www.librevista.com nº 49, octubre 2022
Publicación del Premio librevista de ensayo 2022
x Luis Salas Rodríguez[1]
I
En China, al contrario de los Estados Unidos, no existe una tradición de ciencia ficción. O al menos no tan rica. No sabría decir cuáles serán las razones exactas. Pero es bastante posible que la misma resulte superflua en la medida que, cuando se le mira con detenimiento, en China la realidad en sí parece de ciencia ficción e incluso la supera.
Veamos: se trata de un país gigantesco, que ya era un estado unificado y una potencia económica en el sentido moderno del término (algo reconocido por el mismísimo Adam Smith) cuando en lo que ahora se llama “occidente” abundaban las tribus bárbaras. Por otra parte, a China se le debe el invento de todo un arsenal de cosas que revolucionaron la existencia humana en general, desde la pólvora hasta la brújula, pasando por la imprenta y el papel. Tercero: cuenta con una población asombrosamente gigantesca, casi el 20% del total del planeta, con ríos, montañas, desiertos, etc., todos extraordinariamente grandes y exóticos. Y ahora, de un tiempo a esta parte, ha resurgido como la gran potencia global del siglo XXI, no obstante que conserva costumbres milenarias. En este sentido, en efecto, mi hipótesis es que en China no hay ciencia ficción porque su historia la hace irrelevante.
Consideremos el caso de su infraestructura, es decir, no ya lo que tiene que ver con su geografía y demografía sino con la paisajística creada por el hombre. En principio, cuenta con la Gran Muralla: un muro de más de 20 mil kilómetros de largo construido y reconstruido durante 22 siglos, con el no menos alucinante propósito de defenderse de todos sus enemigos externos. Por décadas se dijo de ella que era la única obra humana que se podía ver desde el espacio, hasta que astronautas y cosmonautas comprobaron que era un mito. Tiene el puente más alto del mundo, que se eleva a la vertiginosa altura de 560 metros sobre el cañón del río Nizhu. Y el más largo: 55 kilómetros sobre el mar uniendo a Hong Kong con Zhuhai y Macao. Hace 8 años pusieron en funcionamiento la línea férrea más larga del mundo, que une a Madrid con Yiwu, un polo industrial comercial donde entre otras cosas se fabrica el 60% de los adornos de navidad del mundo. Y hace trece la mayor represa hidroeléctrica del planeta: Las Tres Gargantas, 27,47 millones de metros cúbicos de concreto armado con un peso aproximado de 42.000 millones de toneladas. Todo lo relacionado con esta mega obra parece sacado de una novela de Verne: para su construcción hubo que desviar el río Yangtsé, el tercero más largo y cuarto más caudaloso del mundo, a la vez que reubicar a más de un millón de habitantes y sumergir pueblos enteros junto a un milenario patrimonio cultural. A su máxima capacidad, contiene aproximadamente 39.300 millones de metros cúbicos de agua en una superficie de 632 km cuadrados a 91 metros sobre el nivel del propio río, todo lo cual le permite generar 22.500 megavatios, casi el doble que la de Itaipú, la segunda más grande del mundo. Son tan colosales sus dimensiones que, según la NASA, debido a su peso cuando está a tope hace algo que solo logran terremotos o explosiones volcánicas de gran envergadura: alterar el movimiento de rotación de la Tierra.
Y hablando de la Tierra, debemos estar claro que todo lo anterior tiene que ver solo con la infraestructura terrícola, es decir, efectivamente hecha en y para la Tierra. Y esto lo decimos pues China cuenta con un no menos ambicioso y alucinante proyecto de conquista del espacio: desde 2013 tiene una base espacial robótica en la luna Chang'e 3 (“Diosa de la Luna 3”), que incluye un explorador Yutu 2 (“Conejo de Jade 2”) que desde 2019 se encuentra haciendo lo que ninguna otra misión ha hecho nunca antes: explorar el lado oscuro del satélite natural de nuestra planeta. Pero eso no es todo. Además de tener otros exploradores en Marte cuenta con la estación espacial Tianhe (“Armonía de los Cielos”) en órbita. A la vez que está proyectando una mega estación de varios kilómetros de largo "para el uso futuro de los recursos espaciales, la exploración de los misterios del universo y la permanencia en órbita a largo plazo” que sería lanzada en diferentes cohetes y ensamblada en el espacio. Para que se tenga una idea de lo ambicioso del reto, la estación espacial más grande actualmente en órbita -la Estación Espacial Internacional- tiene poco más de cien metros de largo y 80 de ancho.
