Una revolución desde adentro
(del partido Demócrata de Estados Unidos)

x Kate Aronoff[1]

Publicado en Dissent, edición verano 2018[2]

Nota introductoria del editor de librevista:
Estamos mirando hacia las muy importantes elecciones de noviembre 2018 en los Estados Unidos, en las que se renovará la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio de los Senadores, entre otras opciones.
Este ensayo trata acerca de la aparición en el partido Demócrata de candidaturas provenientes de una ala izquierda emergente en lucha con las antiguas y vigentes maneras de hacer política.
También se expone la postura de la autora – una visión con lenguaje “guerrero” discutible, aunque siempre informativa - acerca de la participación de la izquierda norteamericana en procesos electorales de los últimos cincuenta años. Ella reivindica el trabajo político dentro del partido Demócrata como preferible a hacerlo en partidos menores o en movimientos alternativos antiglobalización o desvinculados de la tarea electoral.
En estos meses se está completando el proceso de primarias (elecciones internas) en cada partido que arrojarán la/el candidato/a Demócrata y el/la del partido de Donald Trump, el Republicano, que el próximo noviembre competirán – una candidata/o de cada uno de estos dos partidos -  por las bancas parlamentarias de cada distrito estatal, gobernaciones, fiscalías y alcaldías al cumplirse la mitad del período de Trump.
Un crecimiento del partido Demócrata y la incorporación de miembros de su ala izquierda al parlamento y gobiernos locales traerá cambios positivos para el gobierno de los Estados Unidos. Es una lucha muy vigente – usualmente desconocida y a veces menospreciada en América Latina -  que vale la pena conocer.

En un año de elecciones intermedias cruciales, el ala izquierda en ascenso del partido Demócrata se distingue tanto por la forma en que se organiza como por las políticas que defiende.

Cynthia Nixon, desafiante de Andrew Cuomo[3] en las elecciones para gobernador de Nueva York, en una movilización contra las redadas de ICE [Agencia de Inmigración y Control de Aduanas (la “Migra”)ed.] (a katz / Shutterstock)

n una reunión en el ayuntamiento de Nueva York  televisada el año pasado, Trevor Hill, un estudiante universitario de la Universidad de Nueva York, anotaba un creciente disgusto entre los jóvenes estadounidenses por el capitalismo. Le preguntó a la líder de la minoría Demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, si ella pensaba que su partido podría considerar desplazarse más a la izquierda en cuestiones económicas como lo había hecho en cuestiones culturales como el matrimonio entre personas del mismo sexo. Pelosi retrocedió. "Tengo que decir", respondió ella, “que somos capitalistas".
 
Al igual que en la batalla primaria en el partido Demócrata de 2016 entre Hillary Clinton y Bernie Sanders (elecciones internas del partido en las que ella, finalmente triunfante, representó al establishment Demócrata y él a su ala izquierda, y que mostró un crecimiento y competencia inesperados por parte de Sanders, ed.), el intercambio fue una escaramuza dentro de una guerra más grande por el alma del renuente partido opositor de la nación. Los debates sobre el futuro de los Demócratas tienden a centrarse exactamente en el tipo de preguntas ideológicas planteadas por Hill: ¿Seguirá el partido abrazando el sistema económico actual o avanzando gradualmente hacia el tipo de democracia social de estilo escandinavo que Bernie Sanders delineó en su campaña? ¿Apoyarán Medicare for all(Seguro de salud para todos, ed.), o simplemente modificarán la Affordable Care Act(Obamacare, ley que obliga a empleadores a pagar seguro de salud de sus empleados y prohíbe a los servicios de salud el rechazo de solicitudes de seguro por parte de desempleados, entre otras reformas resistidas por el conservadurismo y aprobadas en el 2010, ed.)? ¿Garantizarán a todos los estadounidenses el derecho al trabajo bien remunerado, o simplemente alentarán a los empleadores a crear más puestos de trabajo a través de subsidios?

