Trump y la Segunda Guerra Fría

x Fernando Flores Morador PhD[1]

Antecedentes

La asunción de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos marcó el inicio de una nueva “fase crítica” en el reparto del poder político-económico a escala planetaria. Al igual que la Primera Guerra Fría (GF1), esta Segunda Guerra Fría (GF2) nace de la expansión de una potencia emergente, entonces fue la URSS, ahora es China. A pesar de las similitudes entre estas dos guerras, es posible descubrir diferencias importantes en el eje de la confrontación. La GF1 fue fundamentalmente político-militar, mientras que la GF2 es fundamentalmente tecnológico-comercial. Es posible interpretar la GF2 como la inversión de las condiciones dada en la GF1. La tecnología de la URSS se destacó en las áreas de la producción de tecnologías de uso colectivo, como los
armamentos y la astronáutica, mostrando grandes carencias sobre todo en la producción de tecnologías de uso individual. Las tecnologías de consumo individual en la URSS, fueron pocas y claramente inferiores a las tecnologías similares producidas en Occidente. Por el contrario, la tecnología china contemporánea, emula los logros de la URSS, pero se extiende a todos los terrenos del hacer tecnológico. Sobre todo, y de manera notable, China consigue competir en las áreas de mayor impacto cultural y social a nivel individual: las tecnologías de la comunicación interpersonal, logrando competir de igual a igual con compañías como iPhone y Samsung y liderando además el desarrollo de la comunicación en telefonía móvil de quinta generación.
Para comprender las diferencias tecnológicas de China respecto de la URSS, alcanza con recordar que ésta última jamás logró comprender la importancia del consumo tecnológico, al que se le atribuían efectos moralmente degradantes. Mientras que el uso de una terminal de una computadora en una universidad o ente público se veía como aceptable porque reforzaba el hacer colectivo, la computadora personal se entendía como una amenaza al statu-quo colectivista. Se temía el pasaje de una ética colectivista a una individualista. De esta manera, la tecnología de la computación en la URSS, fue víctima de los prejuicios éticos existentes acerca de los riesgos asociados a la computadora de uso personal. La importancia económica, política y cultural de la computadora PC (Personal Computer) si bien fue temida, jamás fue comprendida por los ideólogos del Kremlin. Es entonces cuando cae el muro de Berlín (1989) y casi al mismo tiempo se establece Internet, se generalizan las PC (con Windows 95) y se impone la telefonía móvil para cambiar definitivamente la comunicación interpersonal. A este proceso se le llamó globalización, destacándose el impacto que entonces tuvo la desaparición de las distancias físico-temporales entre las personas en tanto individuos independientemente de su pertenencia a distintas naciones, religiones y culturas. La prensa escrita, la radio y la televisión, medios que se dirigen al individuo en tanto masa anónima, pasan a partir de entonces a ocupar un lugar secundario. Internet democratizó el acceso y consumo de la información, y esto tuvo inmediatas consecuencias políticas.

La globalización

Para comprender el fenómeno de la globalización es necesario recordar que, por encima de las relaciones entre los países, entre etnias, culturas, religiones y sexos, se prioriza la relación interpersonal abstracta entre individuos. Es fácil reconocer la ideología globalizadora en las relaciones internacionales de China. Estas se basan en la no-intervención en los asuntos internos de los países con los que establece lazos comerciales. Esta política la distingue claramente de la URSS, pero también de EEUU y la Comunidad Europea. China prioriza las relaciones comerciales abstractas por sobre toda otra consideración. Por ello, en la medida de lo posible, China no se compromete en procesos que acoten las relaciones interpersonales. Si bien las tendencias globalizadoras destrozaron el modelo social de la URSS, porque asumió un rol defensivo frente a ellas, las mismas favorecieron el desarrollo económico de China. La apertura económica de China data de 1978 y acompaña las transformaciones globalizadoras todavía en vías de afianzarse.