Por último, pero no menos importante: se anunció recientemente que China desarrollará una tecnología que permitirá proteger a la Tierra de colisiones con asteroides peligrosos. Como en las películas, el mismo consiste en un sistema de vigilancia y alerta temprana de asteroides con bases en la Tierra y en el espacio que los identificará y catalogará estableciendo cuáles suponen un peligro para la Tierra y eventualmente eliminarlos con misiles.
Se pueden seguir citando ejemplos de cosas, obras, etc., existentes en China o producidas por ella incluso desde hace siglos, pero que si no fuera porque existen realmente uno pensaría que son producto de la fantasía, mitos o de febriles imaginaciones literarias. Los Guerreros de Terracota, por ejemplo: un ejército de 8000 mil hombres construidos en tamaño natural, con rasgos específicos cada uno, rangos diferenciados y armados según la cuadra de pertenencia, junto a una caballería de 150 animales y 13 carros de combate, más un séquito de funcionarios, acróbatas, forzudos y músicos, eternamente erguidos bajo una cúpula cuyo techo representa la bóveda celestial, sobre un piso que representa la tierra y al lado de ríos y océanos simulados con mercurio. Si esta historia parece de guión hollywoodense es más bien porque Hollywood se la ha copiado varias veces. Pero es real: los soldados permanecen allí erguidos en el mismo lugar donde fueron construidos hace más de dos mil años, todos prestos a acompañar al Emperador en su viaje al más allá.
¿Y qué decir –ya en estos tiempos- de las llamadas “ciudades fantasmas”, megalópolis construidas no pocas veces en medio de la nada con edificios perfectamente habitables y amoblados antes que siquiera un residente los habite? O de aquellas superpobladas como Chongqing (30 millones de personas), cuya concentración urbana y densidad de población es tal que el tren que la cruza se ve obligado a atravesar un edificio residencial de 19 pisos por su mitad teniendo en él una parada. O de la ultra contaminación de ciudades como Beijing en la que sus habitantes ya estaban acostumbrados desde hace varios años a andar con mascarilla debido a la permanente niebla de smog que no los deja ver el sol y se les cuela en la ropa…
II
Los escritores chinos de ciencia ficción –que a todas estas sí existen- han creado un término que expresa esta particular situación y, en consecuencia, define la corriente de la literatura de ciencia ficción china de cara al presente y el futuro: chaohuan.