Durante el año de una elección crucial de “medio término” (elecciones legislativas en la mitad del período presidencial que redefinirán la totalidad de la cámara de representantes, un tercio del senado, y otros cargos elegibles, ed.), el ala progresista del partido se distingue tanto por la forma en que se organiza como por las políticas que defiende. ¿Cómo piensan alcanzar sus objetivos políticos y elegir a más Demócratas que puedan ayudarlos a avanzar? ¿Ganarán votos yendo de puerta en puerta hablando con los votantes, o cortejarán a los donantes ricos que pueden ayudarlos a comprar anuncios de televisión? ¿Seguirán escuchando a los activistas que fueron adelantados en presentar sus demandas avanzadas y recientemente adoptadas, o se atribuirán todos los elogios? ¿Ayudarán a cambiar las reglas electorales que propician las redes de los viejos muchachos para mantenerse en el gobierno?

A pesar de que rumores de una candidatura presidencial de Sanders para 2020 ya suenan en Washington, las organizaciones que lo respaldaron la última vez y que surgieron de las primarias Demócratas de 2016 tienen mucho trabajo por hacer antes de esa fecha, y en casi todos los niveles del gobierno, para hacer que la revolución política que él propuso sea una realidad. Es decir, tanto elegir a Sanders como asegurarse de que pueda hacer algo en la Casa Blanca dependerá de que tenga muchos aliados en el Congreso y en los estados de todo el país. Esto explica por qué los nuevos grupos galvanizados o formados directamente por la campaña de Sanders – Our revolutiony Justice Democrats– intentan aplicar lo que aprendieron en esa campaña a las actuales batallas parlamentarias y elecciones locales, desde cómo crear redes de voluntarios a cómo armar una campaña de finanzas basándose en pequeños donantes, aportando  y a menudo trabajando junto con organizaciones algo más antiguas como el Working Families Party(Partido de las Familias Trabajadoras, ed.) MoveOn.org, Democracy for Americay el Progressive Campaign Change Committee(Comité por el Cambio de Campaña Progresista). Los dos grupos mencionados no están conectados institucionalmente, pero comparten el compromiso con un amplio conjunto de valores progresistas y políticas como el Medicare for all (Seguro de Salud para todos).

Y cada vez más, no están solos. Candidatos para las elecciones de 2020 que difícilmente serían considerados de izquierda, como Kirsten Gillibrand, Demócrata por New York, y Cory Booker, Demócrata por New Jersey, han salido apoyando una garantía de trabajo federal, una demanda con raíces en el movimiento por los derechos civiles  que por años levantaba solo una pequeña fracción de la izquierda.
Como la campaña de Sanders ayudó a poner de relieve, existe un amplio apoyo para tales programas ambiciosos y universales, y para demandas laborales de larga data como un salario mínimo de quince dólares la hora. Los Demócratas activos que ya están en el gobierno ven este tipo de propuestas como una mina de oro electoral, y las conversaciones acerca de la disponibilidad financiera y un presupuesto equilibrado -  pilares de la Tercera Vía (donde puede ubicarse a Bill Clinton y Tony Blair, ed.) - son cada vez más raras. Los candidatos para diversos cargos, desde la Junta (Council, ed.) de la ciudad hasta el Congreso, incluso se sienten lo suficientemente cómodos con el clima político para presentarse abiertamente como socialistas democráticos.

En las elecciones locales del pasado noviembre, quince miembros de los Socialistas Democráticos de América (DSA) acreditados como tales ganaron bancas en trece estados. Entre ellos estaba Lee Carter, de treinta años de edad, quien, corriendo como demócrata, ganó su banca en la Cámara de Delegados de Virginia contra el anterior titular republicano por diez años, Jackson Miller. Otros ganadores fueron concejales recién electos en Montana, Tennessee, Massachusetts e Idaho, respaldados por capítulos locales de la DSA que lideraron intensos esfuerzos de militancia puerta a puerta. Al acercarse las elecciones legislativas del próximo noviembre, candidatos como Kaniela Ing, miembro de DSA que se postuló para el primer distrito congresional de Hawai, respaldados tanto por Our Revolution como por Justice Democrats, esperan que el impulso de las elecciones estatales y locales pueda traducirse a nivel nacional.