 

Trump y la regionalización

Desde 1978 a la fecha, China muestra un crecimiento económico acelerado llegando a crecer en guarismos de dos cifras durante décadas. Lo que al comienzo pareció un milagro económico, fue mostrando una continuidad que amenaza el predominio económico de EEUU. Habiendo llegado a un pico en la expansión interna, China dispone ya hacia 2017 de un capital material y humano ocioso enorme, obligándola a invertir ese excedente fuera de fronteras. Así nace la política llamada la “Franja y la Ruta”, sin duda el proyecto de inversión a nivel internacional más grande en curso a nivel mundial, incluyendo a más de sesenta países.
Ante este fenómeno, Donald Trump, convencido de que la globalización es el problema fundamental porque favorece a China, encabeza un movimiento político nacionalista que tiene el objetivo de echar el freno a la globalización y para ello, contener y encauzar el desarrollo tecnológico que le ha dado lugar. Lo que pareció un proyecto descabellado, se transformó con el triunfo de Trump en la estrategia actual de EEUU para enfrentar a China. Para ello Trump ha contado con una Europa políticamente débil también afectada por proyectos similares. El proyecto de Trump tiene dos puntas:

  1. Respecto a China, se busca aislarla tecnológicamente. No hay intención de aislarla políticamente porque eso sería imposible. Recuérdese que varios de los más fieles aliados de EEUU son buenos clientes de China.
  2. Reforzar el control norteamericano de las fuentes de materias primas relevantes para las tecnologías de punta, como por ejemplo el litio (Bolivia, por ejemplo, tiene las reservas más grandes del mundo) lo cual implica el regreso a las políticas imperialistas agresivas del pasado, con el objeto de conseguir gobiernos dóciles.  La regionalización del mundo, no es otra cosa que el reparto de las riquezas naturales. En este sentido, existe las condiciones para el regreso de un golpismo similar a los de la GF1.

 

La filosofía de la tecnología y los problemas de Trump

Es de Perogrullo decir que la historia no se repite. En ese sentido la Segunda Guerra Fría se parece a la Primera, pero nunca será igual. Tal como anticipábamos más arriba, en este caso sería más justo decir que la GF2 es la inversión de la GF1. En el conflicto entre EEUU y la URSS, la globalización jugó a favor del primero. La URSS producía artículos de calidad inferior no pudiendo recurrir al apoyo de un mercado interno porque no tenía políticas de mercado (a pesar de disponer de decenas de millones de consumidores). Pero en el conflicto entre EEUU y China, la globalización juega a favor de China. China produce artefactos de consumo personal de igual o mejor calidad y además a un precio inferior. China dispone de un mercado interno enorme, capaz de estimular su desarrollo tecnológico, incluso en una eventual regionalización de la economía.
En el conflicto entre EEUU y la URSS, los regionalistas estaban del lado de la URSS que además se autoaislaba. No es este el caso de China, que se rige por las leyes del mercado capitalista. Al imponer barreras aduaneras a los productos chinos, Trump erige barreras políticas a fenómenos económicos generados en el mercado. Trump debe cerrar sus puertas a artículos de mejor calidad que además son más baratos. Es fácil ver que EEUU hoy, está ante el dilema que la URSS debió enfrentar entonces. EEUU puede intentar aislar a China, apoyándose en el mercado interno, pero con la consecuencia de que no tendrá acceso a productos de China a los que sí accederán otros, por ejemplo, Rusia, que sigue siendo un productor de punta en tecnología militar y que sin duda quiere acceder a la tecnología digital china. Y si, además, lo hace con exclusividad, aún mejor.
El regionalismo de Trump expresado en la consigna “America first”, implica el proteccionismo económico, que como se sabe, genera trabajo local, siempre que éste esté protegido. En otras palabras, los costos de producción estarán por encima de la media internacional. Pasado el primer efecto, el empleo generado de esta manera, creará nuevos consumidores que buscarán comprar en el mercado internacional tratando de eludir las barreras creadas artificialmente.