Fue Ning Ken, (Beijing, 1959), quien acuñó dicho término. Resulta que Ken es un lector empedernido de Gabriel García Márquez, y en tal virtud, conoce al realismo mágico latinoamericano y se hizo fanático del término, si bien como se sabe éste no es un término de García Márquez sino que fue usado por primera vez –al menos en Latinoamérica- por Arturo Uslar Pietri, para referirse a las historias de su país (Venezuela) y del continente, donde muchas veces la realidad se confunde con la fábula. El caso es que, maravillado por esta idea, Ken se propuso sacar un equivalente chino del realismo mágico latinoamericano, para referirse a todas esas cosas que en su país pasan y que se encuentran “más allá de lo irreal”, que es lo que en sentido estricto significa chaohuan. Leamos lo que nos dice sobre ello en la transcripción de la conferencia Writing in the Age of the Ultra-Unreal (Escribir en la era de lo ultra-irreal), dictada en octubre de 2015 en el Middlebury College: “Si Realismo Mágico fue la forma en que los autores latinoamericanos presentaron su visión de su realidad, entonces Realismo Ultra-Irreal debería ser nuestro nombre para la literatura a través de la cual los chinos miran su realidad. La palabra china “chaohuan” (ultra irreal) es una especie de juego con la palabra “mohuan” (magia), como en “mohuan xianshizhuyi” (realismo mágico): “mohuan” es “mágico irreal” y “chaohuan” es “superar lo irreal”. En la década de 1980, cuando China comenzaba a abrirse al mundo, la literatura latinoamericana, con Gabriel García Márquez como representante, inunda China. Cuando leíamos “realismo mágico”, nos parecía familiar, nos parecía cercano, y es que en su sufrimiento y en sus historias difíciles, increíbles, los chinos y los latinoamericanos tienen mucho en común. De hecho, en la década de 1980 a menudo hablábamos de China como un lugar de “realismo mágico”. Pero desde la década de 1990, y especialmente en los últimos doce años, China ya no es ese lugar; ahora es un lugar de lo “ultra irreal”. O tal vez en realidad China siempre ha sido así” .
Si nos apegamos a lo que nos dice Ken, las resonancias con el realismo mágico son evidentes. No obstante, existe una diferencia fundamental. Y es que éste último, en su empeño por borrar las líneas que separan a la fantasía de la realidad, se dedica a introducir elementos de la primera en la segunda, como por ejemplo, en Cien Años de Soledad, la llovizna de flores que cae sobre Macondo la noche que José Arcadio el patriarca muere, fueron tantas, que la gente tuvo que despejarlas con rastrillos en la mañana siguiente. O el diluvio que dura cuatro años, la epidemia de insomnio que ataca a sus habitantes o el hilo de sangre que atraviesa todo el pueblo y gracias al cual Úrsula se entera del asesinato de José Arcadio, el hijo. Es estos casos como en tantos otros a lo largo de esta obra y muchas más por el estilo, nadie duda que se trata de elementos fantasiosos, que en sentido estricto, no ocurren en la realidad y cuyo gesto hermoso y genial del realismo mágico es hacernos ver que sí. Ahora, la intención del chaohuan no es esa. Es de hecho muy distinta: es contar historias absolutamente reales que nadie puede creerse por lo increíble de su desarrollo.
Un ejemplo citado por Ken es el arresto por corrupción hace algunos años del Alto Mando militar Chino, el General Guo Boxiong. De éste se dice las autoridades encontraron tanto dinero en los sótanos de su casa que no pudieron contabilizarlo con las máquinas contadoras convencionales –se quemaron varias- por lo que lo hicieron por peso. Han Song, junto a Ken uno de los principales exponentes del chaohuan (ganador en seis ocasiones del premio Yinhe, la máxima distinción del género de ciencia ficción en el país), es originalmente es un periodista de la agencia oficial de noticias Xinhua, en la cual se hizo famoso por redactar los artículos informativos con un tono tal que era imposible saber dónde terminaba la realidad y comenzaba la ficción. Entre sus obras más importantes, se cuenta Red Star Over America, que narra la historia de una delegación china de jugadores de Go que viaja de intercambio a unos Estados Unidos que terminan de hundirse en el caos cuando un atentado terrorista derriba las Torres Gemelas. El derribo de las Torres Gemelas en 2001 fue un evento ultra irreal con todas sus letras solo que a la norteamericana. Sin embargo, lo más impresionante de Red Star Over America (el título es un guiño a Red Star Over China, el célebre relato de Edgar Snow sobre los primeros años de la guerra que llevó al poder al Partido Comunista chino), es que fue publicada en febrero del año 2000, es decir, un año y siete meses antes de que Bin Laden y compañía (siempre según la controvertida versión oficial) usaran como misiles sendos aviones repletos de pasajeros para dejar a Nueva York, los Estados Unidos y todo el entonces orgulloso y triunfal mundo occidental sin uno de sus íconos.