Sin embargo, como las agrupaciones Justice Democrats y Our Revolution están encontrando, la idiosincrasia del sistema político de Estados Unidos hace que cualquier intento de mover al Partido Demócrata hacia la izquierda sea una batalla cuesta arriba, especialmente para los outsiders. A diferencia de las democracias parlamentarias, los partidos políticos en los Estados Unidos no cuentan con líderes que asuman la responsabilidad de impulsar la visión y la estrategia electoral del partido. A nivel nacional, nuestras elecciones tipo el-ganador-se-lleva-todo implica que los terceros partidos (fuera de los partidos Demócrata o Republicano, ed.) esencialmente están excluidos de cualquier competencia significativa por el poder. Eso convierte a los terceros partidos funcionalmente irrelevantes, y obliga a las fracciones dentro del partido Demócrata a disputar la influencia dentro de las fronteras del partido, acumulando apoyo público y eligiendo candidatos que se vean cercanos. Esto significa que el partido esencialmente funciona más como una coalición que como una entidad cohesionada, que abarca a todos, desde los Blue Dog Democrats (Demócratas del Perro Azul, ala conservadora, ed.) hasta los socialistas democráticos. Los líderes del partido son elegidos por un pequeño grupo de miembros y no impulsan líneas ideológicas tanto como suelen establecer reglas y funciones burocráticas, al menos oficialmente. Ser miembro del partido Demócrata tiende a no extenderse más allá de a quién tú votás para el día de las elecciones (y si es así) y la cantidad de estadounidenses que se identifican con cualquiera de los partidos se acerca a un punto histórico bajo: cuarenta y dos por ciento se identifican como independientes. Por extensión, la política tiende a orbitar más en torno a los individuos que alrededor de una visión más amplia como puede ser la misión o programa del partido.

"Los candidatos no deben rendir cuentas de nada o a nadie, excepto del resultado de las próximas elecciones o a sus donantes", explica Larry Cohen, ex presidente de Communications Workers of America (Trabajadores de las Comunicaciones de América, ed.) y presidente de la junta directiva de Our Revolution. "La tarea más amplia", dice, "es construir una organización política"…En su mayor parte, la gente ve al distrito y el condado como los bloques de construcción” (y no incluyen allí a la organización partidaria, ed.).
Our Revolution es la agrupación oficial que surgió de la campaña de Bernie Sanders, y desde 2016 ha trabajado para ayudar a elegir progresistas, construir una red de organizaciones políticas descentralizadas y localmente enraizadas en todo el país, y cambiar las reglas a menudo arcaicas por las cuales el partido opera a nivel local, estatal y nacional. Para hacer todo esto, despliegan una variedad de tácticas y organizan sus actividades en gran parte en torno a sus grupos de militantes locales, quienes con un equipo de voluntarios recorren las calles y trabajan tanto en campañas temáticas como en elecciones que consideran estratégicamente importantes. Cohen considera que todas esas áreas de trabajo están profundamente vinculadas, y se siente preocupado al ver progresistas con buenas intenciones que priorizan simplemente apoyar a los candidatos por encima de todo lo demás.

No hay garantía de que una vez en el cargo para el que fueron electos, los Demócratas lo usen bien. Cohen lo llama "adicción al candidato": el depósito de una enorme fe y poder en los funcionarios electos para llevar a cabo una agenda progresista, a pesar de no tener virtualmente ningún incentivo para hacerlo y ninguna institución preparada y dispuesta a hacerlos rendir cuentas. Entre los sectores que más le preocupan cuando los ve caer en esta trampa está aquel donde pasó la mayor parte de su carrera: los sindicatos. Con ciertas excepciones, dice, "los sindicatos se hacen responsables solo de sus objetivos corporativos, y respaldarán a los candidatos que crean son una apuesta segura para conseguir buenos acuerdos laborales y legislación, a menudo sin tener en cuenta una estrategia a largo plazo. Dinámicas similares se observan en una serie de otros grandes jugadores en la política Demócrata, como Emily's List(Comité que promueve la integración de mujeres en las listas de candidatos del partido Demócrata, ed.) y Planned Parenthood [4] (Comité de acción política que promueve salud sexual y reproductiva - protección sexual, anticonceptivos, procedimientos legales para abortar, etc. ed.)  Dentro del ecosistema electoral progresista, simplemente no hay  muchos grupos que brinden apoyo en base a una visión holística y progresista que se extienda más allá del día de las elecciones o de la obtención de un puñado de votos sobre cuestiones clave. Con más de quinientos grupos locales repartidos por todo el país, trabajando en bancos de datos telefónicos, en el boca a boca, en plebiscitos sobre temas comunitarios, Our Revolution espera poder ayudar a construir eso.