El impacto del regionalismo en las tecnologías

Si consideramos que las tecnologías se pueden dividir de acuerdo a la dualidad tangibilidad/intangibilidad, las segundas parecen más sensibles al impacto regional que las primeras. Las relaciones interpersonales están inmersas en regiones culturales con características específicas. Como parte de la cultura occidental, las empresas norteamericanas de tecnologías intangibles como Google, WhatsApp, Facebook, etc. tienen ya una historia hecha en el seno de las relaciones interpersonales, con años de experiencia en los procesos de personalización de sus productos. Estas empresas disponen de una “inercia en el uso” contra la cual China tiene todas las de perder. Da igual qué artefacto se use, siempre y cuando este funcione en forma competitiva; pero no da igual que aplicación de intercambio se use.  Esta tiene que ser aquella que garantice la comunicación con la comunidad del usuario. Por ello, si por ejemplo Google deja de vender sus licencias a las empresas chinas, puede dificultar la venta de teléfonos chinos en Occidente. Mucho dependerá de la necesidad que Google & Co. tenga en el futuro de incluir avisos comerciales o cobrar tarifas de uso excesivas. Mientras no lo hagan, podrán competir con las aplicaciones chinas que siempre serán más baratas. Por la misma razón, China la tiene más fácil al desarrollar aplicaciones de intercambio en su país y competir con eficacia con las empresas norteamericanas en el mercado chino (estamos hablando de un mercado de más de mil millones de usuarios). En cualquier caso, es importante recordar que los regionalismos crean mundos paralelos, multiplicando los costos y encareciendo los productos, reduciendo de esta manera la cantidad de personas con acceso a las tecnologías de punta. 
La globalización cambió las reglas de juego y con ellas surgió el individuo global que se relaciona con sus pares sobre todo como consumidor. No existe, ni existió poder político capaz de detener los caminos del consumo de aquello que es mejor y que además es más barato. Porque el consumo de las tecnologías de punta, supone hacer lo que se hacía, pero con un esfuerzo menor y con un mayor ahorro de tiempo-vida. Si además cuesta menos, ¿dónde está el dilema? Estas condiciones no solamente juegan en contra de Trump, lo hacen también en contra de todo los regionalismos, voluntarios u obligados. Todos ellos están condenados a seguir las pautas culturales que marcan otros.

La política del “muro”

Trump trata de una misma manera a la corriente de inmigrantes pobres en la frontera con México que a la corriente de productos provenientes de China. En ambos casos se trata de levantar un muro para contener por un lado la mano de obra barata, y por el otro, los productos manufacturados baratos.  Los muros son tecnologías de la contención, tienen un origen militar y siempre fueron vulnerados. El muro descomunal en la frontera con México es la mejor metáfora para describir la política de Trump. Acerca de la eficacia futura de tal muro alcanza con ver lo sucedido con muros naturales colosales como el mar Mediterráneo, cruzado masivamente por inmigrantes dispuestos a morir en el intento. Muros como el mar del Norte y el supervigilado túnel entre Calais en Francia y Folkestone en Reino Unido. Para vulnerarlo, los traficantes de migrantes los encierran en camiones refrigerados. Los muros solo ralentizan la emigración, jamás la eliminan. Los muros favorecen a las mafias de traficantes de personas que, en la frontera con México, perforarán un número de túneles proporcional a las ganancias. La paradoja del “muro de Trump” es que nos recuerda al “muro de Berlín”. Entonces, los berlineses pobres querían pasarse a al Berlín rico estimulados por EEUU. También en este punto, la Segunda Guerra Fría aparece como la inversión de la Primera Guerra Fría.

 


[1] Profesor Investigador Emérito
Departamento de Ciencia Computacional
Universidad de Alcalá, Madrid, España.

 

 

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