Como se ve, contrario al realismo mágico, todo lo narrado en el chaohuan pasa por ser cierto, incluyendo lo que todavía no ha ocurrido…
En este sentido, lo más interesante del chaohuan no son exactamente las semejanzas con el realismo mágico sino las diferencias.
Ken señala tres: la primera es la centralidad de la temática del poder, algo que en el realismo mágico latinoamericano no está presente o al menos no de manera fundante . De hecho, un principio básico de la literatura chaohuan es que todo eso “imposible” es posible porque existe algún poder que lo hace tal, lo que en la historia china plagada de emperadores, estados y reinos omnipresentes tiene todo el sentido del mundo. A este respecto nos dice: “En el corazón de la civilización china siempre ha habido alguien con poder absoluto. En China, la forma en que los gobernantes llegan al poder y ejercen el poder asegura que su poder llegue a todas partes y lo abarque todo”. En El ojo del poder, Foucault analiza los mecanismos por los cuales el poder vigila y controla. Su referencia al “ojo” del poder es adecuada. En la historia china, enormes ojos de poder aparecen una y otra vez. En cierto sentido, la historia china es un monstruo cubierto con múltiples ojos de poder. El “realismo mágico” latinoamericano también se preocupa por el ojo del poder, por supuesto, pero es un ojo mucho más pequeño.
La segunda diferencia tiene que ver con el sentido del tiempo, lo que de alguna manera supone que, contrariamente al realismo mágico latinoamericano enraizado en lo rural-natural, el chaohuan se identifica con el contexto de un país donde lo que no es una megalópolis marcha vertiginosamente hacia allá. Dice Ken: “…el sentido del tiempo es diferente. China ha pasado de ser un país que se movía demasiado lento a un país que se mueve demasiado rápido, tan rápido que es como si China hubiera escapado de la gravedad. Ya se trate de la economía, la moda, la cultura popular, el entretenimiento o los deportes, en solo treinta años China ha pasado por lo que tomó varios cientos de años en Occidente. En muy poco tiempo, China ha logrado logros extraordinarios. Es como si el tiempo en China se hubiera comprimido. Esta compresión no solo pliega en el momento actual unos pocos cientos de años de historia occidental, sino también varios miles de años de historia china. Debido a que el tiempo pasa demasiado rápido, las ciudades de China ahora son cosas extrañas. Todos se ven exactamente iguales, como si fueran una serie de copias exactas de computadora. La transformación de los pueblos de China es igualmente sorprendente. Hace treinta años, muchas de las aldeas de China se parecían mucho a las de la antigüedad. En estos días, en muchas de las aldeas de China solo hay ancianos y niños. O los pueblos se han convertido en pueblos fantasmas, que son un poco espeluznantes para visitar”.
Durante los últimos treinta años, la velocidad del desarrollo en China y la escala de sus logros han sido tan extraordinarias como la magnitud de los problemas que enfrenta. Hace unos años, el PIB de China superó al de Japón para convertirse en el segundo más alto del mundo, y mucha gente dice que dentro de poco el PIB de China superará al de Estados Unidos, convirtiéndose en el primero del mundo. Nadie recuerda siquiera cuándo China pasó por Gran Bretaña, Francia o Italia, y cuando China pasó por Alemania solo causó una leve impresión. Antes de que realmente supiéramos lo que estaba sucediendo, China se convirtió en el líder mundial en trenes de alta velocidad, el líder mundial en la construcción de carreteras, el líder mundial en la cantidad de automóviles en las carreteras y el líder mundial en el uso de teléfonos celulares. China ahora tiene la economía más grande del mundo. Todo esto es “ultra-irreal” también.