El proceso no ha llegado sin dificultades. Como denunció una nota de la revista Politico esta primavera, el grupo se ha enfrentado a dolores de crecimiento que tienen a sus partidarios preocupados. La presidenta de Our Revolution Nina Turner, por ejemplo, puso a su consultora y amiga Tezlyn Figaro en nómina, evidentemente sin informar al personal de la organización. Resultó que Figaro tenía un historial de hacer comentarios antiinmigrantes en Fox News – como que los inmigrantes estaban "entrando al país y obteniendo beneficios que los estadounidenses no reciben" – y eso exacerbó las denuncias ya existentes de que Our Revolution estaba descuidando los asuntos de inmigración en sus prioridades de campaña y en cuentas de redes sociales. La ex organizadora pro derechos de inmigrantes Erika Andiola, quien había trabajado en el equipo de asuntos latinos de Sanders, fue despedida en noviembre pasado por Turner, la directora política de Our Revolution, poco después de solicitar tiempo libre para ayudar con los esfuerzos para defender DACA(programa para inmigrantes indocumentados llegados el país en su infancia combatido por Trump, ed.) que Turner no quería impulsar bajo los auspicios oficiales de la organización. "Necesitamos que Our Revolution exista, sea fuerte y trabaje no solo para elegir candidatos, sino para crear un movimiento poderoso pro Medicare for All, educación gratuita, justicia en lo penal, etc.", escribió Andiola en una extensa reflexión en Facebook. "A pesar de lo que dice la nota de Politico, ha habido mucho trabajo increíble a nivel de base. Pero también espero y rezo para que la organización no se olvide de los latinos y la gente indocumentada en la izquierda". Lucy Flores dejó al grupo por su falta de atención a los problemas que impactan desproporcionadamente a las comunidades latinas en los Estados Unidos, y poco después de la publicación de la nota la inmigrante indocumentada y activista transgénero Catalina Velásquez anunció que dejaría la organización por razones similares.

Entre otras cosas, lo que el episodio pareció mostrar fue que el movimiento todavía está lidiando con problemas que plagaron la campaña de Bernie (Sanders), incluyendo las dificultades para conectarse con las comunidades de color. De hecho, es difícil imaginar que Our Revolution - o cualquier proyecto viable de izquierda - logre progresos considerables sin tomar en serio estas preocupaciones. Que la organización viva según un conjunto progresista de valores también significa necesariamente que se haga visible a un mayor nivel por parte de sus aliados y también que sea atacada desde un establishment interesado en señalarle hipocresías.
Aun así, varias de las frustraciones mostradas por el artículo de Politico – promovidas desde dentro del partido Demócrata en particular – tomaban revancha del hecho de que Our Revolution no había apoyado a Demócratas más centristas como Doug Jones de Alabama en las recientes elecciones especiales. Como Larry Cohen (su Presidente) lo explicó, los respaldos de Our Revolution se producen a través de un proceso democrático consciente: los grupos afiliados locales, incluidos algunos capítulos de la DSA (Socialistas democráticos) pueden respaldar a candidatos, quienes a su vez pueden solicitar el respaldo de Our Revolution a nivel nacional. Si se logra, ese respaldo trae consigo su inclusión en la importante lista de correos electrónicos de Sanders para ayudar a hacer finanzas y obtener votantes, lo que puede ayudar a aumentar la visibilidad de los candidatos en los  medios sociales y tradicionales, e infraestructura como dispositivos de llamadas automáticas desde bancos de datos telefónicos que faciliten la campaña. A menudo, Our Revolution se asocia con grupos que realizan trabajos similares, como su reciente alianza con el Working Families Party (Partido de las familias trabajadoras) para apoyar a la candidata progresista a la gobernación de Georgia, Stacey Abrams. Tales procedimientos no son algo fuera de lo común en las campañas, aunque tanto Our Revolution como Justice Democrats dan mucha importancia a la movilización desde abajo en oposición a los anuncios de televisión y los anuncios publicitarios en papel, que son los métodos usuales de las campañas políticas tradicionales. Además de apoyar a candidatos explícitamente progresistas, lo que realmente diferencia a estos grupos emergentes es su atención puesta en la construcción institucional, sin dejar simplemente la tarea de transformación del partido Demócrata a los candidatos y los equipos de personal y voluntarios que se disuelven después del día de las elecciones.

