a Mo Yan. Las nuevas generaciones que habitan los territorios de estos tres bloques tienen mucho más convergencias culturales en común que divergencias, y con éstas saben convivir. Esta es la mejor perspectiva de la globalización.

Las opiniones y expresiones políticas de los pueblos son más poderosas de lo que habitualmente creemos. Sus decisiones y acciones laborales, productivas, culturales, argumentales, sentimentales, las capacidades comunicacionales, el uso adecuado de las redes y las tecnologías informáticas, la experimentación social de nuevas conductas e instituciones condicionan y limitan completamente a los poderes guerreristas. Los atemoriza. Para ejecutar sus propósitos, y contrarrestar su miedo, instrumentan invasiones, bombardean civiles, ejecutan terrorismo, elaboran discursos de justificación, difunden relatos propagandísticos, pretenden instalarse como defensores de derechos humanos universales, intentan controlar sin éxito los medios comunicacionales, exhiben sus armas de última generación, necesitan disuadirnos y convencernos de que no vale la pena luchar por un mundo mejor alternativo al que nos ofrecen.
Tienen miedo, son humanos y humanas de carne y hueso. ║

 

Agradecimiento: a Graciela Gómez Palacios por su curiosidad, y a Leo Harari por la conversación

www.librevista.com nº 47, julio 2022

 

 

 

[1] Ver el informe de la Deutsche Welle: https://www.youtube.com/watch?v=uf47Pg7M5Tc (julio 2022)

[2] Más adelante podrá verse que cada bloque guerrerista presenta su decálogo moral como superior y universal. La superioridad moral propia es común entre las elites que expansionan, tratando de convencer a sus connacionales y alrededores que adopten su criterio. Entre la ciudadanía de a pie, distintos valores culturales, morales y religiosos pueden convivir – salvo con los violentos, violentas, fundamentalistas agresores – en un marco moral de tolerancia con las diferencias y diálogo.

[3] El 26 de mayo de 2022

[4] Antonio Negri, Good-bye Mr. Socialism, Paidos, Barcelona, 2007, p 156

[5] Emmanuel Carrère, Limonov, Editor digital: gertdelpozo, ePub base r1.2, p 347.

[6] Ver la conferencia del exdiplomático español José Antonio Zorrilla en la Universidad del País Vasco en mayo 2022, titulada Ucrania, ¿cómo hemos llegado a esta situación? https://www.youtube.com/watch?v=fQKFa-HNjSc&t=53s (julio 2022) La visión geopolítica desde la real politik elitista aquí es rotunda, pero sumamente informativa. Demasiado inclinado a la geopolítica y la decisión de las cúpulas políticas y militares centrales, el conferencista encontraría dificultad para explicar la retirada de los Estados Unidos de Vietnam por la opinión pública en contra, el apoyo en opinión a la invasión de Irak por parte de Bush y su repulsa posterior, el abandono de América Latina como patio trasero, entre otros ejemplos. Zorrilla es un liberal europeísta, y con esta gama de posturas como la suya, las izquierdas democráticas deberían dialogar y debatir, sin sucumbir al atlantismo, el putinismo o la ruta de seda china.

[7] 26/5/2022

 

 

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