La tercera diferencia entre el chaohuan y el realismo mágico es la existencia de internet: “Muchos de los fenómenos “ultra-irreales” de China se escriben en Internet inmediatamente después de que ocurren. Para empezar, la realidad es un texto, y ahora que Internet puede mostrarnos fenómenos "ultra-irreales" que de otro modo no conoceríamos, terminamos con una especie de doble "ultra-irreal". Esto ha creado un gran desafío para la ficción. La ficción ya no puede simplemente contar historias sencillas sobre temas únicos siguiendo arcos narrativos únicos; la realidad nos proporciona todo tipo de ricas posibilidades para experimentos en forma ficticia. Hasta cierto punto, cuanto más fiel a la realidad sea la ficción en estos días, más vanguardista parecerá. La forma en que miramos las cosas determina la forma en que escribimos sobre ellas. La realidad es mutable. Por ejemplo, si miras la realidad desde el punto de vista de la tradición, entonces la realidad sobre la que escribes parecerá tradicional. Si miras la realidad desde el punto de vista de lo “ultra-irreal”, entonces tu escritura será “ultra-irreal”. Esto no quiere decir que no haya diferencia entre las perspectivas. No cabe duda de que es el punto de vista de lo “ultra-irreal” el que está más en sintonía con el tiempo presente”.
Al final de su disertación, Ken hace un señalamiento que en su momento (octubre de 2015) habrá sonado pomposo, pero que visto en retrospectiva y al calor de lo ocurrido en los últimos dos años pudo ser más bien profético: “La pregunta más importante en el planeta en este momento podría ser: ‘¿hacia dónde va China?’”.
Covid-19: ¿el chaohuan global?
Hagamos el siguiente ejercicio: imaginemos por un momento que a finales de 2019 – o en los primeros días de 2020 - un desconocido viene y nos cuenta que en pocas semanas explotará una pandemia que lo cambiará todo a nivel global.
Según este relato, nadie sabrá cómo surgió la enfermedad, y en principio, ni siquiera en qué exactamente consistía. Pero se impondrá como versión oficial que todo comenzó con una sopa de murciélagos en un mercado de mariscos y animales vivos de una megalópolis industrial llamada Wuhan, que a la sazón, es conocida como la Ciudad Gótica china . La encargada científica de esta explicación será una doctora a la que apodan Bat woman, precisamente porque su especialidad son los coronavirus provenientes de murciélagos .
Así las cosas, como decíamos, a las pocas semanas de detectarse los primeros brotes el virus se expandiría por todo el planeta. Esto a pesar de que las autoridades chinas impondrían sobre Wuhan un estricto estado de sitio epidemiólogo consistente en retener dentro de sus hogares a las once millones de personas que allí habitan a fin de cortar las cadenas de transmisión del virus. No sin antes tomar la previsión de construir en diez días dos inmensos hospitales de bioseguridad: primero el Huoshenshan (“Dios del Fuego”) y luego el Leishenshan (“Montaña del Dios Iluminado”). Y establecer una inmensa red de vigilancia biopolítica que no tendría nada que envidiarle a las distopías más sombrías. Siempre según la historia que nos cuenta nuestro desconocido interlocutor, esta red incluiría el uso de drones y cámaras como herramientas de seguimiento, vigilancia y persuasión, de personal médico y policial equipados con cascos y lentes con sensores térmicos y reconocimiento de personas con fiebre, así como inclusive robots. Todo centralizado en una inmensa red de big data soportado en la polémica plataforma denominada de Crédito Social que penaliza o recompensa desde hace varios años el comportamiento ciudadano. El sistema será tan efectivo e intrusivo, que a los pocos días de iniciada la pandemia y luego de modificar algunos algoritmos, ya sería capaz de hacer reconocimiento facial con mascarilla y tapabocas con el mismo nivel de certeza que sin ellos. Será el “ojo del poder” del que nos habla Ken parafraseando a Foucault: el ojo del poder del Partido Comunista Chino en la era del internet de las cosas.