Según Cohen, una parte clave del trabajo para cambiar a los Demócratas para bien implica cambiar la gobernanza del propio partido. Tan importante, si no más, que elegir miembros nuevos para los cargos, dice, es el desmantelamiento de  las reglas que dejan fuera a los nuevos candidatos. Además de su trabajo con Our Revolution, Cohen se desempeña como vicepresidente de la Comisión de Reforma de la Unidad, un organismo dentro de la Convención Nacional Demócrata (máxima Dirección del partido, ed.) creado para reformar el proceso de nominación presidencial y aliviar las tensiones entre los equipos de campaña de Bernie(Sanders) y Hillary(Clinton) después de las primarias de 2016. Uno de los temas principales de su agenda es reducir drásticamente el papel de los "superdelegados", unos delegados del partido no electos, por lo general funcionarios, lobbystas y operadores del partido que son libres de apoyar al candidato presidencial de su elección, independientemente de la cantidad de votos que obtenga ese candidato. El sistema fue creado para controlar el disenso dentro de las propias filas del partido y darles a los miembros establecidos del partido más voz y voto sobre la nominación, luego de la experiencia en que Ted Kennedy derrotara en las elecciones internas al entonces presidente Jimmy Carter. Casi cuarenta años después, los esfuerzos para reformar el proceso de superdelegados han recibido el apoyo de personas como Nancy Pelosi (líder de los Demócratas en la Cámara de Representantes, ed.) y el compañero de fórmula de Hillary Clinton, Tim Kaine.