Los primeros casos fuera de China serán naturalmente en países vecinos. Pero inmediatamente y gracias al flujo global de mercancías y viajeros llegará a Europa, los Estados Unidos y todo el planeta. En el caso de Europa, el virus arribará por Italia, replicando la experiencia de la peste negra del siglo XIV incluyendo las imágenes de gente muriendo en las calles, con hospitales abarrotados y morgues ídem, escenas a las que igual asistiremos en sitios tan alejados como Nueva York. Nueva York de hecho se verá obligada también a encerrarse bajo una estricta cuarentena. Y no solo no saldrá nadie a las calles, lo que dejará vacía incluso a la mítica Quinta Avenida, sino que se cerrará hasta Wall Street, algo que no ocurría desde los tiempos de la Gran Depresión. Será como una mezcla entre Contagio y Soy leyenda, solo que en la vida real y sin los zombies.
Con el virus ya expandido a lo largo y ancho del mundo la OMS decretará la pandemia global, lo que producirá un evento totalmente inédito en la historia de la humanidad: un estado de sitio planetario, producido por la vía de hecho bajo la forma de una cuarentena global. Dicho estado de sitio, además de provocar una tremenda contracción económica que entre otras cosas llevará los precios del petróleo a cero, nos introducirá en una nueva era denominada la nueva normalidad, bajo la cual viviremos aproximadamente unos dos años, hasta que acapare nuestra atención el estallido de una guerra en Europa que amenaza con convertirse en la Tercera Mundial, al tiempo que acelera el desacople de las finanzas globales. La historia de esta guerra no tendrá nada que envidiarle a la de la pandemia en cuanto a espectacularidad. Todo comenzará por las pretensiones de Ucrania de unirse a la OTAN, en un país gobernado por militantes manifiestamente neonazis pese a que el que los dirige a todos es de origen judío. Tales pretensiones serán consideradas por Rusia una auténtica línea roja, por lo que sus fuerzas armadas invadirán Ucrania para "desnazificarla", a la vez que aprovechará para recuperar territorios que le pertenecían en el tiempo de los zares pero que perdió tras la rebatiña sucedida tras la caída de la URSS. Alemania - cuna del nazismo - se pondrá del lado de Ucrania. Y lo mismo harán ingleses y norteamericanos. Empresa en la que coincidirán fundamentalistas islámicos que verán la oportunidad de cobrarle a Rusia la derrota que les propinó en Siria. El caso será que, conforme a los lineamientos bélicos del siglo XXI, la guerra de los aliados de Ucrania contra Rusia será económica y cognitiva en lo visible y en lo no muy visible mercenaria y tercerizada. En lo comunicacional censurarán a cualquiera que manifieste su apoyo a Rusia. O que simplemente se atreva a contrariar la línea oficial trazada por la OTAN. De las redes sociales los borrarán. Y en la vida real a los que puedan y sean recurrentes los arrestarán. Dentro de la Unión Europea colocar una simple “Z” (letra que identificará a los militares rusos en el campo de batalla) será considerado delito. En lo que a lo económico refiere Rusia será excluida de los medios de pago. La réplica rusa será condicionar el pago de los combustibles de los cuales depende Europa a su moneda local (el rublo), con el beneplácito de China y La India que ven en ello una oportunidad dorada de romper con la hegemonía del dólar. Todo ello mientras se desata una inflación global y en Europa una escasez de combustibles y energética, que por momentos hace temer que inclusive los orgullosos alemanes terminen como Zimbabue o Venezuela.
De habernos pasado tal cosa lo más probable es que habríamos pensado que esa persona tenía una febril imaginación, nos contaba una película o se había escapado de un hospital psiquiátrico. Sin embargo, ¿no es exactamente eso lo que en efecto ha pasado desde finales de 2019 hasta la fecha?
Ciertamente. Y mi hipótesis es que en la medida en que el siglo XXI está deviniendo “el siglo chino” dada la emergencia de “el gigante asiático” como primera potencia mundial, el mundo estará tomando rasgos de la realidad china, del mismo modo como lo hizo en el siglo XIX durante los años de la hegemonía británica y en el XX cuando la norteamericana, que tomó rasgos de cada una de estas naciones. Y el principal de estos rasgos será – y de hecho ya es - la ultra-irrealidad cada vez más notable y vertiginosa de los acontecimientos. Es un proceso de algún modo inevitable, que no comenzó con la pandemia pero que ésta aceleró definitivamente.
Parafraseando a Morfeo en la famosa escena de Matrix cuando mostrándole la realidad del planeta Tierra devastado por la guerra contra las máquinas le dice “bienvenido al desierto de lo real”, habría que decir que la pandemia y todo lo asociado a ella ha sido nuestra bienvenida al mundo de la ultra-irrealidad. Ultra-irrealidad que, sin embargo, no es un rasgo o cualidad china, por más que el término haya sido inventado en China como respuesta a su peculiar historia. Es la ultra-irrealidad de un mundo donde la peligrosa deriva del capitalismo real hiper-tardío y crepuscular se ha acelerado a su vez por su maridaje con cierta (ir)racionalidad científico-técnica y un hiper-individualismo que encuentra en Silicon Valley su meca, en China sus talleres, en la data su alimento y en el transhumanismo su nueva religión.
Cómo nos preparamos nosotros y el resto de la humanidad para enfrentar este destino es, a mi modo de ver al menos, el punto que subsume a todos los demás de las agendas políticas liberadoras por venir. ║
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[1] Luis Alberto Salas Rodríguez: “Además de ser padre de una niña de diez, soy parte de un grupo de trabajo que hace proyectos en cualquier parte y casi de cualquier tema, desde marketing en Venezuela, pasando por retail en Argentina hasta seguimiento de focas en Mauritania. Fui ministro de economía en 2016, unas pocas semanas hasta que renuncié. En estos momentos el trabajo y mis temas familiares acaparan mi atención. Ah, cada vez que puedo veo futbol inglés y procuro hacer comidas que nunca he hecho”.
Nacido en Caracas, Venezuela, el 8 de septiembre de 1976, 45 años. Sociólogo (Universidad Central de Venezuela). Magister en Sociología del Desarrollo (Universidad de las Artes y Ciencias Sociales, Santiago de Chile). Analista y consultor de entorno, prospectiva y datos. Asesor académico. Ex-director del Centro de Estudios de Economía Política de la Universidad Bolivariana de Venezuela. Docente de Economía y Sociología. Premio de Ensayo Sociopolítico Gustavo Machado (Caracas, 2015). Premio de Economía Política y Derechos Humanos de la Universidad de las Madres de la Plaza de Mayo (Buenos Aires, Argentina, 2010). Fanático del fútbol, la cocina y la ciencia ficción. Autor de diversos artículos y trabajos publicados en diversos medios, entre ellos El Mito de la maquinita (2015) y Escritos desde la Guerra Económica (2014). Fue editor del portal de economía 15 y Último entre 2016 y 2019. Entrevistado habitual en medios.
[2] Writing in the Age of the Ultra-Unreal, New England Review. Volumen 37, número dos, 2016. Disponible en: https://www.nereview.com/vol-37-no-2-2016/writing-in-the-age-of-the-ultra-unreal-2/ (octubre 2022) La traducción es nuestra. Todas las citas de Ken que vienen a continuación son de este mismo texto.
[3] Con las más que notables excepciones de El Otoño del Patriarca de García Márquez, El Reino de este Mundo de Carpentier, Todos gatos son pardos de Carlos Fuentes y La guerra del fin del mundo de Vargas Llosa, entre varias otras seguramente.
[4] Alexandre Labruffe, "Wuhan, c’est le Gotham City chinois", France 24, 29 de septiembre de 2020, disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=uxiWEuCPATA (octubre 2022)
[5] How China’s ‘Bat Woman’ Hunted Down Viruses from SARS to the New Coronavirus, Scientific American, Junio de 2020. Disponible en: https://www.scientificamerican.com/article/how-chinas-bat-woman-hunted-down-viruses-from-sars-to-the-new-coronavirus1/ (octubre 2022)