Pero no es solo a nivel de elección presidencial donde las reglas del partido tienen que cambiar. "Las reglas, particularmente en los estados azules (estados donde los Demócratas son tradicionalmente mayoría, ejemplo Nueva York, Massachussets o California, ed.), son desde malas hasta horribles", dice Cohen. Allí, explica, las burocracias partidistas atrincheradas tienen amplia influencia para decidir qué candidatos triunfan y quienes no el día de las elecciones.
Tomemos la batalla que se desarrolla actualmente en Nueva York, entre el gobernador Andrew Cuomo y su rival principal desde la izquierda, Cynthia Nixon. Para votar en la primaria de septiembre de este año, los votantes progresistas de Nueva York ya registrados por el Partido de las Familias Trabajadoras ya tenían que cambiar sus inscripciones en octubre del año pasado con gran antelación para convertirse en Demócratas y luego ser habilitados para votar en las primarias Demócratas del estado, algo que funcionó en contra de Sanders en ese estado y también podría operar en contra de Nixon. Muchos de esos votantes con esa inscripción dificultosa también son jóvenes, un grupo demográfico que tiende a inclinarse hacia el tipo de política abiertamente progresista que Nixon defiende. Además, los jefes del partido del condado en Nueva York eligen a los nuevos titulares de cargos provisionales si un legislador estatal deja su puesto. Así que en lugares donde los demócratas deberían teóricamente poder impulsar el voto progresista más lejos que en otros lugares – y así enviar más candidatos de izquierda a las oficinas del Congreso y a cargos ejecutivos - las reglas del partido actúan en gran medida para mantener el mismo tipo de Demócratas en el poder .
Ahora bien, el establishment Demócrata está perdiendo en uno de los frentes que ellos mismos han definido como de suma importancia: las campañas de finanzas. Esta primavera, por ejemplo, seis candidatos a la Cámara de Representantes con respaldo partidista a nivel estatal o nacional fueron superados por sus desafiantes progresistas en estados desde Pensilvania hasta Montana. Mucho de eso se debió a la persistencia de hacer finanzas con pequeños donantes, una técnica iniciada por la campaña presidencial de Howard Dean en 2003 y que explotó en la campaña principal de Sanders de 2016. Como gran parte de lo que condujo al equipo de Sanders a un sorprendente éxito, su estrategia en este frente se basó en una combinación de nuevas tecnologías y campañas de base a la antigua usanza.
Como los ex organizadores de Bernie (Sanders)  Becky Bond y Zack Exley detallan en Rules for Revolutionaries [5] (Reglas para revolucionarios, ed.) (2016),  en lo que es un relato de la campaña de Sanders y de cómo guiar a la emergencia progresista, una campaña de finanzas en la base significa tener "una base que quiere apoyarte". Si no tienes esa base, tenés dos opciones: buscar grandes donaciones de personas ricas y fundaciones, o construir una base para lograr muchos donantes y sus pequeñas donaciones.
Especialmente después de una decisión del Tribunal Supremo en 2010, que derogó límites en el financiamiento de la campaña (y habilitó la participación de empresas y grandes donantes, ed.), la recaudación de fondos proporcionados por  grandes donantes se ha vuelto más importante para todos los candidatos. Pero, para Bond y Exley la campaña de finanzas es más que solo conseguir dinero.
Las pequeñas donaciones estuvieron tan integradas en la campaña de Bernie que la cantidad promedio de las donaciones a Sanders se convirtió en una consigna de los actos a lo largo de la campaña: Veintisiete dólares. "El mensaje era que Bernie era una posibilidad remota", escriben Bond y Exley sobre las tácticas de finanzas de la campaña, "y que los grandes  intereses adinerados podrían resultar demasiado poderosos para ser vencidos". “Que estábamos hablando nada menos que de una revolución política que solo funcionaría si millones de personas se unían a nosotros ".
La lógica detrás de la recaudación de fondos sumando de a pequeños donantes no se limita a los mensajes o la inteligencia financiera. Lo que la campaña de Sanders parecía ayudar a cultivar era una conducta que se había vuelto rara en la política electoral: movilizar a una gran cantidad de personas por demandas grandes y ambiciosas. Tal como lo plantean estos autores, la pequeña organización, actuando en circunscripciones electorales estrechas, con un conjunto de demandas limitadas con sus utilidades comprobadas por encuestas, "funciona bastante bien cuando los titulares de cargos logran mantener el status quo, pero no es lo suficientemente grande como para desafiar al establishment"… mucha más gente está dispuesta a dar un paso adelante si les pides que hagan algo grande para ganar algo grande".
Trabajando junto a Bond y Exley estuvo Saikat Chakrabarti, el Director de Tecnología Organizativa de la campaña de Bernie Sanders. En ese puesto, ayudó a desarrollar software que permitió a la campaña reclutar una gran cantidad de donantes y voluntarios, y ampliar rápidamente la cantidad de personas que podrían involucrarse con ella tanto online como personalmente. Ahora es el Director Ejecutivo de Justice Democrats, y busca aportar para 2018 y más allá lo que aprendió entonces en esa campaña.
Justice Democrats se fundó con la intención expresa de interpelar tanto a los republicanos como a los demócratas que no actúan según valores progresistas. "El partido Demócrata en los últimos diez años perdió más de mil bancas. Nuestra teoría e hipótesis - me dice - es que una de las principales causas de esto es que el partido Demócrata no defiende nada concreto. Creemos que los votantes votan por una buena política, pero no votarán por ideas o candidatos poco atractivos". En los distritos de color azul oscuro (tradicionalmente Demócratas, ed.) y aún en los que se volcaron a Trump por amplia mayoría, Justice Democrats apoya a los candidatos del Congreso en función de sus posturas en un número de cuestiones clave: promulgar Seguro de salud para todos, prohibir Super PAC (Super Comités de Acción Política dedicados a recaudar finanzas electorales sin límite de dinero, ed.) abolir ICE (Migra, Servicio de control de inmigración, ed.), y ofrecer asistencia financiera y digital para que las personas concurran a las urnas de forma similar a como lo hace Our Revolution. Justice Democrats también organiza capacitaciones acerca de políticas que considera fundamentales y sobre cómo organizar y ejecutar la movilización de votantes dedicadas al personal de campaña. Su objetivo es incluir y respaldar a un grupo diverso de candidatos en cuanto a raza, sexo y edad.
Es una estrategia que ha inspirado a algunos para calificar al grupo como un "Tea Party of the Left" (Tea Party - una fracción de extrema derecha republicana- de la izquierda, ed.), aunque Chakrabarti señala que la comparación tiene sus limitaciones.  Y no solo por la cantidad de donantes ricos dispuestos a respaldar el vuelco de los republicanos hacia la derecha. "En lo que respecta a la estrategia electoral, estamos haciendo lo que el Tea Party está haciendo a la derecha", dice, pero el Tea Party tiene un trabajo más sencillo porque su mensaje es de obstrucción y destrucción. Es más fácil hablar de eso. "Creo que es más difícil desde la izquierda porque proponemos un mensaje por la creación de un futuro más grande e inclusivo. El futuro que estamos lanzando parece multirracial…el futuro para el que estamos trabajando nunca ha sido visto en los Estados Unidos".

Por eso y por muchas otras razones, la tarea de desplazar al partido Demócrata hacia la izquierda es una vara alta para saltar. Los pocos representantes de izquierda ubicados en lugares como el Caucus Progresista del Congreso se consideran ahora representantes de nuevas tendencias y ya no irrelevantes, y no hay muchos de ellos. Mientras que los progresistas más institucionalizados dentro del amplio frente de los movimientos laborales y medioambientales no se han rehusado a apoyar a candidatos o a aliarse con los Demócratas, gran parte de la autodenominada izquierda estadounidense - aquellos participantes de movimientos rowdy (algo así como ruidosos y desordenados, ed.) o en nuevos movimientos sociales en ascenso, desde el movimiento alter contra la globalización hasta Occupy Wall Street(Ocupar Wall Street, ed.), han pasado el último medio siglo con una actitud ambivalente o directamente hostil hacia la idea de postularse para un cargo electoral y ganarlo. Por un lado, esto ha sido desastroso: destruyeron la influencia de la izquierda sobre los modos dominantes de hacer política (mainstream politics), en la medida que esos movimientos fetichizaron y perpetuaron su papel como outsiders consumados. A medida que el centrismo declina, los izquierdistas ahora tienen que aprender o volver a aprender una forma de hacer política que podrían haber perfeccionado durante décadas.
Hay mucho por aprender de la derecha, que por décadas ha cultivado una extensa retroalimentación de candidatos y redes de think-tanks preparadas para entregar informes y proyectos legislativos a legisladores estatales y congresistas ya en su primer día de trabajo. Si la izquierda apenas ha comenzado a flexionar sus músculos electorales, desarrollar la habilidad para gobernar puede resultar aún más difícil.

Pero no todas son malas noticias. Los militantes (organizers) recientemente galvanizados en torno a la política electoral y entrenados en movimientos sociales están aplicando las lecciones aprendidas allí a la competencia electoral, y están ayudando a romper una división largamente sostenida entre el "adentro" y el "afuera" de la política. Con el foco y el impulso proporcionados por la campaña de Sanders, las demandas que impulsaron en primer lugar los movimientos sociales - desde el salario mínimo de quince dólares la hora, poner fin al encarcelamiento masivo, alejarse de los combustibles fósiles - se están volviendo cada vez más comunes en el Partido Demócrata. Ahora, los nuevos militantes (organizers) del ámbito electoral están ayudando a reimaginar no solo las políticas, sino también la práctica de la política. Luego de la travesía de la izquierda lejos de la política electoral por unos cincuenta años, parecen haber vuelto algunos recuerdos útiles. ║

 


[1] https://www.dissentmagazine.org/author/kate-aronoff Kate Aronoff es redactora de In These Times y colaboradora de Intercept.

[2] Traducción del editor de librevista, con la colaboración de Graciela Gómez Palacios


[3] https://www.newyorker.com/news/our-columnists/the-cuomo-nixon-debate-and-the-definition-of-politics En este debate se presentaron conceptos diferentes sobre la política dentro del partido Demócrata: la visión tecnocrática-gestionaria de Cuomo y la política como acción (técnica, gestión, objetivos ideológicos, participación ciudadana de Nixon. En las primarias del Partido Demócrata en el estado de Nueva York, Andrew Cuomo ganó las primarias para un tercer mandato con un 65% de los votos frente a Cynthia Nixon, conocida por su papel en la serie Sex and the City, que recibió un 34 %.. Miembro del establishment del partido Demócrata, Cuomo incorporó banderas del progresismo de Nixon, entre ellas acerca de la inmigración. El ascenso del ala izquierda se mostró precisamente en Nueva York, donde la joven Alexandria Ocasio-Cortez derrotó en junio al veterano Joseph Crowley y se hizo con la candidatura a la Cámara de Representantes por su distrito. También se vieron triunfos de otros progresistas como Ayanna Pressley en Massachusetts o Andrew Gillum en Florida evidenciando el  descontento de las bases demócratas con la elite tradicional del partido.(ed.)

[4] Observar que hay un sitio web del comité escrito en castellano.

[5] Nuevas tecnologías puestas al servicio de la campaña de Bernie Sanders en el 2016: 75 millones de llamadas telefónicas, 8 millones de mensajes de texto, instrumentación de más de 100.000 reuniones públicas.

 

 

 

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